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«Para sorpresa de nadie, el turismo afecta a los determinantes de la salud»Sus padres tuvieron el bar El Quinto Pino en los años 80. Ella y sus hermanos asumieron el Loretxu. Primero como local de noche y ... después como bar de pintxos. Por eso dice que ha sido camarera de noche, camarera de día. Y enfermera. Vive en una de las pocas calles de Lo Viejo que se diría tuviera reservado el derecho de admisión, San Lorenzo. Loca por la gastronomía, nos anuncia que Peio ha cogido el Ormazabal, recomienda la tortilla del Polka y hace un guiño al Beltz. Su TFM se titula 'Análisis documental sobre el impacto del turismo en los determinantes sociales de la salud en Donostia-San Sebastián'. El plan es presentarlo en congresos y dejar abiertas con él muchas vías de investigación.
– Al principio no lo veías, no tenías claro el camino a seguir para la realización de tu trabajo de fin de máster en la UPV. De hecho, lo aparcaste por un tiempo.
– Hasta que me di cuenta de que lo tenía ante mí, en mi vida cotidiana. He visto el cambio de los comercios. Tan grande que muchos de los que hay actualmente son inútiles para los 6.000 habitantes del lugar porque, ¿de qué nos sirven tres turronerías abiertas a lo largo de todo el año si lo que necesitamos son tiendas de proximidad, si no tengo una ferretería cerca? Soy testigo de cómo se ha alterado el entorno, y transformado el consumo. Tengo que pensar bien a qué horas puedo sacar a 'Koko', mi perro de 13 años, mezcla de Springel spaniel, porque el trasiego de gente es continuo e impide el paso, el caminar normal. He oído a amigos míos que viven en esta plaza quejarse porque en cualquier momento grupos de turistas con guía se ponen a tocar los tambores junto al monumento a Sarriegi. Efectivamente, ahí tenía el detonante para mi TFM, analizaría el impacto del turismo en los determinantes, los condicionamientos de la salud.
– Siendo esos determinantes...
– Nuestras condiciones socioeconómicas, culturales y laborales; el estilo de vida, la vivienda, el medio ambiente, la alimentación. Serían los elementos que yo tendría en cuenta en mi trabajo. Buscaría documentación sobre las investigaciones científicas que se hubiesen hecho al respecto, investigaciones que unieran turismo y salud.
– ¿Y qué encontraste?
– Aquí llega el 'plot twist', el 'giro de guion': Nada.
– Vaya.
– Puede que haya algo en Japón, algo donde tal vez se analice la calidad del sueño de los habitantes de Tokio con casa próxima al cruce de Shibayu, atravesado cada 30 minutos por unas 45.000 personas. Pero no llegué a descubrir ese estudio. Entreví algo sobre Budapest pero no era mi foco, así que tuve que desechar la vía científica de trabajos y 'papers' y dedicarme a rastrear artículos periodísticos sobre el turismo y su influencia de los vecinos de los barrios afectados.
– De esos habrá cientos.
– 300 he analizado yo. Curioso, cuando tecleas en el ordenador 'turismo' o 'salud' lo primero que encuentra el motor de búsqueda son los escritos que versan sobre los beneficios del turismo. Pensándolo bien, la salud de turista sale siempre con bien...
– Solo si no le engañan con pintxos precocinados... A lo nuestro; no será por casualidad que el algoritmo te encuentre primero todo lo bueno.
– No creo, no, que sea por casualidad. Pero que conste que mi trabajo es analítico, documental y uno de sus objetivos, abrir vías de investigación científica no ya solo sobre el efecto del turismo en los condicionantes de la salud sino en la salud misma. No se trata de turismofobia. Yo, como todos nosotros, también soy turista. Hace poco estuve en Grecia. Intenté comportarme racionalmente, no viajé a las islas más abarrotadas y busqué siempre lo local. Lo local auténtico, no lo impostado...
– ¿Tendrá ciertamente el turismo reflejo en nuestra salud?
– Mi opinión es que sí. Tanta gente preocupada porque puede que tenga que dejar de vivir donde ha vivido hasta ahora, tanta gente mayor que descubre cómo cambia el entorno que hasta hoy conocía tan bien. Otro dato quizás no tan sorprendente, los cascos, las partes, los barrios viejos o históricos de las ciudades son también aquellos en los que más gente mayor reside y al mismo tiempo, los que más rápido se 'turisfican' (incluyo Gros).
– Tampoco por casualidad, imagino. Cuanto más viejos los vecinos, antes se vaciarán las calles por ley de vida...
– Tú lo has dicho.
– No hablo ahora con la investigadora sino a la habitante parteviejense; defiende Lo Viejo.
– Te juro que hay, que tenemos, vida de barrio. Me da pena, ¿sabes? Tengo amigas y compañeras que, da lo mismo que sean de Altza o de Zegama, no conocen o han olvidado que somos calles donde tenemos tradiciones, fiestas, lugares que sí son auténticos, donde gente joven recupera locales para servir buenas croquetas y buen vino. Somos barrio.
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