![1960-1980: Los pilares de la Semana Grande](https://s2.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/08/16/sada-historia-kNmG--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Las décadas que ocupan este comentario fueron trascendentales para la historia de la Semana Grande. Cualquier parecido entre la celebrada en 1960 y la de 1980 era pura coincidencia. A la decadencia del periodo franquista se unió la actividad de ETA, el derribo de la plaza de toros del Chofre y la llegada de una nueva forma de plantear la política: la democracia.
Comenzaban los años sesenta cuando una nueva y rara especie de personas comenzaba a pulular por la ciudad. Se les denominaba 'hippis' y se dijo que eran «grupos que por vez primera han sido vistos por aquí, aunque en algunas revistas hace tiempo se habla de ellos: muchachos que arrastran su angustia vital cargando sobre sus hombros pesadas mochilas en busca de la felicidad que tratan de encontrar», originando escándalo porque «ponen en peligro el buen nombre de un San Sebastián que se identifica con los Salones de la Elegancia en los que se homenajea a Cristóbal Balenciaga».
Tampoco se entendía la proliferación de los pisos en alquiler por temporada motivada, en aquellos momentos, por la desaparición de muchos hoteles cuyos propietarios, ante la revalorización del terreno, prefirieron cerrarlos y dedicar sus solares a construir edificios para viviendas.
'El Cordobés', Curro Romero, Palomo Linares, Paquirri, José María Manzanares, 'El Viti'... eran los héroes de algunos, al tiempo que Raphael, Pachi Andion, Atahualpa Yupanqui, María Dolores Pradera, Paco de Lucía, José Menese, Sarita Montiel, Joan Manuel Serrat, Mari Trini, Antoñita Moreno, Teresa Rabal... lo eran para otros en los distintos escenarios donde actuaban, incluyendo a Julio Iglesias cantando en la plaza de la Trinidad.
Por primera vez llegaba a San Sebastián la señal de televisión, se autorizaban los baños nocturnos en la Concha, en 1964 se celebraba el I Concurso de Fuegos Artificiales y en algunos restaurantes se establecía el 'menú turístico'. En Gudamendi participaban las 298 mejores escopetas, en el Tenis se jugaban partidos con ases de la época y el Náutico mantenía sus habituales regatas nacionales e internacionales.
Por frecuente no era noticia que el «Azor fondeaba en la bahía; que alternativamente, un año el Ayuntamiento otro la Diputación, se celebraran las cenas ofrecidas al Jefe del Estado; que Ayete fuera escenario de los Consejos de Ministros, que se prodigaran las inauguraciones oficiales y que, con relativa frecuencia, se informara sobre la pesca de cachalotes por parte de Franco.
El último viaje de Franco comenzó el 9 de septiembre de 1973. El domingo 16 tuvo que suprimir algunos actos «por haber sufrido un leve trastorno», y al día siguiente fue trasladado rápidamente a Fuenterrabia, dando por terminada su estancia en nuestra ciudad. Era la primera vez que su marcha se realizaba en avión. En el aeropuerto, despedido por autoridades, pasó bajo un arco de remos formado por remeros hondarribitarras y a los acordes del 'Agur Jaunak'. Murió en Madrid el 20 de noviembre de 1975. Desde 1939, Franco pasó en San Sebastián 699 días, acudió a la Salve en 16 ocasiones, presidió inauguraciones, se celebraron 28 Consejos de Ministros, acudió 7 veces al Teatro Victoria Eugenia, 2 al Kursaal, 9 al Frontón Urumea y una al de Anoeta.
Al margen de opiniones sobre la tauromaquia, era un hecho que fue origen de la Semana Grande y uno de los pilares que la sostuvieron durante cien años, así como el segundo lo fue la Familia Real, incluyendo a los distintos gobiernos. Ambos se habían venido abajo y el «pueblo llano», la tercera pata «que sostenía el invento», por primera vez en su historia, se preguntó ¿qué y para qué es la Semana Grande?
A todo ello se unían los atentados y asesinatos de ETA, junto a una casi permanente existencia de disturbios en la calle. El que se citaba como «turismo oficial» se quedó en Madrid y olvidó el cariño que decía tener hacia San Sebastián y el más temeroso también dejó de llegar a la Concha. Justo es recordar que, generalizando, no se apuntaron a esta «espantá» maños y catalanes. Llegaron las primeras elecciones municipales, nacieron las asociaciones de vecinos y personas hasta entonces ajenas al meollo de la Semana Grande pudieron intervenir en su confección.
El Ayuntamiento, a través de su C.A.T. tampoco tenía clara la respuesta, pues por todo lo citado debe tenerse en cuenta que el público ya no era «el de siempre». Procedía de lugares próximos y con aspiraciones distintas, más populares, sociales, autónomas y cercanas al pueblo. Como «pollo sin cabeza» se trataba de dar respuestas, convocando concursos de ideas y sugerencias.
A juicio de quien esto escribe, aquel 'maremágnum' de programación tuvo efectos positivos, porque no fueron personas concretas las que decían lo que se debía hacer, sino que «aceptado todo», el público con su asistencia aprobaba o rechazaba las actividades.
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Mikel Madinabeitia | San Sebastián
Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro (Gráficos)
Josu Zabala Barandiaran
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