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Las villas del paseo Colón en primera línea de mar

San Sebastián

Las villas del paseo Colón en primera línea de mar

A finales del siglo XIX se edificaron 23 villas frente a la playa de la Zurriola, un privilegio que perderían solo una década después ante la expansión de la ciudad de San Sebastián

Lola Horcajo /J. J. Fdez. Beobide

San Sebastián

Lunes, 31 de marzo 2025

A mediados del siglo XIX, el actual barrio de Gros era una extensión arenosa, deshabitada y estéril, formada por dunas móviles que invadían los caminos y terrenos colindantes. En 1849, el comerciante José Gros Bally (1797-1880), se interesó por dichos terrenos, comunicando al Ayuntamiento que estaba dispuesto a invertir 8.000 reales para regularizar los caminos públicos y fijar las dunas plantando árboles para convertirlas, con el tiempo, en huertas o jardines.

El Ayuntamiento de San Sebastián aceptó la idea rápidamente y tomó la resolución de venderle 222.000 m2 de aquellos «arenales de ninguna utilidad para el común», comprendidos aproximadamente entre el puente de Santa Catalina y las actuales calles Miracruz y paseo Colón, desde donde se extendía la playa de la Zurriola. José Gros nunca se pudo imaginar que esta compra le fuera a reportar tantos beneficios a él y a sus descendientes.

La playa de la Zurriola, en 1919. Fondo Garlarza/San Telmo Museoa

¡Sous les pavés, la plage!

«Bajo los adoquines está la playa» fue una consigna repetida en las revueltas estudiantiles de mayo del 68 en París. En San Sebastián podemos afirmar lo mismo: bajo nuestras calles están las arenas de Gros.

Apenas una década después de que se vendieran aquellos terrenos, las arenas de sus dunas empezaron a suponer una fuente de ingresos inesperada para sus nuevos propietarios. Las obras del ferrocarril precisaron grandes aportes de arena que Gros vendió para rellenar y nivelar su trazado viario. Poco tiempo después, tras el derribo de las murallas, empezaba la construcción de los nuevos ensanches en terrenos ganados a la ría y al mar, que también necesitaron grandes cantidades de arena como material de relleno. En poco más de 40 años, la extracción y venta de 900.000 m3 de arenas habrían reportado a sus propietarios cerca de 1.000 veces la cifra invertida en su compra.

El nuevo barrio de la familia Gros

Tras la venta de los arenales, a la familia Gros le quedaba un segundo negocio todavía más lucrativo. Aquellos terrenos yermos y sin apenas valor, ahora estaban allanados y se podía edificar sobre ellos. Así comenzaron a surgir talleres y almacenes, sin previa ordenación urbanística. Pero la ciudad, en continuo crecimiento, ya pensaba en extenderse en la margen derecha del Urumea y aprovechar también la extensa playa de la Zurriola.

José Gros compró 220.000 m2 de terrenos «sin utilidad» y solo por la venta de arena sacó en 40 años 1.000 veces lo invertido

En 1891, el arquitecto municipal José Goicoa presentó los planos para la urbanización del nuevo «barrio de Gros», que fueron consensuados con esta familia, que a su vez debía ceder al Ayuntamiento los correspondientes para vías y espacios públicos.

El proyecto abarcaba un área que, partiendo de la cabeza del puente de Santa Catalina, formaba un triángulo entre la carretera a Pasajes (c/ Miracruz), el borde de la playa (Pº Colón), y la futura Av. de Navarra, excluyendo el cerro del Chofre.

Las villas de la primera línea de playa

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La playa de la Zurriola se prolongaba a lo largo de 800 metros, paralela al paseo Colón, desde el extremo del puente de Santa Catalina hasta Zemoriya, al pie del Ulía, donde ya se había construido el matadero municipal. Sin embargo, ya se advertía que «esta playa es algo peligrosa, por su piso que ofrece algunas desigualdades y por sus olas que son más fuertes y desiguales que las de La Concha. Además, entre la marea alta y la baja, deja un espacio considerable de playa. Por estas razones se ve poco concurrida».

Siguiendo el modelo de La Concha, José Goicoa dispuso, al borde de la playa, un amplio paseo de 18 metros de anchura (paseo Colón) como «uno de los grandes atractivos del barrio», donde se proyectaron «pequeños chalets con jardines en su parte posterior y con hermosas vistas al mar, para incremento y comodidad de la colonia veraniega».

Entre 1894 y 1897 se construyó la casi totalidad de las 23 villas que llegaron a existir en torno al paseo Colón y la calle Zabaleta. La mayoría de ellas formaban manzanas de varios chalets adosados, similares a los de La Concha, pero las siete primeras, las más cercanas al puente, eran villas exentas rodeadas de jardines.

Palacio Bermejillo

Destacando por su apariencia y tamaño en una finca de más de 2.000 m2, el Palacio Bermejillo era la primera villa del paseo Colón y daba entrada al barrio de Gros, tras cruzar el puente de Santa Catalina.

Se trataba de un elegante edificio de estilo ecléctico, obra del arquitecto Luis Aladrén, uno de los artífices del Gran Casino de Alderdi Eder. Estaba rodeado de jardines y tenía cuadras y casa para el cochero. Su propietario era Javier Bermejillo. Nacido en San Sebastián, era hijo de Pio Bermejillo, un indiano natural de Balmaseda que había hecho gran fortuna en México, llegando a ser uno de los principales banqueros de aquel país y de España. En 1915, Alfonso XIII otorgó a Javier el título nobiliario de marqués de Bermejillo del Rey.

El palacio Bermejillo y, al otro lado de Miracruz, la casa de la familia Gros.

Al parecer, para hacer frente a una gran deuda de juego, en 1919, el marqués vendió su palacete con todo su mobiliario, al precio de 950.000 pesetas, a Pedro Ordoqui, otro rico indiano, enriquecido en Argentina, y dueño, ya entonces, de la finca de Puyu. Ordoqui adquirió este palacete para su hija Eloísa casada con el doctor Emiliano Eizaguirre.

El nuevo ensanche del Kursaal

Estas villas, de primera línea de playa, pronto vieron traicionado su prometedor futuro cuando, apenas pasada una década desde su construcción, la ciudad decidió despojarles de las vistas e incluso de la misma playa.

Con la entrada del siglo XX, el crecimiento de Donostia seguía siendo imparable. Cada vez quedaban menos solares para edificar en el segundo ensanche, que llegaba hasta la plaza del Centenario. Entonces se pensó en repetir la exitosa fórmula de ganar terrenos a la ría y al mar, esta vez, en la margen derecha del río.

Con esta finalidad se constituyó en 1911, con capital privado, la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián cuyo objetivo era construir un lujoso casino al borde del mar y un barrio residencial de villas en los 220.000 m2 de terreno que se pretendían ganar en la desembocadura del Urumea, hasta donde se extendía la playa en marea baja. El pavimento, una vez más, volvería a cubrir la playa.

Condenadas a desaparecer

La realidad fue muy distinta. Las dificultades se sucedieron, principalmente por los fuertes embates del mar, provocando que las obras del ensanche del Kursaal fueran mucho más largas y costosas de lo esperado. En 1922, por fin se inauguró el casino Kursaal, pero dos años más tarde el juego fue prohibido. La playa desapareció bajo los bloques de viviendas que se construyeron, y aquellos pequeños chalets del paseo Colón quedaron confinados detrás de ellos, como una anomalía urbana, condenados a desaparecer.

La primera villa en ser derribada fue Villa Bermejillo. La familia Eizaguirre-Ordoqui decidió en 1926 demoler su casa palacio, dividiendo la finca en 10 parcelas donde se edificaron los edificios que conforman la manzana entre las calles Miracruz, Ronda Nueva y Colón.

Antes de la Guerra Civil, desaparecieron las villas Terraza y Amelia, que flanqueaban la Gran Vía, siendo sustituidas por casas de vecindad.

A Villa María, que se encontraba en Zabaleta 2, esquina con paseo Colón, se trasladó en 1928 el Colegio Alemán permaneciendo hasta 1945 en que finalizó su actividad al terminar la II Guerra Mundial. Tras su restablecimiento estuvo algún año en la villa Begoña, contigua a ésta.

Villa Las Dunas (paseo Colón 12)

Desde los años 30, fue la vivienda de José Castellví y su esposa Ricardina Pajarón donde además establecieron el taller de su empresa familiar PYC. En él se fabricaron durante 45 años, la bisutería y los souvenirs que todavía se venden en su comercio de la Parte Vieja. La villa fue derribada en 1974.

Las villas Las Dunas, Ulía y, al fondo las villas Lola, Conchita, Margot y Paz.

En Villa Las Arenas (paseo Colón 34) se estableció, en 1917, el Ministerio de Jornada, durante el reinado de Alfonso XIII. Tras la Guerra Civil, continuó con esta función hasta 1972, cuando se trasladó a la llamada 'Casa Blanca', en Aldapeta, frente a la finca de La Cumbre. Fue derribada en 1974 y en su solar se edificó la Central Telefónica.

Otras villas del paseo Colón serían ocupadas por instituciones religiosas, como residencias y colegios. Así, en Villa Urumea (Zabaleta 6) estuvo el colegio de las Carmelitas de la Caridad. En Villa Urdiacho (Pº Colón 36) se estableció el colegio de la Compañía de Sta. Teresa. En Villa Casilda el colegio de Nª Sra. del Pilar y en Villa Pilar el colegio de Sta. Teresita. Villa San Vicente fue la residencia de los padres Paules.

La mayoría de los chalets se derribaron en los años 50. Las dos últimas villas desaparecidas fueron Villa Ulía (paseo Colón 14), en la que estuvo establecida la Curia diocesana, que se tiró en 1981, para construirse un moderno edificio, utilizado como residencia y oficinas del Obispado hasta que, en 2020, fue transformado en hotel, y Villa Guadalupe (paseo Colón 32) que se demolió en 1984.

Hoy solo queda un último recuerdo de aquellas villas de primera línea de playa, aunque casi irreconocible, en las plantas inferiores del edificio de Zabaleta 9, que se elevó sobre las villas Conchita y Margot, en 1946. La playa, prácticamente dejó de existir durante 80 años, hasta que en 1995 el alcalde Odón Elorza inauguró la nueva playa de la Zurriola.

Créditos

  • Fotografía de las Villas Fondo Galarza /S.T.M.

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