La necesitaban más que nunca. Después del mazazo del domingo en Alcorcón, la fiel afición armera podía haber decidido quedarse en casa en un día laborable. Era lo más fácil. Pero no, cerca de cien seguidores azulgranas viajaron para estar cerca de los suyos en ... un momento clave y no les fallaron. La victoria fue un premio merecido.
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Más cuando algunos se acababan de bajar del autobús de vuelta que les trajo el lunes a las cinco de la mañana de Alcorcón y ya se estaban subiendo setenta y dos horas después para poner rumbo a Girona. Eso sí, con otra cara. Ya habían pasado página del tropiezo que retrasó el ascenso en el sur de la capital. El único autocar que salió de la calle Ego-Gain a media noche partió con varios seguidores armeros dispuestos a afrontar un día largo para ver el primer partido del playoff lejos de Ipurua, a 700 kilómetros.
Tras las cuatro primeras horas en las que muchos aprovecharon para echar una cabezada, se realizó una primera parada en el gran área de servicio de Alfajarín, justo después de dejar atrás Zaragoza. La mayoría salió a respirar un poco de aire aragonés, además de meter algo al cuerpo. Entre ellos Joseba Andoni Abalos e Iñigo Arellano. «Nos hemos animado a estar cerca con nuestro equipo tras el varapalo del otro día», comentó el segundo. Abalos estuvo en Alcorcón y le dolió que el Eibar «saliera a especular». Sin embargo, Arellano lo vio en su casa, «ya que tenía examen al día siguiente (el lunes). Esta vez sí he podido venir», se alegraba. Ambos coincidían en que la temporada del equipo «no ha sido brillante, pero si estamos aquí luchando por el ascenso es porque tenemos al mejor equipo de la categoría, sin duda alguna».
Aunque no estuviera apuntado en la hoja de ruta, hubo una segunda parada (a 140 kilómetros) antes de arribar al destino. Pese al calor extremo, algunos como Ander Arrillaga, Gaizka Argente y Danel Zuzaeta decidieron bajarse para soltar piernas. «Ya hemos dado la vuelta a lo de Alcorcón. El ascenso se tiene que hacer realidad y eso empieza desde este jueves», apuntaba el primero, que también estuvo en la grada de Santo Domingo. «La primera de las finales», denominaban los otros dos al encuentro de Montilivi. «Hemos venido porque el miércoles acabamos los exámenes y se nos presentó una preciosa oportunidad», explicaba Zuzaeta.
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En Girona hubo paseo en familia por los lugares más históricos, entre ellos el casco antiguo con sus callejuelas empedradas. Hasta la hora de partido le dieron colorido a la ciudad mientras los vecinos gerundenses les miraban extrañados. Sí, eran aficionados del Eibar bien orgullosos que les respondían con los habituales «¡Aúpa Eibar!» a viva voz.
Cuando llegó la hora del partido ninguno paró de cantar a lo largo de los más de cien minutos que duró el encuentro. En el gol de Aketxe la grada enloqueció y luego sufrió a contracorriente toda la segunda mitad, pero se llevaron una alegría grande. «Es una victoria importante y ahora tenemos que rematarla el domingo», afirmaba con ilusión Oihana Goenaga. «Hemos conseguido un premio maravilloso aunque haya tocado sufrir, como era lógico, tras la expulsión de Tejero», analizó su padre Koldo. El regreso a casa después del encuentro fue mucho más ameno que el de Alcorcón.
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