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Los tesoros del antiguo Gran Casino
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Puertas abiertas ·
La ciudadanía puede visitar el Ayuntamiento hasta este domingo, con acceso libre por Alderdi EderLa casa de todos los donostiarras es este fin de semana más accesible que nunca. El Ayuntamiento celebra tres jornadas de puertas abiertas, una actividad que quedó en suspenso por la pandemia y que ahora se retoma. Quienes lo deseen podrán acercarse este sábado y domingo al consistorio y conocer los principales espacios de lo que antaño fuera Gran Casino y desde 1947 se convirtió en centro neurálgico de la administración municipal. Además del Salón de Plenos y la Sala de Recepciones, los visitantes recorrerán libremente la Sala de Junta de Gobierno, donde se aprueban las iniciativas políticas y los planes urbanísticos, y la nueva sala de prensa.
Sara Curtu
Donostia
Coro García
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También hay visitas guiadas, para las que ya no quedan plazas. El recorrido arranca en el exterior del edificio, inaugurado hace 136 años y obra de los jóvenes arquitectos Adolfo Morales de los Ríos y Luis Aladrén. En el lado derecho, visto desde Alderdi Eder, se ubicaba el Círculo Easonense, lobby comercial surgido a finales del XIX, con su afamado restaurante. Los agujeros de las balas, cicatriz de la Guerra Civil que no se ha reparado para que no caiga en el olvido, presiden la fachada lateral que da al Boulevard. En el ala izquierda se ubicaba el área de juego propiamente dicha, mientras que la zona central contenía el salón de baile, este sábado Salón de Plenos. En el sótano había un balneario, con lo que se conjugaba en un mismo edificio toda la oferta de ocio de la época.
En este viaje al pasado que experimenta el visitante, la imaginación desempeña un papel clave. «Imagínense a sí mismos con frac o vestidas con corpiño y falda de vuelo paseando por estos rincones», propone el guía Hegoi Iparraguirre, encargado de dirigir las primera visitas celebradas este viernes. Pertenece a la agencia Go Local Tours, cuyo personal ha sido asesorado para la ocasión por la historiadora Lola Horcajo.
El joven explica que para ponerse en situación hay que entender que el casino era imprescindible para que la alta sociedad tuviera un lugar de reunión, con restaurante y café, salas de lectura, conversación, juegos sociales como el billar o los naipes y un gran salón para fiestas, bailes y conciertos. Pero es bien sabido que el casino era mucho más que un centro social. Sobre estas estancias, en el ala oeste del primer piso se encontraban las llamadas 'salas del crimen', donde estaban los prohibidos juegos de apuestas como la ruleta, el bacarrá, el 30 o el 40. Porque, aunque resulte paradójico, el juego era ilegal, pero se hacía la vista gorda y no se permitía la entrada a los donostiarras para evitar que se arruinaran y eso provocara rechazo entre la población local.
Sí se podía jugar –y mucho se jugaba– a los caballitos, un tipo de ruleta donde se apostaba poco dinero aunque se generaban grandes beneficios porque hasta las mujeres se atrevían a participar. Gracias a esos ingresos, el Gran Casino se erigió en motor de la ciudad balnearia durante la Belle Époque. Sin su aportación económica no hubiera habido conciertos diarios en el kiosco de la terraza de Alderdi Eder, ni fuegos artificiales los domingos de verano, ni carnavales, ni demostraciones aeronáuticas, ni paseo de La Concha, ni Paseo Nuevo, ni hotel María Cristina, ni teatro Victoria Eugenia, ni Hipódromo ni la Misericordia, que atendía a los necesitados.
Durante la visita, el guía destaca la inspiración romana del vestíbulo de entrada, el juego de ángulos cóncavos y convexos que dibuja la escalinata central o las placas que recuerdan a los concejales asesinados por ETA y el BVE, entre otros detalles de interés. También hace referencia al túnel que desde Ijentea permitía llegar hasta el interior del Gran Casino sin llamar demasiado la atención.
Daniel Higaldo
Valladolid
Eva Sánchez
Errenteria
Para su transformación en Ayuntamiento, narra el guía, fue necesaria una reforma importante que corrió a cargo del arquitecto municipal Jesús Arizmendi, una actuación respetuosa con el espíritu y distinción del edificio que ennobleció las fachadas que dan a la calle Ijentea, y diseñó sus jardines. El escenario del salón de baile fue reemplazado por un estrado para los concejales y el alcalde. Fue entonces cuando se colocaron los cortinones y desapareció el acristalamiento de las terrazas. La nueva casa consistorial se inauguraría el 20 de enero de 1947.
El recorrido termina en el Salón de Plenos, donde el visitante se sorprende al descubrir que el mármol de las columnas y paredes es en realidad un trampantojo nacido de los pinceles del artista hernaniarra Víctor Goikoetxea. El Ayuntamiento permanecerá abierto al público este sábado y domingo de 11.30 a 14 horas y de 16 a 20 horas, una ocasión única para sentarse en la silla del alcalde o asomarse al balcón que da a Alderdi Eder.
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