La solidaridad hace la fuerza

En realidad, el intenso duelo que se vivió en el Estadio Gran Canaria pudo haberse decantado para cualquiera de los lados. Y es que tanto antes como después de que Corpas neutralizara solo dos minutos después el gol que Álex Suárez anotó tras una salida en falso de Luca Zidane, los armeros dispusieron de claras ocasiones para abrir en canal a los amarillos antes del descanso, en especial una que el propio extremo jienense estrelló en el cuerpo de Valles, sin que Tejero pudiera aprovechar después el rechace.

Sin embargo, la segunda mitad fue otro cantar, y para salir vivo de la isla, el Eibar se tuvo que remangar y remar todos a una para amarrar un preciado punto, que aunque no le permitirá afrontar el derbi ante el Alavés en disposición de atrapar a los vitorianos, sí que supone un nuevo espaldarazo moral en una semana muy condicionada por las bajas, que Garitano y los suyos han resuelto con una nota alta.

Parte importante del mérito hay que adjudicárselo a Luca Zidane, que si bien falló con estrépito a la salida del córner que propició el tanto de los locales, voló con su la capa de superhéroe para sacar de la mismísima escuadra un cañonazo lejano de Coco en el inicio de la reanudación, y también para rozar lo justo con los dedos un zapatazo de Moleiro desde la frontal que acabó siendo escupido por el larguero en los últimos instantes.

Y por supuesto, tampoco se puede quedar en el tintero el remate cruzado de Jonathan Viera que Rober Correa sacó bajo palos lanzándose al suelo cuando parecía que el balón se iba a colar en la portería armera.

La solidaridad hizo la fuerza y el Eibar, unido por una causa común, encadenó su tercer partido consecutivo en positivo, logrando así implantar la regularidad que le estaba faltando para asentarse entre el nutrido grupo de candidatos que copan la parte alta de la tabla, cuando se acaba de superar el primer tercio de competición.

Como cabía esperar ante un contrincante que venía de perder sus dos últimos partidos, la exigencia fue máxima y, en un último esfuerzo de una semana tan comprimida como productiva, el Eibar se vació para darlo todo.

Ante la baja del sancionado Berrocal y sin poder contar tampoco con Arbilla y Chema, Garitano tuvo claro que tenía que empezar a construir la casa sobre unos cimientos firmes. De modo que, al igual que en Málaga, volviera a depositar su confianza en la sacrificada labor de Sergio y Correa, que se multiplicaron para ayudar a Venancio a achicar balones.

Pero, aunque ambos se hicieron acreedores de la mayoría de los halagos por su inestimable colaboración en la zaga, el empate amarrado fue fruto de una labor conjunta, tanto de los 11 que salieron de inicio, con Peru Nolaskoain acompañando a Javi Muñoz en la medular en lugar de Matheus, como de los otros cuatro que acudieron al socorro de sus compañeros en la segunda mitad.

Y así, salvo en algunos casos de apuro puntuales, se vio a un cuadro azulgrana bien plantado atrás, ordenado, con las líneas muy juntas y adelantadas para salir a la contra a la mínima oportunidad, aunque lamentablemente no fue capaz de aprovechar.

Tras tres partidos en ocho días que han dejado siete puntos de nueve posibles, el Eibar podrá preparar con calma su próximo estreno copero ante Las Rozas.