
Ciudadanos | Cristina Montero Martín
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Ciudadanos | Cristina Montero Martín
«Mientras siga habiendo barrios seguirá habiendo tiendas como esta»Sus territorios se extienden por Altza, Herrera, Gaiztarro y Larratxo aunque los orígenes de sus padres, Manuel y Obdulia, estén en Salamanca. Estudió en 'las ... mexicanas', las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, y luego fue a La Asunción. Cursó FP, rama de administración, pero en unas navidades que la familia pasó en casa de su tía Tere en Madrid conoció el maravilloso mundo de aquellas tiendas de 'Todo a cien' (pesetas) y decidió abrir una en su barrio. Corría el año 1995.Manuel acababa de fallecer en accidente laboral, había que sacudirse la tristeza. Había que hacer piña familiar. Obdulia debía recuperar un soplo de vida. Abrieron Larratxo 100. Y la gente se lo llevaba todo, desde botes de cerámica para gurdar el arroz y los condimentos hasta perros de porcelana para el hall. Con Mari Carmen Ramos, campeona de encajes de bolillos, y otras clientas (y el cliente que se llevó por 3 euros la pitillera negra) de contertulias, hablamos. 29 años después...
– ¿Qué ha sido lo último que te has comprado aquí mismo? Yo unas plantillas de lanilla y unos polvos de maquillaje.
– Creo que fueron unos guantes. Hemos pasado el fin de semana en Logroño y los cogí por miedo a que tal vez hiciera algo de frío. A mi madre, que aún suele venir por la tienda y luego se va a por el pan o a tomarse un café, le tengo que llevar, cuando cierre a la una, unas pilas y bolsas para congelar. No quiero que se me olvide el limpiacristales. Las tres brujas y me da que mis hijas necesitarán unos calcetines.
– Mari Carmen venía a por una 'descosedora' (o algo parecido), otra mujer ha comprado varias braguitas pero no se ha llevado el pijama de invierno que buscaba porque no tenías de los que se abrochan por delante. Alguien te ha pedido un 'mocho' que no deje huellas en el suelo y a una clienta le vas a conseguir una quesera más alta porque en la que te queda solo caben cuñas o quesitos tipo 'La vaca que ríe'. ¿A eso le llamas tú 'vender poco de mucho'?
– Más o menos. Desde bolsos que no son, claro, de vacuno o cabritilla pero sí de una polipiel muy aceptable hasta cuadernos y bisutería. Desde productos básicos de limpieza hasta paquetes de agujas para coser. Desde camisetas blancas de marca y también otras que al no tenerla son más baratas pero no pierden calidad. Te diré otra cosa, hoy en día necesitamos algo y ya no sabemos dónde podríamos encontrarlo. ¿Tendré que irme al centro? ¿Dónde hay mercerías por aquí? ¿Voy a Garbera? ¿Lo tendrán en el bazar chino?¿Acabaré pidiéndolo por internet? Yo intento que aquí haya de todo. O casi. Y también que esté a la vista. Estas tiendas son igualmente, locales de reunión y entretenimiento.
– ¡¡?? ¿En serio?
– Y tanto que sí. Durante mucho tiempo yo abría hasta los domingos. Entre otras cosas porque había que sacar adelante el negocio en el que habíamos invertido unos pocos ahorros pero también porque la gente venía paseando, entraba, miraba las estanterías, se sorprendía con algo y lo compraba. Aquí han solido quedar las madres para dar de merendar a los chavales que casi ni se daban cuenta de que estaban tomando fruta o yogur porque andaban garabateando los libros para colorear. Eso sí, si entraban tres o cuatro y se ponían en corro a despellejar a alguien les pedía que se marchasen. No me gustaba ni me gusta oír maldades... Ahora quizás los vecinos paseen menos por esta calle porque tienen cerca el gran centro comercial y el camino hasta allá, por Lau Haizeta, es bonito y agradable pero tengo claro que mientras siga habiendo barrios tiendas como la mía no desaparecerán. Además, el sentido de pertenencia a un lugar, el tuyo, es cada vez más fuerte.
– ¿En qué lo notas?
– Creo que te lo ha comentado también Mari Carmen, nos gusta que el dinero que gastamos circule en el barrio. Si bajan al centro y compran en tiendas donde quien te atiende no es la dueña, el comerciante, ¿a quién van esos euros? Si se lo gastan en mi tienda o en la peluquería de Nekane o en... saben que luego el vino nos lo tomaremos en el Isoui, el Bikutz o el Valverde y la fruta la cogeremos al lado.
– Reflexión de filosofía parda y economía avanzada. Oye, ¿y eso de los perros de porcelana que nos dio por comprar en los 90?
– ¿No te acuerdas? Aparecieron las tiendas de 'todo a cien' y lo que tenían, teníamos, era tan barato que entraban a por todo y se llevaban en bolsas cosas de lo más banales que nos parecían tan bonitas... Por ejemplo, perros de porcelana, columnas de falso alabastro para poner plantas en su remate. Cuadros. Como si supiéramos que los ricos decoraban con eso sus mansiones y nosotros quisiéramos hacer lo mismo: cuadros sin firma en la cabecera de la cama, muñecas para encima del aparador...
– ¿Has conocido vacas flacas?
– Sí pero para nada. Gracias a la lealtad del barrio a quien también yo soy fiel. Llegaron de China. Con lo que yo vendía pero en cantidades sin cuento. No me amilané. Filtré la calidad. Aquí no se vendería más que lo que yo usara en casa o luciera en la calle. Es el secreto. A voces.
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