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Beatriz Campuzano
San Sebastián
Lunes, 6 de junio 2022
A sus 53 años Carlos González Novo no deja de mirar la isla de Santa Clara. Hoy luce bonita ahora que la lluvia ha dado una tregua y el cielo ha clareado. La contempla sentado primero desde el paseo Eduardo Chillida y minutos después desde el paseo de Ondarreta. «Nunca he ido», cuenta apenado. «No es accesible para nosotros», se lamenta. Ese nosotros es él y las otras tantas personas que tienen una discapacidad física y se encuentran con el mismo impedimento.
Carlos tiene parálisis cerebral, lleva toda la vida en silla de ruedas, vive solo en una casa adaptada en Altza y está acostumbrado a ir de un lado para otro en su silla motorizada. «Salgo todos los días a hacer recados, cojo el autobús, voy dos días a la semana a Andoain a estudiar Integración Social», pero los desniveles de algunas aceras le ralentizan.
«Esta calle es lo peor de San Sebastián», dice señalando la calle Satrústegui del Antiguo. No hay más que verle intentar cruzar el paso de peatones que une la citada calle con el jardín que lleva al Paseo de Ondarreta. «Es muy difícil. Muy difícil», recalca. Aún así no desiste y vuelve a probar suerte. El suelo está todavía algo mojado y las cuatro ruedas le patinan. Prueba a girar la silla y, ya de lado, se vuelve a acercar a la acera. No lo consigue, pero insiste. Recula y, con un poco de carrerilla, vuelve a intentarlo hasta que consigue subir el peldaño. «No está a cota cero. Aunque no lo parezca hay muchos así en la ciudad, que parece que son bajos pero tienen algo de altura y cuesta subirlos», explica. Eso sí, una vez sorteado el obstáculo y sobre una superficie lisa la aguja del contador de la minipantalla que tiene la silla empieza a subir. Acelera y recupera el tiempo perdido.
Es entonces cuando Carlos se alegra de poder circular por aceras anchas y con un pavimento uniforme. Frena, espera y dice que San Sebastián es, cada día, más accesible. «Ha mejorado mucho pero todavía queda. Hay aceras que no están a cota cero, obras que ocupan parte de la calzada, ascensores y elevadores que no son lo suficientemente anchos para nuestras sillas o que no podemos abrir con facilidad al estar sentados o, incluso, edificios públicos que tienen escaleras justo en la entrada».
Calle Okendo Al edificio de Hacienda solo se puede acceder mediante escaleras.
Calle Satrústegi: Las aceras no están bien rebajadas y ese desnivel dificulta el paso de todas las sillas motorizadas.
Calle Reyes Católicos Ningún local es accesibles ya que para acceder a su interior hay que subir un peldaño.
Peine del Viento El pavimento empedrado hace que las sillas se queden atascadas y que sus dueños se hagan daño en la espald
Aunque en los últimos años se han dado pasos para que San Sebastián sea cada vez más accesible, todavía queda mucho camino por recorrer. «Se podría extraer una lista bastante extensa de intervenciones realizadas en las últimas décadas que han permitido mejorar la accesibilidad de la ciudad. Sin embargo, se me hace imposible calificar ni siquiera con un aprobado cuando todavía hay muchas personas que no pueden acceder o desenvolverse con autonomía y dignidad en calles, edificios públicos, comercios, establecimientos de hostelería, etc., o cuando no pueden salir de su casa por no disponer de ascensor», comenta Mikel Malcorra, presidente de la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de Gipuzkoa
El edificio de Hacienda de la calle Okendo, toda la zona del Seminario, la calle Satrústegui son solo algunos puntos que tienen localizados como críticos. «Hay peldaños para entrar y con la silla no podemos», explica. Tampoco puede comprar la entrada en los cines Príncipe y «le tengo que pedir a alguien que esté por allí que me la compre porque hay escalones y no hay rampa para poder subir. Dentro hay salas que sí que tienen sitio para la silla y otras que no tanto y tenemos que estar delante y nos dejamos el cuello», precisa.
En este sentido Malcorra añade que cada vez se «está siendo más exigente con los nuevos locales para que cumplan con las condiciones de accesibilidad», pero, a su juicio, queda por abordar la situación de aquellos locales que no son nuevos o que no han abordado una reforma. «No puede ser que todavía existan tantos establecimientos de uso público que estén vetados para una parte de la ciudadanía, cuando la ley dice que todos han de serlo. Habría que impulsar, desde la colaboración entre las instituciones públicas, las organizaciones que representamos a las personas con discapacidad y los propios establecimientos, fórmulas para avanzar en el cumplimiento de la accesibilidad universal de estos locales», propone Malcorra, quien lamenta que «las instituciones sigan ancladas en seguir avanzando a un ritmo que puede ser asumible para quien no tenga una necesidad presente, pero que resulta inaceptable para las personas con discapacidad».
Carlos sigue su paseo por Ondarreta. Acelera, coge ventaja, frena. Espera y cuando llega a la rampa de subida al Peine del Viento se para y dice «esto lo hicieron bien, puedo subir sin problema. La barandilla también está bien con el espacio suficiente», pero una vez arriba apenas puede avanzar. El pavimento hasta llegar a las esculturas es de piedra y «peligroso porque con los baches que hay nos podemos hacer daño en la espalda», se lamenta. La accesibilidad al Peine del Viento es una de las reclamaciones históricas de Elkartu, que en más de una ocasión ha pedido una adaptación del pavimento para que todas las personas sin discriminaciones puedan ver las esculturas en condiciones de igualdad porque «la accesibilidad no es solo cuestión de centímetros, pendientes u obstáculos, sino que ante todo es una cuestión de derechos de toda la ciudadanía. La frontera entre la igualdad o la desigualdad, entre la inclusión o la exclusión y entre la equiparación y la discriminación la marca muchas veces la accesibilidad universal», considera Malcorra.
Precisamente Carlos se siente discriminado al no poder acceder a ver la obra de Cristina Iglesias en la isla. No oculta su enfado. «Es indignante que se hayan gastado tanto dinero en hacer la escultura y resulta que no podemos ir a verla. No quiero que me lleven en un día concreto, solo pido poder ir como cualquier ciudadano cuando yo quiera», denuncia. «Como no podemos ir a la isla nos dijeron que fuéramos al Museo San Telmo a ver el proceso creativo de la obra», se queja. Pero Carlos no pierde la esperanza. Nunca lo hace. «Espero poder ir algún día», concluye.
En los tres años que lleva el gobierno municipal al frente del Ayuntamiento se han realizado noventa actuaciones para mejorar la accesibilidad en la ciudad, según detalló en el pasado Pleno Duñike Agirrezabalaga. La concejal socialista explicó, a petición de una moción de control de Elkarrekin Podemos que instaba a implementar un plan de cota 0, realizar un diagnóstico para saber si los establecimientos de la ciudad cumplen con los criterios en esta materia, crear un organismo de vigilancia y control de las medidas que por ley debe cumplir la obra pública, que se ha destinado una partida que roza el millón de euros para hacer mejorar la accesibilidad.
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José Mari López e Ion M. Taus | San Sebastián
Miguel González y Javier Bienzobas (Gráficos) | San Sebastián
Javier Bienzobas (Texto y Gráficos) | San Sebastián
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