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Marco, dieciséis años y 'en torero' siempre. Exceptuando cuando se junta con sus amigos en San Esteban de la Sierra o en Ciudad Rodrigo. USOZ
«Le tengo miedo al mar. A las arañas. A no saberme el temario en un examen»

Marco Pérez | Torero

«Le tengo miedo al mar. A las arañas. A no saberme el temario en un examen»

Saldrá a Illunbe junto a Morante y Pablo pero sus rivales son otros, Jarocho y Tristán

Begoña del Teso

San Sebastián

Miércoles, 14 de agosto 2024

Estuvo en Donostia hace ocho días justos. Vino en compañía de su madre, Lourdes, y de su padre, Vicente, que fue novillero. Se presentó a la afición donostiarra en el Aquarium, en un mano a mano dialéctico con Chapu Apaolaza, surfista, corredor de encierros y periodista cuya abuela, Elena Banastier, siempre decía que no podía ver torerillos de su edad (17 cumplirá Marco en octubre) en la plaza porque no dejaba de pensar que 'su madre les acababa de peinar'. Torea mañana. Hará el paseíllo con dos maestros que admira, Morante de La Puebla y Pablo Hermoso de Mendoza.

– ¿Más al mar, a las arañas y a no saberte el temario de un examen que al toro?

–Yo diría que sí. Mucho más. Mira que es bonita esta ciudad y bonito ese mar pero no me atrevería a navegar por él. Y en cuanto a los exámenes, me asusta no dominar la materia o equivocarme en los cálculos. Con el toro tengo otra relación que va más allá del miedo. Miedo al animal o miedo al dolor. Recuerdo la tarde de Santander, que fue tarde grande entre la lluvia, el fango. El toro me cogió y me golpeó pero cuando volví de la enfermería al ruedo lo que más temía era que el dolor de la mano no me dejara usar bien la muleta. Y lo que más me molestaba era la uña semi arrancada que me causaba una sensibilidad extrema al tomar la franela y el estoque. Pero te pueden las ganas de quedar bien con todos, con el público y con tu gente. Las ganas de hacer algo grande. Había sido un día muy fuerte, muy intenso aquel...

– ¿Por?

– Había toreado novillos de El Parralejo por la mañana en Mont de Marsan. Junto a Tristán Barroso, que fue cogido. Creo que me pude imponer a mi primer toro, un animal muy cuajado. El segundo fue distinto, encastado, quería torearlo como a mí me gusta, en redondo pero él me exigió hacerlo en largo. Es en todo eso en lo que tienes tiempo para pensar en las tres horas que tardas en llegar en coche de Francia a Santander. En eso y en mi compañero y rival, Tristán Barroso. Le volteó el tercer toro y cayó mal sobre el hombro que ya se rompiera en otra plaza. Piensas en eso. Y en entrenar más para corregir errores .

– Toreas en Donostia el día de la Virgen de Agosto con Morante y Pablo Hermoso de Mendoza pero la afición sabe que esa no es tu guerra, que no sales a competir sino a disfrutar de la compañía y a dar ante ellos y ante el público tu mejor versión.

– Son dos maestros que admiro. Todos hemos aprendido algo de Morante y todos sabemos que Pablo dio un vuelco al arte del rejoneo. Saldré feliz de la compañía y del honor pero es verdad, yo tengo que pelearme (en el más noble sentido de la palabra) de tú a tú con novilleros como yo. Con el mismo Tristán tuve un duelo precioso por quites en Mont de Marsan. Yo le hice a su novillo uno por gatoneras, creo que bastante ajustadas, y él me replicó por unas muy buenas tafalleras. Cuando estoy en el callejón contemplando las faenas de mis compañeros visualizó cómo habrá de ser la mía para poder superarlos, cómo 'reinventar' aquello que yo podía tener en mente antes de verles torear a ellos. Mientras les miro rebusco recursos para hacer algo distinto y si puedo, mejor.

«Quiero dejar huella en el toreo. Llevar los toros más allá de las plazas. Y como matador, crear el impacto de un toreo desmayado, en redondo, relajado»

– Porque quieres dejar huella.

– Sí. Quiero hacer historia. Por un lado, como uno de esos toreros que, creo, estamos haciendo que la gente joven vaya a la plaza, motivada por ver chicos de su edad, más o menos, que se lo juegan todo por una ilusión. Me gustaría sacar los toros del mundo cerrado de la afición de toda la vida, de los programas de radio dedicados a ellos. Me gustaría que la gente, motivada por mí, como ya lo está por Roca Rey, hablase de nosotros, los toreros como hablan en los bares, en la calle de los futbolistas o de los medallistas olímpicos, que comentasen los pases como se comenta una canasta de basket. Por otro, quiero dejar huella con un toreo desmayado, relajado, sereno , el mismo que a veces consigo en los tentaderos. Un torero en redondo, pasándome el toro muy cerca.

– No debes estar muy lejos, ¡un rabo te concedieron en La Maestranza de Sevilla!

– Era un becerro, un eral de no más de dos años pero fue realmente maravilloso.

– Da la impresión de que siempre estás 'en torero', más allá de en la plaza. ¿Hay otro Marco?

– Esta profesión, esta pasión te exige una forma de estar en el mundo. Fuera y dentro de los ruedos, el torero habla distinto, se mueve distinto. En este universo hay mucho novillero, sí, pero tratamos con gente mayor no con chavales de nuestra edad. Por eso son tan importantes mis amigos del pueblo. Con los que me junto a charlar de cosas de chavales de 16 años. Con palabras de chavales de 16 años. Usando el móvil, las redes. Tan importante el instituto donde muchos ni siquiera saben qué es un picador. Tan importantes los partidos de fútbol. Soy defensa. Y del Real Madrid.

– ¿Vinicius o Mbappé?

– Los dos. El uno representa la magia y el otro el físico, dos cosas igual de imprescindibles en el fútbol como en el toreo.

– ¿Tu relación con el animal?

– De respeto, admiración y cuidado. Es la materia prima (y viva) con la que construyo mi sueño.

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