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Dorleta Ortiz de Elguea, en una sala de exposiciones. JESÚS ANDRADE
«Si tu pintura es tu reflejo, no aceptar la obra es, sin más, negarte a ti misma»

Ciudadanos

«Si tu pintura es tu reflejo, no aceptar la obra es, sin más, negarte a ti misma»

Dorleta Ortiz de Elguea presentó su libro y se fue a ver la antológica de Isabel Herguera

Begoña del Teso

San Sebastián

Miércoles, 2 de octubre 2024, 07:24

Estampas y palabras. 21 artistas vascos contemporáneos' se titula el libro de esta pintora y escritora vitoriana que ha vivido entre Errenteria y Oiartzun, expuesto en Torre Luzea de Zarautz y en el Palacio Aranburu de Tolosa. Fue alumna de Guardamino en Donostia y volvió aquí para hablar de su obra en el convento de Santa Teresa, sala de conferencias provisional del KMK. Retornó rápido a Gasteiz porque tiene magna exposición en el centro cultural Monterroso. Traía sus libros en una bolsa de ZAS, el espacio cultural independiente de la capital alavesa.

– Le conoces bien. Tanto que juntos publicasteis un cuento de estilo gótico moderno titulado 'Un cadáver delicioso'. Así que dime, ¿ es cierto?

– ¿El qué?

– Que Aramburu Eguizábal, el artista conocido como Detritus, caminó sobre sus manos hasta la tumba de H P Lovecraft, el autor de los fundacionales 'Mitos de Cthulhu».

– Lo hizo, sí. Aprovechando que exponía dónde y en Providence, Estados Unidos, lugar de peregrinación de los amantes del horror cósmico por ser donde nació Lovecraft. Quien haya leído relatos como 'El Wendigo' lo entenderá. Entenderá por qué alguien tan hermosa y melancólicamente apocalíptico ('No es una catástrofe mundial, es que estoy paranoico' se lee en uno de sus cuadros recogidos en mi libro) como Detritus fuera sobre sus manos a rendir homenaje a quien ideó el libro 'El Necronomicón'.

– Ni tampoco resulta extravagante que entre la pandemia y la pospandemia sacaseis, con vuestra propia editorial, Antiguos Impresores, un cuento ilustrado titulado 'Un cadáver delicioso' del que ya no quedan más que un par de ejemplares en colecciones privadas.

– Hace unos días que se vendieron los últimos cinco en la librería Anti, que está pegada a la ría de Bilbao y es independiente y diferente. Detritus y yo teníamos ganas de hacer algo juntos y nos salió un relato al principio muy surrealista pero en el que poco a poco todo va encajando. Hay una artista dentro. Y su 'doppelgänger', ese 'doble' que todos tenemos, tan querido por los cuentista del horror centroeuropeo.

– Antes de conocer a Detritus, de entrar en el estudio de Amable Arias y de tener una antológica en Monterroso, tú empezaste... ¡pintando una camisa!

– Sí. Yo tendría unos quince años y la camisa era blanca y de mi padre. Con un pincel muy fino tracé unas figuras que solía hacer por aquel entonces: se trataba de entes extraños, ligeros, flotantes, de colores suaves, evocadores de los seres que habitan en las profundidades abisales.

– Tu padre, ¿se enfadó?

– Al contrario, le encantó. Se fue a nuestra biblioteca, cogió un grueso catálogo de pintores vascos, buscó entre las páginas y me señaló unas figuras asombrosas, de colores etéreos y extraña liviandad. Eran parte de la obra de Amable Arias. Yo por aquel entonces ni siquiera sabía que Amable pudiera ser un nombre de persona. Sí intuía ya que el arte es una enfermedad cuyos síntomas se manifiestan muy pronto.

– La imagen es poderosa pero, ¿qué quieres decir?

– Eres artista desde siempre. Desde que eres una niña, antes de ser joven. Txaro Arrazola, cuyo retrato esbozo en mi libro, se recuerda en su infancia coloreando y pintando en los álbumes de cromos 'Vida y Color'. No le bastaba seguir las líneas. Sus lápices, sus pinturas, las desbordaban, se desparramaban más allá de los contornos. Juan Pablo Álvarez Merino, al que también retrato como escritora (mis estampas se acompañan de una foto del artista y reproducciones de su obra), como no le dejaban pintar, copiaba candelarios...

– Cuéntanos la historia de Menox, 'perforwomance' que admira a Esther Ferrer y Yoko Ono.

– De niña parecía 'normalita'. Tanto que su destino era o estudiar algo que se llamó reforma de enseñanzas medias o peluquería. Un profesor de plástica se dio cuenta de que no era así de 'normalita' y le avisó de que en Soria acababan de poner en marcha la experiencia del Bachillerato Artístico. Allá que se fue. Hoy restaura cuadros de Picasso y como 'perforwomance' actúa y sorprende en el FestiMad.

– ¿Es verdad eso que cuentan de que no limpias tus pinceles?

– Lo es. Tampoco lo hacía Bacon. Cuando lo supe, me llevé una gran alegría. Soy patológicamente desordenada. Pero no me importa. Uso los pinceles hasta que no son más que un palo, sin un pelo. Quizás me sería más cómodo pintar con pinceles nuevos y limpios pero, sin paleta, directamente del pincel sucio al lienzo, me va bien.

– Recuperando la frase del titular, has aceptado tu obra y no te niegas a ti misma.

– Cuesta, no creas. A veces eres hiperexigente, buscas el virtuosismo total y vas hacia una idea que es puro ideal. Cuando ves el resultado, flipas con lo que ha salido. Entras en crisis. Pero eso, si no aceptas tu obra, te niegas a ti.

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