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José Arana frente a suplaza de toros de Atotxa. FOTOTEKA KUTXA
1879: El nacimiento de la Semana Grande
Una fiesta con historia

1879: El nacimiento de la Semana Grande

Una iniciativa taurina de José Arana dio origen a la fiesta, que buscaba recuperar veraneantes tras la guerra carlista

Javier Sada

San Sebastián

Domingo, 11 de agosto 2024, 02:00

Los años setenta del siglo XIX no fueron buenos para el vecindario donostiarra. En plena actividad la tercera guerra carlista y, todavía el 20 de enero de 1876, festividad de San Sebastián, cayendo las bombas sobre la ciudad, se auguraba un incierto futuro.

Cuando el 13 de marzo se firmó la paz en Somorrostro, volvió la tranquilidad a las calles y comenzó la urgente tarea de recuperar el tiempo perdido.

Estación veraniega en auge desde 1845, los últimos episodios bélicos ahuyentaron a cuantas personas habían convertido su playa en obligada cita veraniega y, ahora, los hoteles estaban cerrados y su arena, al igual que la ciudad, vacía.

En las diligencias que llegaban de Madrid se rumoreaba que muchas eran las personas dispuestas a volver a San Sebastián y, a su vez, los viajeros transmitían noticias sobre que el Ayuntamiento estaba dispuesto a recuperar al «forastero perdido». Surgieron numerosas iniciativas individuales y colectivas para volver a la normalidad, pero pocos estaban dispuestos a apostar por un caballo que los pesimistas creían perdedor. Entre esos pocos surgió un personaje, nacido en Eskoriatza, que, nunca mejor dicho, cogió al toro por los cuernos: José Arana.

Episodios bélicosA causa de las guerras, los hoteles estaban cerrados y las playas vacías de visitantesatotxa

Con «cuatro duros en el bolsillo», se dedicó a comprar terrenos en el barrio de San Francisco (hoy Atotxa) para construir en ellos una plaza de toros, contándose que tardó 27 días en hacer realidad su proyecto.

Contra todo pronóstico, el nuevo coso taurino, diseñado por José Goicoa, abrió sus puertas el 16 de julio, incluyendo en el cartel nada más y nada menos que a las principales figuras del momento: Frascuelo y Villaverde, con toros de «las afamadas ganaderías de Laffitte, Saltillo y Vicente Martínez».

Tal fue el éxito que pronto decidió ampliar las dimensiones de la plaza, llegando a tener un aforo de 10.000 personas. «Sustituida la madera por arena prensada y rodeada de fuerte muro, elegantes columnas de fundición sostenían las gradas y los palcos».

Sorprendió la respuesta de los veraneantes y el Ayuntamiento, basándose en ello, al año siguiente, 1877, se propuso, «para hacer agradable la estancia de los bañistas», ofrecer actividades festivas los meses de julio, agosto y septiembre, destacando los conciertos de música en parques y alamedas, con el fin de «convencer al forastero para que cada vez estuviera más días en San Sebastián», quedando claro que el principal aliciente era «el clima benigno que encontraba, cuando huía de los calores del centro y sur de la península».

Con «cuatro duros» en el bolsillo» Arana compró terrenos para construir una plaza de toros

Aquel 1877, José María Insausti, Fermín Machimbarrena, José Díaz, Ignacio Mercader y Juan María Errazu, enviaron un escrito al Ayuntamiento proponiendo, para el próximo año, ampliar la temporada de baños hasta septiembre, pero centrando la fiesta en una semana que coincidiera con el Día de la Virgen de agosto. Se llegó a esta conclusión descartando celebrar la Semana el 31 de julio, San Ignacio, porque los veraneantes todavía estaban llegando, o en la fecha del 8 de septiembre, Virgen del Coro, porque ya se estaban marchando, aunque se acordó dedicar esta primera semana de septiembre a «fiestas propias de la cultura vasca» (Fiestas Euskaras, Semana Vasca, Euskal Jaiak).

Aceptada la propuesta en Pleno municipal, se creó una Comisión con el nombre de 'Música y Espectáculos' que, para 1878, organizó un amplio programa que tenía como colaborador esencial a la Empresa de la Plaza de Toros, comenzándose a difundir los enunciados de 'Gran Semana' y 'Semana Monumental'.

Entre los días 10 y 18 de agosto de aquel año, que podríamos denominar Año Cero de nuestra Semana Grande, hubo gran derroche de dianas, conciertos, bailes, iluminaciones, 'Cecensuscos', jiras por el Urumea, regatas de vela, desfiles, traineras, cucañas, etc.

El promedio de llegadas de forasteros osciló entre los 1.500 y los 2.500 diarios, calculándose en 13.000 los que visitaron San Sebastián el 15 de agosto (Diario de San Sebastián, 1878).

Filosofía de la fiestaLa semana de agosto «para todos» y la de septiembre, para «los de casa»

Aquello de una semana de fiestas, que podía ser efectivo para el incipiente 'tourismo', originó fuertes críticas por parte de los empresarios teatrales «porque restaba público a sus salas», obligando al Ayuntamiento, para el próximo año, a reajustar los horarios de fiestas y conciertos para que no coincidieran con las representaciones de teatro, y también protestas del vecindario «porque la venida de tantas personas originan molestias para el paseo y los precios de los artículos de primera necesidad suben por las nubes».

Y llegó el año 1879 en el que por vez primera se utilizó el slogan Semana Grande. El Diario de San Sebastián publicó lo que sería, resumida, su filosofía: la semana de agosto «para todos» y la de septiembre para «los de casa».

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