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«Antes quería cambiar el mundo; hoy sé que antes he de cambiarme yo»Nacida en Bogotá, su barrio era Cagica, a las afueras. Licenciada en Psicología, se vino a la UPV a hacer un máster en Intervención Psicosocial ... y psicología de las organizaciones. Vivió dos años en Vitoria y lleva tres en Donostia. Conoció varios infiernos (violencia de género, hambre, dormir en la calle) y ha encontrado un puñado de ángeles (sus vecinos de la plaza de los Amezketa, los padres carmelitas, la gente de Bizibide y de Sartu...). Diagnosticada de fibromialgia, trastorno del movimiento y afectación neurológica, no se rinde. Ha organizado para el lunes en el hotel Amara Plaza una sesión informativa sobre la migraña que durará desde primera hora de la mañana hasta bien pasado el mediodía. Habrá música, café y un rato de biodanza.
– Serás una de las pocas personas que puede aparcar su scooter en el interior mismo del Piano Bar del Amara Plaza...
– Tengo suerte ¿que no? Mis problemas neurológicos entorpecen mi movilidad. Los padres carmelitas de la calle Easo me han prestado este scooter que ha sido mi salvación. Me desplazo por los bidegorris y las aceras. En mis trayectos encuentro gente magnífica como el chico que corrió detrás de mi vehículo para entregarme la mochila que se me había caído. Eso sí, no sabes cómo vibran ciertas calles.
– ¿¿Vibrar!!
– Y tanto. No me lo imaginaba, pero algunas te transmiten, a través de las ruedas, el asiento y el manillar una vibración que, vaya, molesta bastante. Y es que a veces, os lo juro, lloro de dolor.
– Lo siento. Pero otras veces, ríes de alegría. Como con aquella luna del mes de agosto.
– Sucedió el día 19. Sabes que fue una superluna, La luna Esturión la llaman. Yo llevaba un mes sin salir, por los dolores, de mi habitación alquilada en la plaza de los Amezketa. Me desperté en mitad de la noche y la vi frente a la ventana. Me levanté como pude, la miré y le dije, porque así lo sentía, 'como yo no puedo salir a buscarte, tú has venido a mí. Gracias'.
– Acabas de ponerte botox. Pero no para mejorarte ni los pómulos ni rellenarte los labios.
– Al contrario, botox como remedio contra la migraña. Me lo ponen en la Unidad de Cefalea del Hospital Donostia. Lo inyectan desde la frente hacia toda la cabeza. De alguna manera te duermen, creo, los músculos. No es inmediato, me sigue doliendo ahora pero poco a poco sientes alivio.
– Habrá sido un camino duro. Lo seguirá siendo, supongo.
– Muy duro. Primero tuve que luchar, a mi llegada, contra todas las ideas preconcebidas sobre las mujeres de mi país, o me prostituía o era una mantenida o había sido una 'mula' o venía sin papeles. Luchas contra los prejuicios y tampoco sabes moverte entre las instituciones ni con el papeleo. Hoy tengo unas ayudas sociales de base y un diagnóstico. Conseguido vía sanidad privada. Ahorré para buscar consulta fuera de la Seguridad Social. He de agradecer mucho al doctor Adolfo López de Munain.
– Vaya, responsable del área de Neurociencias de Biodonostia, galardonado con el Premio SEN-Enfermedades Neurológicas.
– Tener un diagnóstico de verdad a todo mi malestar y todos mis dolores ha sido fundamental, el punto de partida para poder iniciar una nueva etapa de mi vida, para admitir que mi prioridad no es ya como cuando empecé la carrera en mi país allá por 2004, salvar, cambiar, ayudar al mundo sino cambiarme, salvarme, ayudarme a mí. Supongo que me he vuelto egoísta pero también creo que si una cambia, se cuida, se salva empieza a salvar y a cambiar el mundo.
– No pienso que andes muy descaminada. Por de pronto, utilizas tu migraña para volver a ser la psicóloga que soñaste y fuiste; el lunes sesión informativa sobre esta enfermedad invisible. Será una charla pero también habrá música. Y biodanza.
– Entre los ángeles que he tropezado aquí se encuentran un puñado de músicos (María e Iñaki, pianistas) que me acompañarán. Creo en el poder sanador de la música. Y del baile. Cierto, no puedo bailar con las piernas pero sí con los brazos. Hace cinco años que no organizo una de estas sesiones. Siento ilusión y vértigo. Soy muy histriónica, me gusta el escenario. En cuanto a la música, ¿qué quieres? Me hace acordarme de mi padre, Gianni. Cantaba, tocaba la guitarra. A veces escucho su voz y vuelvo para allá y a aquellos tiempos en que yo era más generosa e incluso creía que el dinero no era importante.
– ¿Has cambiado de opinión?
– Bastante. El dinero da paz. Ni siquiera te mueres igual si eres rico o pobre. Incluso, fíjate, yo logré mi diagnóstico gracias al dinero pero hubiese necesitado más para el tratamiento y para poder vivir mi enfermedad sin preocupaciones de alquiler, comida y más.
– Tienes también ayuda psicológica. Ha de ser terrible ser la psicóloga de una psicóloga.
– Y tanto. Yo lo tenía todo en la cabeza, mis ideas sobre el conductivismo, todo; pero no las había llevado a mi interior, a mi yo. Al principio no podía entender que mi psicóloga durante unas cuantas sesiones me dijera, simplemente, 'respira'. Hoy sé que es tan importante como que un vecino te salude mientras te tomas tu café y otro te sostenga la puerta del portal.
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