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Una remontada que confirma el buen momento

Etxeberria no cambió de dibujo, lo tiene definido, no le urge variar de sistema (1-4-2-3-1), ni de hombres, mantiene el grueso de su equipo, solo hizo un cambio, un hombre por hombre con respecto a la pasada jornada. Dejó a Quique en el banquillo y en su lugar saltó Bautista. Un posicionamiento lógico el del preparador armero. El Eibar empezó imponiendo su personalidad desde los primeros minutos generando muchas dudas al Zaragoza. Con una persistente presión, vivió en el área zaragozana. La bandas del Eibar tuvieron su fluidez, especialmente por la derecha de Tejero y Corpas que fueron una pesadilla para sus pares. El Eibar avisó y en el minuto 20 Stoichkov lanzó un potente disparo que le respondió Cristian Álvarez con una extraordinaria parada a mano cambiada.

Pero, pasó lo que viene pasándole muchas veces al Eibar a lo largo de la temporada, que el rival le hace gol con relativa facilidad. Al filo del descanso, el Zaragoza se puso con un 2-0 dejando en evidencia la endeblez defensiva de los armeros. Mesa y Aguado desequilibraron el partido con dos golazos. El curso del partido dio un giro de 180 grados para un Eibar que pasó de ser dominador a dar sensación de inseguridad, a estar a merced de un Zaragoza al que le bastaron dos zarpazos para adelantarse en el marcador y generar zozobra en las filas armeras.

Al Eibar le quedaba una segunda mitad de muy cuesta arriba. No le quedaba otro discurso que llevar la iniciativa ante un Zaragoza que era consciente de que era controlador del partido frente a un rival que tenía que arriesgar. Etxeberria buscó un revulsivo y en el 56 retiró a Corpas y apostó por Aketxe, que se colocó en la banda derecha.

Una de las virtudes que tiene este Eibar es que no baja los brazos y que sabe sufrir y pelear hasta el último aliento. Cuando el Zaragoza se sentía cómodo, controlador, llegó el gol de Bautista en el minuto 62 a pase de Stoichkov.

El punta armero dejó la puerta abierta a la reacción, dejando un hilo de esperanza para salir airosos de La Romareda. Seis minutos después, ambos intercambiaron papeles y fue Bautista quien asistió a Stoichkov para poner el empate. El fútbol son estados de ánimo. En un mismo partido hay microciclos y La Romareda fue testigo de los temporales variables. El Eibar pasó de estar seguro a inseguro para finalizar con un aplomo extraordinario. Una de las claves en la segunda mitad fue la mayor presencia de Mario Soriano en el juego de los armeros, el hábil mediapunta tuvo clarividencia y de sus botas salían acciones ofensivas que llevaban peligro. La interpretación del juego de Mario Soriano es vital para el Eibar. Pero si vital es Mario, no menos Aketxe que en el 86 marcó un golazo de falta desde unos 35 metros. Los minutos finales fueron de infarto, con dos paradas extraordinarias en el tiempo de descuento de Luca Zidane.

El francés es un guardameta que está dando puntos y en la noche de este sábado los dio. Remontada antológica de un Eibar en un partido con alternativas. Triunfo que sirve para creer, para fortalecer sus opciones y sobre todo para advertir al resto de rivales que va a estar ahí, en la pugna por subir. El Eibar regresó de Zaragoza con una victoria trabajada, sufrida, dejando claro que sabe aguantar la presión. Ahora hay que pensar en el Valladolid, que se presentará el próximo viernes en Ipurua. Es otro de los retos para los hombres de Etxeberria en un momento clave. Era fundamental ganar en Zaragoza y se hizo. El Eibar sigue siendo una máquina y espera serlo ante los pucelanos al calor de Ipurua.