
Ciudadanos | Mehmet Sönmez ('Orman')
«Como en una pareja, si no te acoplas a tu grupo de jazz, de tango, mejor vete»Secciones
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Ciudadanos | Mehmet Sönmez ('Orman')
«Como en una pareja, si no te acoplas a tu grupo de jazz, de tango, mejor vete»Nació en Sultandagi, Anatolia, vive en Errenteria, tiene una hija de 12 años y es contrabajo en la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Ama el piano, ... el tango, el jazz. Junto a Anne-Marie Harmat (violín), Itziar Prieto (violín), Natacha Dupuy-Scordamaglia (viola), Pascale Michaud (violonchelo), Sara Zufiaurre (clarinete), Anne Charlotte Lacroix (fagot) y Marcos Cruz (trompa) forma parte del octeto Belharra que en febrero tocó el 'Quinteto para cuerdas nº2' de Dvorak en una 'matinée' de Miramon.
– Cuando la Orquesta Sinfónica de Euskadi nació, hace 42 años, tú tenías cuatro...
– Y a los cinco empezaría a tocar en bodas y banquetes junto a mi padre (Unal) y otros músicos. Acompañados de una cantante, Emine, que siempre desafinaba. Empezaba en Sol Mayor y acababa en Do Mayor. No, no lo digo con rencor. Al contrario, como yo debía seguirla me enseñó a ser un buen improvisador, a salir de cualquier embrollo musical dignamente. En cuanto a la OSE...
– ¿Sí?
– Todavía es joven. Está, estamos, (hace cinco años que formo parte de ella) buscando su, nuestro, estilo. Yo te diría que para que una orquesta vaya creando su propia tradición son necesarios unos cien años.
– ¿Tantos?
– Es mi opinión. Se necesita tiempo para que convivan varias generaciones de maestros, de músicos, y así los jóvenes compartan la experiencias, las vivencias, de los veteranos y éstos rejuvenezcan con las ideas y las maneras de sentir la música de los nuevos. Poco a poco se va creando poso, se va llenando de sentido la sinfónica. No hay prisa pero hay que ir rápido. Como mi país con la música clásica.
– ¿Qué quieres decir con eso?
– Somos un pueblo cruce de culturas. Fronterizo con Bulgaria y el mar Negro; con Georgia y Armenia; con Irán, Irak, Siria el Mediterráneo; con el mar Egeo y Grecia. Además de que quisimos conquistar la Viena de Mozart y Beethoven. En el siglo XX muchos de los nuestros emigraron a Alemania... Todas las músicas se nos entremezclan. Cuando Atatürk decidió, en las postrimerías del XIX, hacer de mi país un estado moderno, democrático y laico también pensó, pensaron (él y su gente), en la música clásica europea. Y tuvimos que ir rápido porque íbamos tarde.
– Entendido. Cuéntame, ¿tocabas en la orquesta de tu padre a los cinco años? ¿Qué, cómo?
– Muchos instrumentos. Casi todos. En realidad, reemplaza a cualquier músico que no hubiese podido juntarse para la ocasión. Recuerdo tocar el darbuka, ese instrumento de percusión que en su forma se parece al atabal. Recuerdo también que cuando tocaba el Qanum, instrumento de cuerda pulsada (imaginaos un salterio...) que has de usar sentado, con él apoyado en las rodillas era tan pequeño yo que los pies no me llegaban al suelo y tenía que poner cada pierna en una silla para poder mantener el Qanun sobre mi cuerpo.
– Entraste al conservatorio de Ankara. Tú querías piano pero...
– El piano ha sido siempre mi amor. Creo que porque en cuanto lo tocas, suena. Quiero decir, pones un dedo en una tecla y sale un sonido. Y eso para un niño es fascinante porque no resulta tan fácil con otros instrumentos.
– Y si el piano fue tu amor al primer toque, ¿cómo eres contrabajista?
– Cuando me presenté ante mis maestros me dijeron que tenía los dedos y la envergadura de cuerpo perfectos, adecuados para el contrabajo. Yo no había visto ninguno y me aterroricé al descubrir aquella gigantesca caja de resonancia en forma de 8, aquel mástil tan largo y con clavijas, aquel arco tan grande.
– Pero antes de los 18 ya eras miembro de pleno derecho en una orquesta de Aix, en Provence, la Jeunes de la Méditerranée, que reunía a jóvenes de toda la costa mediterránea.
– El ambiente era tan joven, tan luminoso, tan... mediterráneo, que fui muy feliz. Entonces sí, entonces amé mi instrumento. Descubrí sus hermosos colores, su profundidad, que a veces le hace parecer pura percusión. Amé sus notas graves y me sorprendieron sus agudos. Me gustó que en algunos momentos pudiera parecer burlón y sentí el poder de ser tú quien decide los acordes de la armonía. Estudié, estudié, estudié. Sin embargo, aquí estoy... ¡a punto de debutar como pianista de tango! En el Dabadaba. Con Elle Fun Tango, la banda compuesta por German Sigwald, Yann Seyrac ySergio Schmitow; domingo de milonga.
– Mehmet Sönmaz, de nombre artístico 'Orman' que significa 'bosque'... ¿por qué el tango?
– Te va a sorprender pero en los años 80 era muy habitual que las bodas en Turquía comenzasen tocando...¡'La comparsita'!
– (...) 'Desde el día en que te fuiste siento angustias en mi pecho. Decí, percanta, qué has hecho de mi pobre corazón (...)'.
– Amo el tango. El jazz, músicas de rebelión y calle donde, como en la vida, si fallas puedes volver a empezar, tocando con bandas donde has de fluir todos juntos. Si no, como en una pareja, es mejor no forzar nada y marcharte.
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