
Ciudadanos | Mirena González Medinilla
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Ciudadanos | Mirena González Medinilla
«No le quites a la clienta la idea que trae; discútela con ella, asesórala»Maite Bueno, una de las grandes peluqueras de Amara (trasera de Carlos I, 18) se jubiló con todos los honores en junio. Una de sus ... colaboradoras (Mirena, nacida en Santa Clara, Cuba, hija de Teresa, esposa de Edel, madre de Jon) recogió todo lo que con Maite y las demás compañeras había aprendido y abrió su propio salón de belleza integral en agosto. ¿Dónde? En Podavines 4, frente a lo que en otros tiempos fueron las oficinas de la Seguridad Social. Suele tomar el café en el Bar Kimboa y algún aperitivo en el Victoria 10 de la avenida de Madrid. Antes de coger el Topo hacia Lasarte, donde vive.
– ¿Ya querías ser peluquera en Santa Clara, ciudad del centro de esa isla caribeña que parece un lagarto tendido sobre el mar?
– En realidad empecé a estudiar veterinaria pero siempre me había interesado la estética. Fíjate, en Cuba los estudios de peluquería se llaman de 'Belleza Integral'. Y yo los cursé. Y como era joven, me pasaba lo que a toda la juventud, sentía que podía abarcar muchas cosas y me atrevía con todo. Hasta me encargué de la puesta a punto de un hotel. O conduje espectáculos que en otros alojamientos para viajeros mostraban la moda (vestidos pintados a mano), la artesanía, el folklore cubano. Más tarde Edel y yo nos conocimos. Nos casamos. Al tiempo él se vino aquí. Me dijo 'vente'. Me advirtió también que hacía frío.
– ¿Y?
– Pues que pensé que no sería para tanto. Pero lo era. Llegué en febrero. Directa del Caribe. Hacía frío. Peor todavía, llevaba ocho años sin nevar y aquel año nevó. Cierto que vi la nieve por primera vez. Y me gustó. Pero solo para un ratito. Recuerdo haber venido a Amara a hacer los papeles de extranjería en las antiguas dependencias de la Policía Nacional. Nunca imaginé que este sería mi barrio ni que acabaría abriendo aquí mi negocio propio.
– Más pronto que tarde entraste en la peluquería de Maite.
– Eternamente agradecida. He tenido la suerte de haber estado rodeada de grandes peluqueras. Cierto, la base de nuestra profesión, de nuestro arte, es igual aquí que en Cuba pero me acompañaron a entender los matices de una sociedad tan distinta a la cubana, la vasca. Me sorprendió lo mucho y lo bien que se cuidaban las señoras y que se lavaran la cabeza una vez a la semana; me asombró cuánto se preparaban las chicas jóvenes. Y de los chicos...
– ¿Sí? Cuenta.
– Hoy ha cambiado radicalmente, hay barberías para ellos en todas las esquinas y muchos salones (el mío también) atienden tanto a mujeres como a hombres. Pero hace 20 años no pasaba. Los chicos de aquí pisaban la peluquería de ciento en viento. En Santa Clara sucedía lo contrario, no pasaban dos semanas sin que se cortasen el pelo. Ah, otra cosa que me enseñaron las peluqueras de Amara: a poner bien los rulos.
– ¿Los bigudíes? ¿En serio?
– Totalmente. Allí se usan muchísimo menos y yo andaba bastante pez en la técnica.
– Por el contrario, desde Amara a Beasain dicen que eres una maga en el 'balayage' que, francamente, no sé qué es.
– Viene del francés 'balayer', es decir, 'barrer'. Consiste en hacer 'barridos de color'. Se podría decir que es la forma casi suprema de hacer mechas. En vez de un degradado con contraste de medios a puntasse trabaja un aclarado suave de arriba abajo que parece natural. El resultado es una melena luminosa y armoniosa.
– Interesante. ¿Difícil?
– Como todo lo que se quiere y se debe hacer bien. Me gustan los trabajos largos en los que tienes que controlar la decoloración y la colorimetría. Esos en los que debes entender bien el cabello.
– ¿¿'Entender al cabello'!!
– Más que por supuesto. Si el cabello dice 'no' es que no. Hay trabajos que no pueden realizarse precisamente por eso. Porque tu pelo ha dicho que nunca serás una rubia platino, por ejemplo.
– Pero dices que no hay por qué quitarle su idea a la clienta.
– No, pero pienso que una primera entrevista con ella es imprescindible. De mis clientas tengo ficha; sé lo que se han hecho conmigo. De alguien nuevo, no. He de saber si se ha alisado el cabello, si alguna vez se hizo rastas, si se lo decoloró. Todo para descubrir si lo que me pide se puede hacer. Un cabello 'quemado' no admite lo mismo que uno sano. Hay otras preguntas cruciales...
– Hazlas.
– ¿Sabrás mantener el peinado? Yo te enseño, sí, pero si necesitas instrumentos, ¿los tienes? (las más jóvenes, desde luego. Se compran por internet auténticos kits de peluquería y estética). ¿Entiendes que aunque te lo hagas tú en casa, el acabado no será como en una peluquería? Hasta yo y muchas otras profesionales preferimos que nos haga el cabello una de las nuestras antes que hacérnoslo nosotras mismas. Una cuestión más. ¿Qué uso vas a dar a ese corte, a este 'balayage'?
– ¿Uso!
– ¿Vas en moto, a la piscina, trabajas en un ambiente polucionado? Son cosas a tener en cuenta.
– Da cierto vértigo. Pero bonito.
–Como abrir tu propio negocio.
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