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Miguel, con su libro 'líquido, transparente', como los cuadros que expone en el Aquarium. SARA SANTOS
«Me sentí opaco, barroco, acotado; me soñé fluido, líquido, transparente»

Ciudadanos | Miguel Pinter Llopis

«Me sentí opaco, barroco, acotado; me soñé fluido, líquido, transparente»

Un libro de artista acristalado, con algas y con arena inspira 'Horizonte'

Begoña del Teso

San Sebastián

Jueves, 12 de septiembre 2024, 07:32

Si le buscan en internet le encontrarán en una charla artística grabada por el Canal Txingudi en un plano secuencia de 16 minutos con motivo de su exposición 'El tiempo del cielo' que tuvo lugar en 2018 en la galería Arteko. Tiene ocho hermanos, todos mayores que él (nació en 1964) y su abuela Concepción cuando ya era muy mayor componía collages con las fotos de la familia. A los demás les parecían 'chiquilladas de anciana'. A él le fascinaban. Aún hoy sigue creyendo que eran una 'obra de arte' y ella, una 'avanzada a su tiempo'. Se mete al mar (a braza o con tabla) siempre que puede y expone en el Aquarium unos cuadros tan transparentes que la luz y el movimiento crean la sombra de la propia pintura.

– Hay un libro de artista, hecho por ti por supuesto, sobre una repisa de la sala de exposiciones del Aquarium. Se diría que como los cuadros es líquido, transparente. Ese estado que buscas tú desde hace unos años.

– No me arrepiento de mi obra anterior. 'El tiempo del cielo', inspirado por todo aquello que los de mi generación vivimos en aquel bar mítico que se llamaba 'El cielo'. Estaba compuesta por un libro y unos cuadros. El libro, de relatos. Pero con el tiempo me ha llegado a parecer demasiado opaca, abigarrada, acotada. Necesitaba fluir. Y que mi obra fluyese. Empecé a jugar con el plástico, a calentar acetados, a incrustar conchas, algas, arenas. Descubrí algo mágico, pintando sobre plástico transparente, según el fondo que coloques cambian los colores, cambia la textura incluso. Sí, en el Aquarium hay un libro de artista. Fui a cursos con y en ArteLiburu para aprender a construir un libro. Para lograr la perfecta ejecución de la encuadernación. Y creé un libro que parece que tuviera el mar y el horizonte dentro. Y ahí están los bocetos de mi exposición de 19 cuadros. También he ido a muchos talleres de escritura y al tiempo me embalé a escribir. ¿Sabes una cosa?

«Estuve en asociaciones artísticas. Pero me fui. No es bueno vivir rodeado continuamente de artistas. Es mucho más saludable encontrarte con otra gente, personas que miran tu obra y (casi) se desnudan emocionalmente ante ella»

– Quizás no.

– Me da la sensación de que el vértigo que sientes ante el lienzo en blanco es el mismo que experimentas ante el folio vacío. Pero ambos son tentadores.

– Como escritor te 'embalaste' con la pluma o con el ratón, pero ¿qué clase de lector eres?

– De novela. De los clásicos. No demasiado pendiente de las novedades. Ahora mismo leo 'El mundo' de Millás. Es de 2007.

– Voy a leer parte de un texto de los que acompañan a ese 'Horizonte' del Aquarium, en relieve, arenas y acrílico. ¿O prefieres hacerlo tú?

– «Se cierran las puertas y se abren las ventanas. Entrar en un espejo para salir de un laberinto. Escribir un cuadro o pintar un libro. Inspirar el alba, y expirar el crepúsculo. Huir del infierno para traspasar el cielo. Salir de una ruptura, a un transparente encuentro». ¿Sigues tú un poco?

– «El perro pasa, el viento ladra. Amar a un hombre, dormir con una mujer. Pasar de pobre a rico y de arrogante a mendigo. Saltar de la selva, hasta acertar el camino. Esquivar inquietudes y caer en un sueño. Unirse en un color rojizo sobre un azul marino».

– Mira, hasta en la escritura me siento más libre. En mi otra etapa (de la que estoy orgulloso, todo son tránsitos) escriba después de haber acabado el cuadro. La pintura provocaba la escritura. Y eran cuentos. Cerrados. Ahora puedo escribir y que sean frases como «Por el claro azul horizonte llega sinuosa. Que desde siglos los acantilados la esperan. Delicada bruma etérea, que cae por la roca como una cascada». Y de ahí aparece la pintura. He dicho 'tránsito', no creas que es algo fácil. Todavía me siento deslizádome desde lo figurativo hacia lo abstracto. Aún distingo formas y figuras (esas medusas...) en mi exposición.

– ¿Y te molesta estar todavía en transición?

– No, simplemente lo constato. Pero sin embargo mis líneas de horizonte, tanto las que aparecen en lo que serían los bosquejos del libro casi líquido como las de los cuadros son inciertas, fugaces, efímeras, algunas negras, otras solo un trazo salpicado en un acetato que al haberlo calentado se ha convertido, prácticamente, en cristal...

– Los afortunados que pueden tocar el libro sienten las algas, las conchas. ¿Qué pasa con quienes vayan al Aquarium y solo tengan delante cuadros planos aunque sea sobre unas planchas colgadas con pinzas?

– También en el libro una de las caras es lisa. Es la de atrás, que pinto y manipulo la primera, la que tiene los relieves del agua. He instalado un móvil colgado del techo de la sala para que el visitante tenga la doble sensación. Además estoy seguro de que la armonía lograda con el entorno les impactará. La parte baja de una de las paredes coincide con una gran pecera de un inmenso color azul oscuro. En la parte alta hemos puesto un cuadro donde parece que el salitre chorrea...

– «Donde el mar oscurece amenazante y todo enloquece...

–... Colorante, palpitante (...). Igual no hay sitio para nadie».

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