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La sede de la Guardia Municipal en Morlans, donde se ubica la Unidad de Objetos Perdidos, es la segunda casa de aquellos despistados que tienen ... casi por costumbre perder cada cosa que tocan. Todos ellos han escuchado infinidad de veces la famosa frase «algún día perderás la cabeza», aunque, por fortuna, se trata de un hecho físicamente imposible. También por suerte, muchos de los enseres extraviados que aquí se recogen vuelven a las manos de quienes, en un descuido, los perdieron.
Nada más entrar a las dependencias, a mano derecha, pueden encontrarse dos grandes vitrinas de cristal y otras dos más pequeñas, en las que se muestra una hermosa colección de objetos que usamos a diario y otros más variopintos. Podría decirse que se trata de una exposición permanente, que día a día renueva su colección. Cada jornada suelen registrarse entre 50 y 60 objetos, muchos de ellos entregados desde Dbus, Euskotren, la estación de autobuses, establecimientos o centros culturales. Todos ellos son fotografiados y colgados en la web del Ayuntamiento, lo que agiliza el proceso de localización de los mismos por parte de los propietarios.
En el año 2018 se registraron un total de 19.141 objetos, mil más que el año anterior -recibieron 18.150-. «Es más que posible que este año volvamos a superar esta cifra, porque en los dos primeros meses ya hemos registrado 150 objetos más que en el mismo periodo de 2018», explica el concejal de Seguridad Ciudadana, Martin Ibabe (PNV).
Los bienes más comunes son llaves, carteras, documentos, móviles, gafas de sol o graduadas y muchos, muchos paraguas. Aunque también suelen recibir bastones, muletas, todo tipo de complementos -como gorros, bufandas, guantes, sombreros-, mochilas, maletas, medicamentos, cascos de moto, comida, dinero y bisutería como relojes, pendientes, pulseras, anillos o collares.
Algunos de los objetos más especiales que recibe la Guardia Municipal son, entre otros, sombrillas de playa, sillas de ruedas, cochecitos de niños, billetes de lotería, partituras de música, instrumentos de música, patinetes, raquetas de tenis o, incluso, enseres tan curiosos como dentaduras postizas o extintores.
Todos los objetos se depositan en las vitrinas durante un mes, a excepción de los paraguas, que solo lo hacen durante una semana. Transcurrido este periodo, se retiran y se les asigna un destino u otro dependiendo de sus características.
«A todos los objetos se les da salida. Por ejemplo, la comida, ropa, mochilas, maletas, bastones, cochecitos de bebé y paraguas se entregan a asociaciones como Emaús, Cáritas, Rais Euskadi, Donostiako Harrera Sarea o a las asistentas sociales del Ayuntamiento, entre otras», señala el edil. Por su parte, las gafas se entregan a la oenegé Ojos del Mundo, los audífonos a GAES «para que los hagan llegar a diferentes asociaciones», y los instrumentos de música a la Escuela Municipal de Música y Danza. Cuando surgen dudas acerca de cuál debería ser el destino de ciertos efectos, ya sea porque es la primera vez que reciben uno de esas características o porque acumulan una cantidad importante de bienes del mismo tipo -como ocurrió recientemente con unos cuantos patinetes- se contacta con la Coordinadora de ONGD de Euskadi, quien indica qué entidad podría estar interesada en ellos.
Dada la cantidad de objetos que reciben, todo el espacio de almacenamiento del que disponen es poco. Por ello, se han debido reducir los plazos de depósito en comisaría. «Es una cuestión de logística, son muchos los elementos que recuperamos y algunos se pueden pasar meses y meses ahí sin que nadie los reclame», subraya el concejal.
En el caso de los objetos de valor o de dinero, si nadie los reclama durante un periodo de dos años, se devuelven a la persona que los depositó. «Hay gente que viene a comisaría con sobres de dinero sin nombre. El año pasado, por ejemplo, recibimos uno con 1.100 euros. Por otro lado, hay unas cuantas entregas que superan los 500 euros», apunta Cristina, la agente 501 de la Guardia Municipal, al tiempo que muestra una gran cantidad de sobres que guardan billetes en su interior. «La gente no se cree que pasado este periodo se les vaya a devolver el dinero, pero lo cierto es que es bastante habitual que transcurridos los dos años llamemos a los depositarios para que vengan a recogerlo», añade.
En la actualidad y con las redes sociales, la Unidad de Objetos Perdidos dispone de más herramientas para localizar a los titulares de las carteras y los propietarios de muchos teléfonos. Se reciben una media de 50 o 60 dispositivos móviles al mes.
Los únicos bienes que si no vuelven a las manos de sus dueños no acaban en las de nadie son, precisamente, los teléfonos móviles. «Todos los objetos que puedan contener datos de tipo personal se destruyen y no se entregan a ningún particular», explica la agente.
Pero, ¿qué pasa con los objetos de valor que nadie reclama, cuando no existe una persona física que lo haya entregado? «Se los damos al Ayuntamiento y ellos lo subastan», explica Cristina.
19.141 objetos perdidos y recibidos en las oficinas en 2018, mil más que el año anterior, cuando se registraron 18.150. Se prevé que este año se vuelva a superar esta cifra.
80% se devuelven. Los propietarios pueden acudir directamente a las dependencias policiales, aunque también pueden realizar una consulta a través de la web www.donostia.eus
2 años es el tiempo que se guardan los objetos de más valor. Transcurrido este periodo y si nadie los reclama, se devuelven al depositante o se subastan.
Quienes hayan perdido algún objeto pueden optar por una de las dos vías disponibles para comprobar si sus pertenencias han sido entregadas en la Guardia Municipal. O bien dirigirse a la sede, en la Rotonda de Morlans 1, o bien realizar una consulta en el catálogo online a través de la web del Ayuntamiento, clicando en el apartado de objetos perdidos. «En torno al 80% de ellos vuelve a las manos de quienes los perdieron», apunta Cristina.
Cualquier persona que encuentre algo en la calle puede entregarlo en comisaría, Ayuntamiento, oficinas de Easo y Alza e incluso a cualquier agente de la Guardia Municipal o de Movilidad. «Hay quienes, por miedo a que se les acuse de haber robado el objeto que venían a entregar, lo introducen en los buzones amarillos de correos. Es curioso, pero a través de este medio nos llegan muchas pertenencias», apostilla.
A modo de último apunte, la agente 501 se congratula de que la Unidad de Objetos Perdidos de Donostia «es una referencia en el Estado. El centro informático municipal funciona tan bien que han venido de otras ciudades para aprender cómo gestionamos este servicio».
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