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«La mujer es muy muy territorial. ¿El hombre? Simple: se deja hacer»Nació, como sus hermanas Idoia y Lorea, en Irun. Vivió con sus padres, Ángel y Angélica, en La Cuesta de San Marcial pero a los ... 7 años ya era alumna de Elizaran. Una inyección mal puesta le provocó parálisis en una de sus piernas, una decena de operaciones y una incapacidad laboral para trabajar de pie. Lo que no le ha impedido haber vendido en Aristegui camisas a Malkovich y charlar con la Maura. Ni tener dos hijos, Diego y Ane. Ni sacar adelante Asiss, empresa de asistencia personal.
– Aquí, en este trozo de Gran Vía, antes se vendieron naranjas de Valencia y más antes las chicas cafeteras y pasteleras que ahora están en l Avenida de Ategorrieta abrieron su primer Meyvi. Un sitio historiado. Antes Asiss estuvo en Zabaleta. Siempre protegido por San Pancracio y por La Milagrosa de Elizaran.
– Y por mi pintalabios. Rojo, siempre rojo. Malo si dejo de pintarme los labios. Es un símbolo de que voy a por todas. Una señal. Pero no hablo solo por mí. Creo que es algo muy nuestro, muy de las mujeres. Mientras, si es que vosotras sois de las que se pintan, nos maquillemos y nos pintemos los labios, estamos en pie de batalla, de comernos el mundo. Cuando dejamos de hacerlo, no siempre, es un indicativo de que la vida se nos empieza a hacer dura. Pero conste que no siempre y no en todos los casos. Hay mujeres para quienes bajarse de los tacones es un signo de decadencia...
– Recuerdo a, precisamente, Carmen Maura en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'...
– Y yo me veo a mí misma a mis 18 años. Mi pierna estaba tan mal que hasta que tomó cartas en el asunto el gran traumatólogo que fue el doctor Barnes, calcé bota y hierros ortopédicos. Ahora puede parecer una tontería pero en aquellos 18 años míos ver a todas mis amigas con tacones y yo con aparato hacía daño. Pero eso sí, los 16 años que pasé de vendedora en Aristegui, el clásico estiloso de Bengoetxea 3, fueron pletóricos. Cuando me declararon incapacitada para trabajar de pie...
–... ¿Se te hundió el mundo?
– Casi. Recuerdo haber ido a decenas de cursillos (de cerámica, de pintura...) para no perder el contacto con la gente.
– Y ahora, lideresa de una empresa de asistencia personal y limpieza con vistas a la Plaza Cataluña y un par de buenos bares. No me extraña que no quieras dar una imagen triste, con tacatas y servicio para ancianos...
– Yo lucho para no unir irremediablemente la asistencia personal a la idea de decrepitud o de última revuelta de nuestro camino vital. También es, sí, un servicio para momentos duros. Pero no siempre. Acaso pasa, simplemente, que llegas a un estadio de tu vida cuando ya no te apetece cocinar. ¿Por que no contratar a alguien para que te haga la comida? O, ¿no te parece un espanto tener que planchar tus camisas?
– Respuesta afirmativa a ambas preguntas pero parece que ha llegado el momento de explicar la frase del titular, ¿no?
– Creo que sí. Desde que abrimos Asiss me he ido dando cuenta de esas dos cosas comentadas en negro sobre blanco. Las mujeres somos muy muy muy territoriales y nos cuesta que alguien entre en nuestra casa, trajine con nuestros cacharros, cambie de sitio los útiles de limpieza, las plantas o la ropa en el armario. Y por supuesto, no falta a quien no le sienta nada bien que otra mujer prepare unas croquetas, una porrusalda o un guisado y, aunque no lo reconocerás jamás, lo haga mejor que tú. Ah, también somos reacias (repito, no generalicemos) a que sea un hombre y no una de las nuestras quien asuma las tareas del hogar que a nosotras ya no nos apetece o no podemos hacer.
– Vaya con las hermanas. ¿Y ellos? Algunos parecen bien majos. No es de extrañar, suelen delegar en su pareja hasta la compra de sus mudas...
– Mayormente se dejan hacer. Hay profesionales jóvenes que contratan nuestro servicio de planchado de camisas y el hecho de verlas bien colgadas en las perchas les basta. Las chicas estamos cambiando, no creas. Puede que hasta antesdeayer no estuviera bien visto que no te ocuparas tú misma de tu casa. Aunque trabajaras fuera y, además asistieras a las reuniones de padres del colegio de tus hijos. Ahora muchas, delegan el cuidado del hogar.
– Interesante... Tendrás que haber aprendido muchas cosas para sacar adelante esta empresa. Y sabrás más que antes sobre nosotros, los humanos.
– Empecé de cero. No sabía nada, por ejemplo, de la Ley de Dependencia. Con el tiempo controlo las ayudas institucionales que podemos recibir los donostiarras, los guipuzcoanos, los vascos. Estamos bien protegidos. Más que en otras comunidades. Y de nosotros, los humanos, ahora sé latín. Un ejemplo, no pienses que todos sepamos que la experiencia es un grado. Hay señoras que prefieren que les ayude una chica joven y no una mujer de 50 años...
– En el mundo ¿hacia dónde camina la asistencia personal?
– Va a sonar provocativo pero hay países donde se ha avanzado en la idea de la asistencia sexual a personas incapacitadas. Pero para eso hay que asumir la sexualidad como algo sano, una necesidad más de nosotros, los humanos.
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