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Son visitas de escolares que se organizan desde 2014 y que son atendidas de forma voluntaria y altruista por miembros de la asociación de vecinos Lantxabe de Aiete. El lugar es el caserío lagar Katxola, que se ha convertido en seña de identidad de esta ... activa asociación vecinal. El uso del caserío, una vez rehabilitado, les fue cedido a la asociación en el año 2003. Y en el aula didáctica del inmueble, los vecinos se encargan de explicar a los visitantes la historia de este caserío, unida a la historia de Aiete. «Casi todas las visitas de escolares son de Enseñanza Primaria, pero en ocasiones llegan de Enseñanza Secundaria, asociadas al proyecto medioambiental Agenda 21 y a la Fundación Cristina Enea», dice Félix Pérez, presidente de Lantxabe. «Otro nivel de asistencia es el organizado por los padres, en este caso, la AMPA de Amara Berri, o la Ikastola Amasorrain de Añorga, que han incluido en su agenda la visita a Katxola. También recibimos el pasado mes de octubre a una delegación japonesa procedente de la ciudad de Hirosaki, que se encuentra en una región en la que se elabora sidra y que se caracteriza por la producción de manzanas».
La pasada semana fue el turno de visita de 70 chicos y chicas de 6º de Primaria del colegio inglés San Patricio y la Ikastola Iraurgi de Azpetia. Los estudiantes llegaban acompañados por Nora Martínez de Albéniz, promotora de la visita, y de sus dos compañeras de San Patricio, María y Yoanna, que ya conocían el caserío. De la Ikastola Iraurgi venía la andereño Karmele, explica el presidente de Lantxabe. Los alumnos llegaban dentro de una iniciativa de intercambio entre ambos centros. «Antes de Katxola habían estado en el Museo de la Ciencia. Los chavales de la Ikastola Iraurgi estaban pasado una semana en Donostia. Dormían en las casas de las familias de alumnos del San Patricio».
Al caserío accedieron por un camino especial. «Las gradas de acceso a Katxola están formadas por traviesas recicladas de las vías del tren y protegidas por una red de gallinero, ya muy deteriorada, por cierto», comenta Félix Pérez. «La malla metálica colocada está pensada para evitar resbalones cuando llueve, aunque no era el caso ese día».
En el caserío, los estudiantes de dividieron en dos grupos. «Unos conocían el caserío por dentro, el ambiente y la economía rural en la que creció, se desarrolló y languideció la casona agraria de Katxola, unida su suerte a la de la sidra. El grupo pido ver cómo funciona el tolare de Katxola o la relación entre el triturar la manzana a la vieja usanza -la manzana a ritmo de mazas sincronizadas-, con la kirikoketa o la txalaparta».
El otro grupo de escolares practicaba entretanto deportes rurales en el entorno del caserío. «Se formaron grupos de competición de sokatira, bolos, bote y toka. En estas visitas, el deporte rural es, además de entretenimiento, un medio para favorecer el desarrollo personal y la relación social interescolar. El desarrollo de esta idea está incluido en el proyecto integrador de Lantxabe con las comunidades escolares del barrio de Aiete».
El amaiketako también fue especial. «Con el deporte, las chavalas y chavales habían hecho apetito y disfrutaron con unas sabrosas manzanas. La música también estuvo presente durante toda la mañana».
Los vecinos que reciben a los escolares ponen todo de su parte. «No somos expertos en pedagogía, pero conocemos el tema del que hablamos. Nos referimos a las circunstancias económicas, culturales, sociales e incluso artísticas que contribuyeron a la formas de construcción del caserío barroco, del siglo XVIII, y del traslado y reconstrucción, en nuestro caso, del caserío Katxola».
Los estudiantes que visitaron Katxola la pasada semana se implicaron en la actividad. «Preguntaron sobre la vida en el caserío, los procesos de fermentación en la fabricación de la sidra o la historia de Aiete», recuerdan desde la asociación.
La asociación de vecinos de Aiete gestiona el caserío Katxola desde el 2003. Desde ese año hasta el 2011 el edificio hizo las funciones de centro cultural de Aiete. «Testimonios de esta experiencia pueden verse repartidos por las paredes del caserío. Numerosos carteles son muestra de las convocatorias para tertulias, películas, conferencias, exposiciones u otras actividades».
Una espinita les quedó clavada a los miembros de la asociación Lantxabe. «Cuando se reconstruyó Katxola, nos hubiera gustado que se hubiera considerado un caserío lagar referencia de todo el Beterri, incluida la ciudad de San Sebastián. De este modo hubiéramos conseguido el apoyo de la Diputación. Pero no pudo ser y dependemos del Ayuntamiento de Donostia».
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