Zarpazo letal de un animal herido

No es la primera vez que este equipo sorprende sacando su coraje a relucir cuando parecía que no había de dónde sacar. Porque no puede haber nadie que siga habitualmente al Eibar que no se sorprendiera del once de circunstancias que tuvo que poner en liza ante la kilométrica lista de bajas, concentradas en especial en la línea defensiva ante la ausencia de tres de los cuatro centrales que componen el plantel.

De ahí que Gaizka Garitano alterara su sistema para poblar la zaga incrustando en ella a Correa y Sergio, lo que también propició el estreno de una nueva pareja de pivotes, con Nolaskoain como sustituto de Matheus junto a Javi Muñoz.

La obligada revolución que se vio obligado a hacer el técnico armero, sin embargo, no se quedó ahí, ya que la lesión en el dedo de una mano que ha impedido a Corpas entrenar con normalidad, así como el delicado estado que aún arrastra Aketxe, le llevó a otorgar a Troncho su primera titularidad tras haberle concedido varios minutos ante el Mirandés y Albacete, y a apostar por una línea de tres arriba con Stoichkov y Quique, relegando a Blanco-Leschuk, el único delantero nato del que disponía, al banquillo.

Y lo que parecía ser una apuesta de lo más estrambótica, resultó ser la receta acertada para superar a un rival desesperado que, aunque fue quien más tuvo el balón y más acosó la portería rival, le faltó la efectividad y la contundencia defensiva que, curiosamente el Eibar sí tuvo precisamente cuando le faltaban la mayoría de sus defensas.

Y cuando peor lo estaban pasando los azulgranas ante el empuje de los locales fue cuando sacaron sus garras a pasear para desgarrar a su rival con un arañazo que resultó letal.

La garra la impulsó, como no, Álvaro Tejero, quien tras recoger un mal pase de Escassi colgó como él sabe un balón al primer palo donde estaba Stoichkov. El gaditano, trastabillado, no acertó a rematar bien, pero sí tocó lo justo para que la pelota quedara suelta en el segundo palo, donde Quique, muy oportuno, solo tuvo que empujarla.

Y, aunque el propio Stoichkov dejó escapar poco después una magnífica ocasión para rematar a un Málaga que trató de resucitar empujado por el dolor y la rabia, el conjunto armero hizo piña como nunca para repeler todas y cada una de las embestidas que recibió en el resto del choque.

Es precisamente con esa unión colectiva y con la capacidad de sufrimiento y sacrificio que mostró con lo que hay que quedarse para afrontar con ilusión los dos partidos que debe jugar esta semana.