Alberto Ferreras
Lunes, 27 de octubre 2014, 00:33
Soñaba con bailar. Y con volar. Desde muy pequeña, esta bilbaína de 38 años sentía pasión por la danza, el patinaje sobre hielo, las acrobacias aéreas circenses y los aviones clásicos. Sin embargo, su trabajo como responsable de ventas y marketing de Ingeniería Semasa, una empresa de mantenimiento de aeronaves propiedad de su padre, Sergio Sánchez, condicionó su destino.
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Ainhoa se encarga de diseñar el calendario anual de su empresa. Viendo unas fotos de una mujer realizando acrobacias aéreas sobre las alas de un aeroplano, decidió que el wingwalking fuera el tema monográfico de 2012. Ahí saltó la chispa de una afición que se ha convertido en su meta profesional casi a tiempo total.
Su mentora es la norteamericana Margaret Stivers, la wingwalker de las fotos a la que Ainhoa pidió permiso para incorporarlas al calendario. Esta acróbata, con más de 1000 exhibiciones aéreas realizadas, le aconsejó viajar al Reino Unido para conocer a Mike Dentith, un experimentado piloto acrobático profesional de festivales aéreos. Mike es propietario de un precioso Boeing Stearman A-75 (remotorizado con un motor de 300 CV) y de una empresa que ofrece paseos aéreos en el ala superior de este veterano biplano fabricado en 1942, a cualquier persona que cumpla unos determinados requisitos físicos.
En mayo de 2013, Ainhoa viajó al Reino Unido, con el firme propósito de experimentar el wingwalking, y como una clienta más, voló por primera vez en el Stearman de Mike. Poco después de despegar, y tras acostumbrarse a la presión del aire sobre ella, comenzó a realizar figuras similares a las realizadas en danza clásica. De vuelta a Madrid, recibió un email del piloto: le acababa de ofrecer un trabajo como wingwalker. Cuenta Ainhoa que cuando finalizó de leer el mail, lloró de emoción. Posteriormente, tras volver de nuevo a Inglaterra, recibió un curso impartido por Helen Tempest, una de las más experimentadas wingwalkers del mundo, y el 31 de agosto de ese mismo año, voló como profesional en el N.I. International Airshow celebrado en Portrush (Irlanda del Norte).
Ainhoa se enfrenta ahora a dos retos históricos: crear una legislación que autorice esta práctica en España, que internacionalmente no está considerada como deporte, sino como una modalidad de espectáculo aéreo; y poner en marcha la creación del primer equipo acrobático de wingwalking español, junto a la Fundación Infante de Orleáns. Pese a todo, seis países en el mundo cuentan con normativa autorizada y, cómo no, Reino Unido y Estados Unidos se encuentran a la cabeza de esta actividad.
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Hay que recordar que la práctica del wingwalking no es una actividad de reciente creación. De hecho, nació en 1911, cuando un militar inglés llamado Samuel Franklin Cody quiso demostrar que un pasajero situado a casi cuatro metros del centro de gravedad de su biplano, no alteraba la estabilidad. Sin embargo, el primer wingwalker que actuó como tal fue Ormer Locklear, un piloto militar norteamericano de 26 años que, tras los combates aéreos en los que participaba durante la I Guerra Mundial, salía del puesto de pilotaje de su biplano para, andando sobre las alas, reparar los desperfectos producidos por las balas enemigas.
El pasado 14 de octubre Mike Dentith se reunió con Ainhoa en el madrileño aeródromo Cuatro Vientos, pero no pudo volar con él por no contar aún con el permiso de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Aun así, el encuentro fue emotivo, ya que coincidió con el cumpleaños de Ainhoa. El piloto y Simon Ducker, su copiloto, se encontraban haciendo una escala, ya que ambos venían en tránsito a bordo del Stearman desde Gibraltar con rumbo a su base situada al sur del Reino Unido. El día 11 habían dado un paseo a Tom Lackley, el wingwalker más veterano del mundo: 94 años.
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De momento, Ainhoa tendrá que esperar al próximo 30 de agosto de 2015 para volver a volar con Mike en el Reino Unido. Será en un show aéreo llamado Little Gransden Charity Air & Car, donde se recaudarán fondos para la ONG Children In Need. Hasta entonces, intentará preparar un Stearman que se encuentra desmontando en las instalaciones de la Fundación Infante de Orleáns, en Madrid, e incluso podría volar en alguno de sus aviones, si AESA autoriza la legislación, los permisos de vuelo, y la transformación del aeroplano para shows de wingwanking (cambio del motor de serie por uno de al menos 300 CV y la instalación de un mástil que sostiene la silla acrobática en el plano superior) .
Pero hasta que llegue ese día, Ainhoa seguirá luchando por cumplir su sueño de bailar entre las nubes en los cielos españoles. Aunque la realidad es que ya ha pasado a la historia de la Aviación como la primera wingwalker española. Y por añadidura, se ha convertido en una pionera aérea del siglo XXI.
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