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Viernes, 8 de noviembre 2024, 07:16
Comenta Sebas: «No sé por dónde transita Javier O., pero a lo largo de mi vida he contemplado docenas de atropellos de peatones a ... otros, bien por ir apresurados o por caminar distraídos. Lo que también tengo claro es que los dos únicos accidentes que he tenido en estos últimos 15 años como ciclista urbano han sido las dos veces que, sin querer, unos peatones me tiraron de la bicicleta invadiendo repentinamente el bidegorri. En ambas ocasiones, se deshicieron en disculpas mientras me incorporaba dolorido del suelo, y, tras aceptárselas, se acabó la historia sin mayor trascendencia».
Escribe L. A.: «Este país vecino nuestro, tan suyo, tiene sus cosas. Paseo con cierta frecuencia por los pueblos/ciudades de aquí al lado, de Francia, de Euskadi, y me ha llamado la atención, muy positivamente, un detalle no menor. Hay en las calles una especie de pequeños kioscos, más un mueble de exterior que un kiosco propiamente, que son almacén y expositor de libros usados, con acceso libre de los viandantes. Eso sí, de ejecución sólida y protegidos de inclemencias. La gente se para, mira y si hay algo de interés, lo coge para leerlo. Gratis. Y la gente, a su vez, deposita en ese lugar los libros que ya ha leído, suyos y particulares, para que otros puedan leerlos. Es un intercambio interesante que, en lo que me ha tocado ver, tiene mucha aceptación. Me parece una idea original e interesante para la circulación de libros y cómo aliciente para la lectura. Tenemos bibliotecas, claro, y muy bien equipadas y gestionadas, pero esta idea es complementaria y más ágil y de más fácil acceso. Y especialmente interesante para pequeños pueblos o barrios».
Denuncia Maritxu: «El Día de Todos los Santos, festivo y con gran número de donostiarras y visitantes en las calles, el Paseo Nuevo a las 11 de la mañana estaba lleno de botellas de licor, vasos rotos, papeles, plásticos y un montón de porquería, sobre todo en lo que antes fue el restaurante Bokado, situación que se repetía en el Muelle con vasos rotos, botellas de plástico, papeles, etc. Fatal el comportamiento incívico de quien tira cosas, ensucia las calles y pone en riesgo la salud de las personas, pero increíble que los servicios de limpieza no hayan recogido esta basura a las 11 de la mañana. Necesitamos limpieza, Sr. alcalde, y necesitamos que se controle a las subcontratas que prestan sus servicios».
Plantea Jesús Fernández: «Los partidos políticos del Ayuntamiento tienen en sus manos dar solución a las cenas solidarias prohibidas en el barrio de Egia. Solo tienen que colaborar poniendo a su disposición los centros que tienen cada uno de ellos. La casa del pueblo, los batzokis y herriko tabernas. Creo que sería una buena solución y el pueblo estaría contento».
M. Bueno nos remite estas líneas: «Mi marido estuvo ingresado en la unidad de paliativos del Hospital Bermingham de la Fundación Matía desde el 28 de agosto hasta el 21 de octubre. Escribía estas palabras para agradecer a todo el personal del centro que se preocupó por atendernos en todo momento, desde médicas, enfermeros/as y auxiliares hasta psicólogas y personal de limpieza. El trato recibido fue desde el principio muy cercano y cariñoso en circunstancias tan difíciles como las que hemos pasado durante estos dos meses. Quería compartirlo públicamente para oponerme a la reputación negativa que ha acompañado a este centro durante tanto tiempo. Siempre les llevaremos en el corazón porque lo han cuidado como si de un familiar suyo se tratara».
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