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En verano, al no poder acceder a las playas, los dueños de los perros acuden a la rampa con sus mascotas B.C.
El vallado de la discordia rodea el Muelle

El vallado de la discordia rodea el Muelle

El Gobierno Vasco decide cercar el perimetro y la rampa para garantizar la seguridad en una zona de baño prohibido y los vecinos se quejan por la medida

Beatriz Campuzano

San Sebastián

Viernes, 22 de julio 2022

En la rampa del Muelle donostiarra conviven, o al menos así lo han hecho hasta ahora que el Gobierno Vasco ha colocado una valla para controlar el acceso, vecinos tumbados al sol, niños jugando o bajando material, piragüistas o dueños con sus perros. Como es habitual, los días grises no se forman aglomeraciones ni colas para entrar y salir del agua. Las embarcaciones tienen vía libre y suben y bajan sin problema. Pero los días de sol radiante esa cuesta dependiente de la dirección de Puertos se abarrota hasta convertirse en «una playa más». Es entonces cuando salir cargando quillas, remos y velas al hombro conlleva calcular bien el espacio, mantener el equilibro y esquivar a los bañistas.

Con el objetivo de «garantizar la seguridad en una zona de servicios portuarios en la que está prohibido el baño», el Gobierno Vasco ha instalado esta semana una valla en mitad de la rampa que limitará el acceso y solo se abrirá y cerrará «para atender todo tipo de actividades portuarias y no para que la gente se bañe en el puerto donde no está permitido y es peligroso por la de barcos que transitan», según aseguran fuentes de Puertos.

Tanto este cercado, como el del resto del perímetro de los diques, ha sentado como un jarro de agua fría a los vecinos de la Parte Vieja y, especialmente, a los de la zona del Muelle que «siempre han disfrutado de la rampa, se han tumbado al sol o han estado sentado tomando algo con amigos». Una de las afectadas y que pertenece a la asociación de vecinos Kaian Bizi es Itziar León. «Siempre hemos convivido sin problema, nosotros hemos aprendido a nadar aquí», recuerda. León es una de las muchas donostiarras que han crecido en este barrio y que no concibe la idea de impedir el paso. «Nos dicen que es por la seguridad pero no creo que sea así. Se va a dejar de lado el interés público en beneficio del privado. Lo de la seguridad es una excusa que ponen para quitar espacio público. Toda la vida hemos estado ahí y nos hemos bañado en la parte más cercana a la rampa y lo hemos hecho con cuidado», señala.

Tampoco le sorprende que se haya puesto este vallado porque «en alguna ocasión nos hemos reunido con el Gobierno Vasco y ellos nos han dicho que las verjas son porque es una zona peligrosa». «¿Peligroso?», se pregunta. «Peligroso es salir a la bocana, pero no estar en la rampa», defiende. A su juicio, desde la dirección de Puertos están dando cada vez más pasos para hacer «un puerto deportivo y quitarnos espacio a los vecinos».

Paneles en la entrada al puerto donostiarra recuerdan la prohibición de bañarse. B.C.

«Ahora las usan de trampolín»

Bakarne y Ana no creen que «la valla sea la solución», dicen mientras suben la rampa con la trainera al hombro. Usuarias del Urkirolak comentan que una alternativa que satisfaga a todos puede ser «dividir la rampa y habilitar una zona para baño y otra para que las embarcaciones puedan salir y entrar sin complicaciones». «Hemos convivido muchos años y podemos seguir haciéndolo, compartiendo el espacio», añaden.

A Cefe, que suele acudir a esta zona después de dar un paseo con su perro Kai, le «da pena» que vayan a prohibir el paso. «En verano no tengo otro sitio al que llevar al perro a que se refresque. Suelo venir a las ocho de la mañana y así no molesto», explica. A su juicio, el problema es que vienen, sobre todo por las tardes, «mucho jóvenes a tirarse y eso sí que es peligroso».

La rampa, llena de bañista antes de que cercaran el espacio. BORJA LUNA

La opinión de los vecinos es opuesta a la de la asociación de usuarios de recreo del puerto donostiarra Kaiaberri que aplauden que se haya tomado una medida porque la situación era ya «peligrosa». «Cada vez hay más chavales que vienen y se tiran y nosotros, que manejamos embarcaciones y algunas pesan 30 o 40 toneladas no tenemos margen para esquivarlos», avisan. No esconden que salen al mar con miedo, porque están «por todas partes, pero esto no es algo nuevo, viene de lejos. Lo que pasa es que cada verano crece exponencialmente el número de personas. La rampa se ha convertido en una playa más», relatan. Desde la asociación muestran su preocupación por que algunos ciudadanos no son conscientes del peligro que tiene nadar cerca de las hélices o tirarse sin saber qué profundidad hay. Por ello, piden que haya una «mayor presencia policial porque ahora se suben a las vallas y las usan de trampolín».

El club Náutico de San Sebastián, que usa a diario la rampa, tilda de «beneficioso» el vallado por el «bien y la seguridad de todos» y recuerdan que tiene una función portuaria concreta. Y ponen un ejemplo: «Si una zodiac o algún otro barco tiene una vía de agua y la rampa está llena, no tiene dónde vararse. No hay apenas espacio y en caso de emergencia se correría el riesgo de arrollar a alguien al intentar hacerse un hueco».

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