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Ya se hablaba de la necesidad de regenerar Amara Viejo hace más de tres décadas, casi antes de que un joven Odón Elorza comenzara ... sus 20 años como alcalde de la ciudad en 1991, pero fue él quien trazó y lanzó la operación. Cuatro años después de que se entregarán las más de 500 viviendas construidas y habiendo pasado tres alcaldes de diferente color político, la operación se cierra de forma abrupta con la eliminación del espacio comercial previsto bajo el talud verde del inicio de la cuesta de Aldapeta, que había suscitado una importante contestación social y era objeto de dos pleitos judiciales, uno de ellos, en fase embrionaria, impulsado por el propio Elorza.
1998
La regeneración de Amara Viejo se recogía en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1995 y más concretamente en el Plan Especial de 1998 de Elorza que reordenaba por completo la zona tras eliminar el cerro y el muro de San Bartolomé. Además del medio millar de viviendas se construía una gran plaza pública y dos edificios para albergar servicios municipales. Urgía impulsar la operación porque 161 familias estaban con sus viviendas fuera de ordenación.
Esta apuesta urbanística inicial se derrumbó tras las sentencias del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (2001) y el Tribunal Supremo (2004) que no solo impidieron los derribos sino que obligaron a proteger el cerro, el muro de San Bartolomé y la casa de baños de la calle Easo. Solo un año después Elorza le dio la vuelta a la operación de la mano de un acuerdo con el Ministerio del Interior para trasladar el cuartel de la Policía Nacional de Aldapeta al paseo del Urumea. El Ayuntamiento redactó una modificación del PGOU que en 2007 obtuvo el visto bueno de la Diputación. Ese mismo año se aprobó al PAU y en 2008 se validó el proyecto de urbanización y el de reparcelación.
2008
El Ayuntamiento constituyó una sociedad mixta público-privada con varias constructoras propietarias del suelo (San Bartolomé Muinoa) y lideró la operación. Pero la crisis del ladrillo llegaba cabalgando para añadir nuevos interrogantes al proyecto. Hacía falta financiación y era el peor momento para llamar a la puerta de las entidades financieras. Las exigencias de estas obligaron a suscribir un crédito sindicado de 100 millones de euros –bastante más de lo que necesitaba la promotora–, un montante que costó dos años conformar con nueve bancos y cajas, un período que se hizo eterno para las familias de los 14 edificios que serían derribados.
2010
En marzo de 2010 llegó la fumata blanca financiera y dos meses después las excavadoras empezaron a actuar. Eran las 09.30 horas del 6 de mayo cuando Odón Elorza, acompañado por varios de los concejales de su gobierno, dio la señal para que una pala excavadora derribase un pequeño muro que rodeaba el edificio de la calle Arroka 10. Fue un acto sencillo pero cargado de simbolismo, ya que la operación urbanística más importante del centro de la ciudad estaba en marcha después de 20 años de incertidumbre.
La actuación contempla la construcción de 534 nuevas viviendas libres, de las que 174 irían destinadas a realojar a los vecinos. La intervención derribaría las viviendas de los números 4, 5, 6 y 10 de Arroka, 1 y 2 de la plaza Easo, 22 de la calle Easo, alto de San Bartolomé y número 12 de la calle Amara. La operación estaba en marcha, pero la crisis económica avanzaba.
2011
Odón Elorza pierde en 2011 las elecciones municipales y le releva en la Alcaldía Juan Karlos Izagirre (Bildu). La caída de los precios, el bloqueo de la comercialización de los pisos y el agravamiento de la crisis inmobiliaria asustan al Ayuntamiento. Hay que devolver el crédito con sus intereses y en los primeros años solo hay gastos y un horizonte en el que no se ve la salida del túnel.
2013
El ejecutivo municipal interviene en 2012 para engordar los ingresos previstos y buscar un reequilibrio financiero de la operación. Plantea en 2013 a la corporación municipal una modificación del planeamiento, acordado con la plataforma vecinal en defensa del muro de San Bartolomé, para convertir el convento en un hotel, añadir un edificio de viviendas en la parte sur del muro de San Bartolomé, coronar esta pared histórica con un mirador y crear un espacio comercial en la esquina de Easo con la cuesta de Aldapeta. Todo ello se plasma en la modificación del Plan General de 2015 que es apoyado por toda la corporación.
Ese año se procede a desmontar la casa de baños, un edificio histórico sin uso que había quedado protegido en el Peppuc con el grado C, con vía libre para su traslado a otra zona del ámbito. Ese otro emplazamiento era la nueva plaza Arroka, pero su restauración y recolocación tardaría cinco años en producirse. La supresión de la casa de baños era una de las claves de la operación porque permitía construir 30 nuevas viviendas en la calle Easo.
2015
A principios 2015 se inician los derribos de tres edificios de calle y plaza Easo, lo que permitiría ir construyendo la calle Lizarra, el eje viario del nuevo barrio. Las viviendas de la primera fase del proyecto habían sido entregadas dos años antes. Pero ahora el desarrollo comenzaba a subir hacia Aldapeta. En el verano de 2017 se entregaron las llaves de 83 viviendas de los números 7, 9, 11, 13 y 15 de Lizarra y los 12 pisos del edificio de plaza de Easo 2. En noviembre de 2017 comenzó la transformación del antiguo convento San Bartolomé en hotel y en el verano de 2018 se entregaron las llaves de las 62 viviendas de los números pares de la calle Lizarra (4, 6, 8 y 10).
El 13 de agosto de 2018 se derribó villa Zerutxo, simbólica construcción al comienzo de la cuesta de Aldapeta. Nadie podía imaginar entonces que esta demolición se podía haber ahorrado porque el espacio comercial no se llegaría a construir. En octubre de 2018 arrancó la obra de refuerzo estructural y rehabilitación del muro de San Bartolomé que se prolongó durante casi tres años. Al año siguiente le llegó el turno a la reconstrucción, en la nueva plaza Arroka, de la casa de baños, un espacio de planta baja y sótano que se habilitó como sede de Udalinfo.
2021
Ese verano de 2019 la calle Lizarra se abrió al tráfico y en septiembre se cerró definitivamente el carril de subida de la cuesta de Aldapeta. Entre julio de 2020 y marzo de 2021 se fueron entregando las llaves de las últimas viviendas de la promoción, las del Alto de San Bartolomé, una calle que conduce también al hotel Catalonia. En agosto de ese año culminan las obras del nuevo mirador ubicado en la parte superior del muro de San Bartolomé, una zona de estancia a la que se accede desde un ascensor ubicado en la calle Easo.
2023
En enero de 2023 se aprobó definitivamente el plan especial que ordenaba la parcela del centro comercial. Solo tres meses después asociaciones de comerciantes y vecinales del Centro y Amara presentaron un recurso contencioso administrativo ante el TSJPV contra 'la guinda' de la operación. El recurso aún espera sentencia. La promotora San Bartolomé Muinoa había firmado un precontrato con la sociedad Midfield Capital S.L. para la venta de la parcela y en septiembre del año pasado obtuvo licencia para construir el centro comercial. Su idea era abrir en estos 8.000 m² entre 4 y 6 locales, uno de ellos un restaurante y un supermercado, además de cuatro plantas de aparcamiento subterráneo.
En los últimos meses Odón Elorza se ha sumado a la contestación vecinal contra el espacio comercial por una supuesta ilegalidad del planeamiento al no cumplir la dotación mínima de zonas verdes. El exalcalde negó ayer las afirmaciones del PNV, en las que hacía alusión a que el proyecto que abanderó se basaba en precios de 9.000 euros/m2. Elorza asegura que los precios que se manejaron entonces fueron de 6.000 euros/m2,, dato que «se recoge en la propia Modificación del PGOU de 2015, promovida y aprobada por los Alcaldes, Sres. Izagirre y Goia», por lo que, «aunque lo afirme el PNV, nunca hubo riesgo de quiebra».
No hará falta esperar al pronunciamiento de los tribunales porque el viernes el gobierno municipal tomó la decisión de hibernar el centro comercial. Está por ver con qué remate urbanístico y con qué consecuencias económicas, pero la operación San Bartolomé ha llegado a meta.
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