Con cara de circunstancias

El término estupefacción se queda corto para definir lo que sintió el Eibar y toda su afición ante lo sucedido en los instantes finales del choque de ayer en El Sardinero, donde el conjunto armero se quedó compuesto y sin un triunfo que ya saboreaba, después de que el VAR instara al árbitro a señalar una supuesta mano de Carrillo por un disparo de Karrikaburu que le golpeó en el brazo. Dio igual que en las imágenes que el colegiado revisó en el monitor se viera que el central lo tenía pegado al cuerpo, la decisión fue implacable y determinante para que el Racing consiguiera acabar neutralizando más allá del minuto 90 la renta que los azulgranas habían acumulado antes y después del descanso tras el flamante estreno goleador de Antonio Puertas y Álvaro Carrillo.

El espectacular misil que el extremo almeriense detonó desde fuera pasada la media hora de juego y el córner peinado por Bautista que Carrillo empujó al fondo de la red al poco de la reanudación habían propulsado al Eibar hacia un triunfo que se había labrado a pulso, con orden y eficiencia, después de que Jonmi frustrara la impetuosa salida de los locales con tres intervenciones.

Con el recuerdo del 4-0 padecido en la primera jornada del pasado curso en ese mismo escenario, Joseba Etxeberria se negó a que su equipo se limitara a esperar a que pasara el chaparrón y, obedeciendo sus órdenes, sus jugadores se sacudieron la presión saliendo como flechas en busca de una portería contraria que Merquelanz no supo perforar a los ocho minutos de juego tras estrellar en el cuerpo de Ezkieta un regalo de Bautista.

Pero fue precisamente cuando más se intensificó el asedio de los verdiblancos cuando el proyectil lanzado por Antonio Puertas cegó por completo un estadio abarrotado con casi 20.000 espectadores empujando a los suyos desde la grada.

Iluminados ante semejante bola de fuego que agujereó la portería y la confianza de los racinsguistas, los armeros vieron más claro que nunca cuál era el camino a seguir y, aunque Bautista no logró volver a apretar el interruptor con un disparo que se le marchó desviado poco antes del descanso, todas las luces se encendieron al inicio de la segunda mitad.

En lugar de dedicarse a proteger su botín, como ocurrió ante el Castellón, el Eibar salió aún más enérgico si cabe tras el descanso, una determinación que no encontró su recompensa con un disparo de Jorge Pascual que salió rechazado por el poste tras una gran acción de Bautista, pero sí tuvo su premio pocos instantes después cuando Bautista peinó hacia el segundo palo un córner botado por Merquelanz y allí estaba Álvaro Carrillo para elevar el 0-2 al marcador inaugurando con suspense incluido su casillero goleador.

Quizás con la temporada más avanzada, el técnico elgoibarrés no habría prescindido ni de Matheus, hoy por hoy la columna que sustenta la estabilidad del equipo, ni tampoco habría retirado del campo a un Jorge Pascual que mareó a los locales, ni a Antonio Puertas, un peligro con patas junto al siempre entregado Bautista. Pero en estos compases tan tempraneros de la competición, el cansancio pesa y el riesgo de lesiones se incrementan y Etxeberria se vio obligado a oxigenar a los suyos.

Pero mientras que los cambios que realizó el entrenador del Racing despertaron a los cántabros de su resignado letargo, el conjunto armero se fue descomponiendo hasta que ocurrió lo que se temía.

Lanzados a tumba abierta, los locales lograron reducir distancias a cinco minutos del final tras un error defensivo que el recién fichado Suleiman aprovechó a la salida de un córner y después llegó el polémico penalti.

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