«Me da mucha pena, pero ha llegado la hora de jubilarme». Ana Oset ha comenzado hace unas semanas a despedirse de la clientela a la que atiende desde hace más de cuatro décadas en Pescadería Pascuala, un negocio clásico de la calle San Lorenzo ... de la Parte Vieja donostiarra. «Estamos cogiendo pedidos de Navidad, pero una vez que pasen estas fechas y el día de San Sebastián echaremos el cierre», explica con pena esta mujer de 71 años que lleva desde los 14 entre pescados y mariscos.
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Se inició como pescatera de niña, en el puesto Ernestina que su tía abuela Cristina Bernués regentaba en el antiguo Mercado de San Martín. Ahí aprendió el oficio, a limpiar y cuidar con mimo un producto de calidad y a despacharlo con simpatía. Ese bagaje le permitió años después ponerse al frente junto a su marido de Pescadería Pascuala, todo un referente en el sector. «Mi marido proveía de pescado a la antigua Pascuala, de ahí el nombre», indica.
Como pasa con tantos y tantos negocios familiares, la falta de relevo generacional está detrás de este próximo cierre en la Parte Viaje donostiarra, que ve como otro de sus locales de toda la vida baja la persiana. «Las nuevas generaciones no quieren trabajar en esto, mira también lo que ha pasado con Los Italianos», señala en referencia al reciente final de otro clásico establecimiento del barrio que tampoco encontró a nadie que quisiera seguir con el negocio. «Mi ilusión es que alguien coja esto y que este local siga siendo una pescadería, pero está difícil», reconoce, al tiempo que critica que mecanismos como el ticket bai «lo ha complicado todo más y va a hundir al pequeño comercio».
Hasta que llegue el momento de decir adiós Ana y los miembros de su familia que le acompañan detrás del mostrador -su hijo, su cuñada...- tienen unas intensas semanas por delante. «Ahora estamos sin parar con los pedidos para Navidad. Aguantaremos este mes y enero, pero en febrero cerramos», señala. Aún no han fijado un día, pero «será en febrero», insiste. «Si no me pongo un plazo no me jubilo nunca y ya ha llegado el momento», manifiesta.
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Por otra parte, fuentes cercanas a los dueños de la Churrería Santa Lucía, otro establecimiento icónico de la Parte Vieja donostiarra, han desmentido los rumores que vienen circulando en las últimas semanas sobre un posible cierre del local, ubicado en la calle Puerto. «No hay nada de nada, seguimos funcionando con normalidad y no hay ninguna previsión de cierre», han asegurado a este periódico.
La Churrería Santa Lucía abrió sus puertas en el año 1956 y es uno de los locales con más solera de la capital guipuzcoana, un lugar en el que han disfrutado distintas generaciones de donostiarras y guipuzcoanos.
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