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Ignazio Javier Larrañaga Urain
Martes, 6 de febrero 2024, 01:00
Han pasado cien años desde que el 5 de febrero de 1924 comenzaran las obras de despiece del monumento del centenario situado en los jardines de Alderdi Eder.
Iba a transcurrir un siglo del asalto, saqueo e incendio de San Sebastián el 31 de agosto de 1813 por el ejército aliado anglo-portugués. El Ayuntamiento se disponía a erigir mediante un concurso público un monumento conmemorativo del centenario de dicho suceso. A tal efecto, creó una Junta del Centenario, la cual, a su vez, nombró en 1912 una comisión para redactar las bases del concurso. En este concurso solo podían participar artistas españoles, que tenían libertad para escoger el tamaño, la forma y el estilo del monumento conmemorativo que considerasen más conveniente.
La Junta reconoció la importancia que la reina María Cristina de Habsburgo tuvo en el desarrollo y prosperidad de San Sebastián, por lo que la comisión decidió que la efigie de dicha dama figurara en sitio preferente del monumento. Se trataba de rendir admiración a aquellos vecinos de la ciudad que, todavía con las ruinas humeantes, decidieron reunirse en Zubieta y, con ánimo decidido, acordaron reedificarla.
Se hizo un llamamiento al pueblo de San Sebastián para que, por medio de una suscripción pública, contribuyera a la erección de dicho monumento. Con el lema 'Zubieta' los ganadores del concurso fueron el sevillano Javier Luque (1871-1941) y el vitoriano Julián Apraiz (1876-1962), arquitectos de la catedral nueva de Vitoria en su primera fase de construcción.
La composición del monumento obedecía a una sola idea: de las ruinas del antiguo San Sebastián, saqueado e incendiado, surgía potente la nueva ciudad, simbolizada por la robusta columna de estilo renacimiento. El monumento reproducía, en el basamento, las ruinas y el incendio de la ciudad, contenía tres agrupaciones escultóricas: un episodio guerrero, la desolación y angustia de los vecinos ante tan horribles sucesos, y los que perdieron su vida en la tragedia.
En la cara posterior, se representaba la reunión celebrada en Zubieta por aquellos insignes vecinos que sobrevivieron y acordaron levantar de nuevo la ciudad. Un ave fénix, que posaba sobre este alto relieve, simbolizaba la idea que presidió al acuerdo. A las otras dos caras correspondían dos bajorrelieves de estilo renacimiento, que en el panel de sus escudos llevan las fechas 1813-1913. Dos leones de bronce, sobre dos salientes del basamento, simbolizaban la fortaleza y la hidalguía. Remataba el monumento una cuadriga de bronce de 4.000 kilos, en la que se representaba la siguiente idea: «La ciudad de San Sebastián no se contenta con lo que ha hecho y sigue con su afán de progreso».
El acto oficial de la inauguración del monumento se celebró el lunes 1 de septiembre de 1913 en presencia de los monarcas, autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Once años después, en junio de 1922, el Ayuntamiento ya barajaba su desaparición en el marco de una reforma de los jardines. Para ello, se dirigió a las dos asociaciones de arquitectos existentes entonces en Gipuzkoa para que se manifestaran al respecto. Una de ellas expuso que el monumento no constituía un acierto, quizá por razones debidas al emplazamiento que ocupaba y que no estaba en relación con su carácter o a la deficiente ejecución del proyecto elegido en su día por el jurado. No obstante, fue el mejor proyecto de los que se presentaron. En opinión de la otra asociación, con la desaparición del monumento no sufriría «menoscabo el buen aspecto estético de la ciudad». También se consultó a la reina María Cristina, y a ella tampoco le agradaba el conjunto. Así, la Comisión de Obras propuso se acordara desmontar y retirar el monumento. Su duración fue efímera ya que el 5 de febrero de 1924 comenzaron las obras de despiece.
Algunos vecinos protestaron por las 125.000 pesetas de fondos públicos utilizadas y la suscripción popular destinada al monumento. Asimismo, significadas damas de la aristocracia donostiarra, sorprendidas y sentidas por la decisión del derribo, enviaron a la prensa un escrito de protesta dirigido al alcalde Vega de Seoane en el que valoraban las cualidades artísticas del monumento.
Aun cuando fue el alcalde quien propuso la realización de la reforma de los jardines de Alderdi-Eder, en realidad el autor exclusivo de la iniciativa fue el director de Paseos, Jardines y Arbolados del Ayuntamiento, señor Benito Menéndez, quien en 1924 sustituyó los jardines existentes hasta entonces por unos nuevos, ya sin el monumento y muy parecidos a los de hoy.
El ave fénix y algunos restos del monumento se encuentran hoy en el Cementerio de los Ingleses del monte Urgull. Los personajes de la reunión de Zubieta, mutilados, forman parte de la escultura Ateak–Puertas de la plaza de Irun. La estatua de María Cristina, se trasladó a los jardines de Ondarreta, pero el año 1936 fue fundida para la fabricación de munición. Tras la contienda civil, el 26 de abril de 1942 fue repuesta en su pedestal anterior, en obra copia del original realizada por el escultor José Díaz Bueno (1890-1979). Hoy preside los jardines de Ondarreta.
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