![1940-1960: Apogeo del turismo oficial](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/08/15/sada-kB0G--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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La costumbre de que el Gobierno pasara sus vacaciones en San Sebastián, iniciada por la Reina Regente en 1887, seguida por Primo de Rivera y la República, fue mantenida por el Régimen surgido de la guerra civil. Colaboró a ello el que mientras la contienda bélica seguía vigente en España, en San Sebastián, en la calle, apenas duró del 18 de julio al 13 de septiembre de 1936. Otra cosa eran las situaciones personales y familiares, víctimas de exilios, represiones, etc.
Ello hizo que muchas personas vinieran en busca de esa aparente calma, con las playas llenas, donde los autores estrenaban sus obras teatrales y los escritores presentaban sus libros. A esta burguesía, básicamente madrileña, se añadió, como ya ocurrió con la primera gran guerra, la llegada de quienes, algunos con grandes fortunas, huían de allende los Pirineos para estar cerca de la guerra pero fuera de ella.
Alrededor de 30 países fijaron en San Sebastián la residencia estival de sus cónsules o embajadores, con lo que ello suponía de protocolos, actos sociales, etc. Fueron algunos de estos países: Alemania, Noruega, Holanda, Portugal, Sudáfrica, Suiza, Thailandia, Turquía, Zaire, Australia, China, Francia, India, Japón, Finlandia, Italia, Estados Unidos de América, Argentina, Bélgica, Cuba, Chile, Dinamarca, Egipto e Irlanda.
El año 1940, y para que sirviera como residencia del Jefe del Estado mientras estuviera en San Sebastián, por 850.000 pesetas se compró la finca de Ayete, con la condición de que volvería a ser municipal si tal circunstancia se dejaba de dar, cosa que ocurrió en 1977 y se convirtió en parque público.
Celia Gámez triunfaba en el teatro Victoria Eugenia y Conchita Piquer en el Príncipe, el Circo Amar se llenaba en Amara y, en el Hotel María Cristina, con rigurosa etiqueta, la Orquesta Ibarra animaba el aristocrático té de gala, a 50 pesetas la entrada, para festejar los más de diez mil duros recaudados, el día 15, con motivo de la Fiesta de la Flor, asistiendo quienes llenaban las secciones 'Ecos de Sociedad' incluyendo a condes, duques, marqueses y gentes de «la alta y buena sociedad» que habían vuelto a veranear en San Sebastián.
Animación no menor fue la demostrada, el año siguiente, por los aficionados al fútbol cuando la Real Sociedad ascendió a la Primera División. En la 'Bombonera', es decir, en el Frontón Gros, se ofreció homenaje a los jugadores y «a su conductor, Sebastián Silveti», se le impuso la medalla de la Federación Guipuzcoana de Fútbol al tiempo que la Sociedad Amaikak Bat anunciaba su participación en las regatas y Paco Bueno prometía no volver a subir a un ring mientras no encontrara hombres de su clase.
Hubo estos años ración doble, en Semana Grande, para quienes tenían cartilla de racionamiento y para los amantes de la ópera se ofrecían «las mejores temporadas con los mejores cantantes del mundo»: Florencio Tasso, Renata Gonaldi, Laura Lauri, Mino Cavalho y Giuseppe Feamini, interpretando «Tanhausen», «El pescador de perlas», «Rigoletto», etc. En la nómina de personajes figuraron, entre otros, Hussein I de Jordania, presidente de Liechstenstein, Carol exrey de Rumanía, rey Faruk de Egipto, exrey de Italia Humberto II, príncipe Aki Hito de Japón, Williams Tunbar presidente de Liberia...
En 1945 el periodismo donostiarra homenajeó al maestro Pablo Sorozábal, en el 46 Franco acudió por vez primera a la Salve del 14 de agosto y en la prensa pudo leerse que el día 20 «en la Concha se alcanzaron los 53 grados de calor, con una media de 36,6, siendo necesarios los cortes de suministro de agua por las noches».
No cabía duda de que el mundo estaba loco y los gustos, las modas y las costumbres, cambiaban de forma tan radical que no a todas las personas encontró con ánimo para aceptarlo. Razones morales, éticas, religiosas y hasta sanitarias eran puestas sobre la mesa para defender unas u otras posturas y así, la propia Dirección General de Sanidad tuvo que avisar de lo buena que era la sombra ante el peligro del abuso de los baños solares, con el solo afán de tostarse.
La gente joven se aburría en San Sebastián, el Mediterráneo «tiraba» y querían más sol, música y baile en las playas, pero las familias «de orden» no estaban dispuestas al cambio. «El madrileño que no viajaba a San Sebastián en verano parecía estar fuera de un contexto en el que lo que fardaba era regresar a la capital un poco más moreno, con la satisfacción de poder contar el baño de sol tomado cerca de la carpa de un ministro o de un embajador, a quienes junto a los jardines esperaban sus chóferes vigilando el coche oficial que en todos los casos lucía el correspondiente banderín».
Terminaban estas décadas recaudando más de veinte millones de pesetas 'El último cuplé' de Sara Montiel, con la exaltación de los ánimos porque el chiquito había subido de 50 a 60 céntimos, con el enfado por las campañas contra el tabaco y ¡quién lo iba a decir! hasta inaugurando, en 1959, un camping, ¿qué era eso?, en Igueldo.
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Mikel Madinabeitia | San Sebastián
Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro (Gráficos)
Josu Zabala Barandiaran
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