Eider Burgos
Domingo, 7 de junio 2015, 13:44
"Yo lo que quiero es saber que él fue mi padre, aunque nunca me reconociera". Marian Martínez de Pancorbo, catedrática de Biología Celular, repite las palabras que los labios de otras muchas personas han pronunciado en su presencia. En sus manos y en las ... de todo su equipo está determinar parentescos dudosos, reunir a familiares perdidos y a otros que desconocen que lo son. Todo gracias a la magia del ácido desoxirribonucleico, el ADN.
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Martínez de Pancorbo es la investigadora principal del Grupo BIOMICs y la asesora del Banco de ADN de los Servicios Generales de Investigación (SGIker) de la UPV/EHU con base de operaciones en el campus de Álava. El equipo de BIOMICs, junto con el organismo académico, atiende las peticiones de particulares y empresas que buscan probar a través del código genético la existencia o la ausencia de lazos familiares entre personas. Un tipo de prueba que ha experimentado un imparable crecimiento desde que el laboratorio abriera sus puertas en 1988. Si en 2006 -primer informe anual disponible del SGIker- se realizaron 840 exámenes entre clientes internos (investigadores y personal de la propia universidad) y externos (particulares ajenos al organismo) la cifra ascendió hasta los 2.618 el pasado ejercicio (la mayoría, 2.096, de particulares).
Aunque la investigadora no encuentra una razón concreta que justifique este aumento más allá de que estos tests son cada día más populares, sí que reconoce un perfil mayoritario entre sus clientes: adultos cuyos padres ya han fallecido y que quieren confirmar la relación paterno-filial. ¿Les mueve la herencia? "No, por lo general. Suele ser más por estar en paz consigo mismos o casos de adoptados que quieren saber de dónde vienen", asegura la bióloga. En el segundo escalón, personas que emigraron al extranjero hace años, perdieron el contacto con sus familiares y tratan ahora de encontrarlos.
"Los últimos años también hemos recibido muchas peticiones de análisis de restos de desaparecidos durante la Guerra Civil", apunta. Que la televisión y el cine no les engañen, advierte Martínez de Pancorbo: no es tan fácil extraer una muestra de código humano de entre unos huesos, menos aún cuando cuentan con casi 80 años. "Por suerte contamos con un equipo de primera línea en todo el país. No es que lo diga yo, es que llevamos mucho tiempo con los mismos, perfeccionando las técnicas", presume la investigadora de BIOMICs. Del total de estos antiquísimos esqueletos, el laboratorio alavés ha conseguido descifrar el código genético del 85%.
Biólogo y psicólogo
No son los únicos que ofertan análisis de ADN. En internet se pueden encontrar otras firmas con tarifas jugosas y promesas de anonimato que ni siquiera requieren la extracción de una muestra presencial. Este último aspecto es, con diferencia, el que acobarda a muchos. "Casi no tratamos con niños porque tienen que venir al laboratorio a tomarse la muestra y sus padres prefieren algo más discreto", señala Martínez de Pancorbo. Porque si en algo hace hincapié el laboratorio de la Universidad del País Vasco es precisamente en la presencia. "Es obligatorio estar presente. La base es saber a quién se está examinando".
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El encuentro cara a cara sirve además para explicar al sujeto cómo funciona todo el proceso de análisis. Ya habrá sido informado con anterioridad por teléfono, pero el centro camina sobre seguro y lo repite en persona. Estas reuniones, sin embargo, suelen trascender de lo meramente administrativo.
El camino que llevará al cliente a descubrir si pertenece o no a una familia es, como poco, turbulento. La verdad que espera al final puede ser tan reafirmante como destructiva, pero el solo hecho de tratar de descubrirla genera conflictos con unos mismo y con el entorno. Los biólogos juegan entonces a ser psicólogos: "Están los que se sienten tan dolidos que no quieren contarte nada, y los que, al contrario, se desahogan contigo. Nuestro trabajo también consiste en escucharlos; solo escuchamos, nunca preguntamos, y tratamos de ponerles en situación. Les explicamos que no son los únicos que lo hacen, que no están solos. Al final, siempre nos agradecen el trato", explica la especialista.
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En diez días
Desde la petición de análisis hasta la recepción de los resultados transcurren alrededor de dos semanas. En apenas dos o tres días se producirá el primer encuentro entre investigadores y cliente -él en ayunas desde una hora antes-, donde se tomará una muestra salival y se firmará un documento que dé consentimiento al examen. Aunque el emplazamiento de referencia es el edificio Lucio Lascaray, en el Campus de Álava -dependencias de BIOMICs-, los vizcaínos y los guipuzcoanos pueden hacer lo propio concertando una cita en la capital vizcaína.
En el caso de que se requiera un examen sencillo -determinar la relación padre-hijo con las muestras de los implicados-, el proceso concluirá en un plazo máximo de diez días. "El trabajo en laboratorio puede tardar incluso menos, pero solemos establecer ese periodo para que el cliente no se preocupe demasiado", confiesa la asesora del SGIker. Si, en cambio, se trabaja con parientes no directos -primos, por ejemplo-, o el parentesco que se busca establecer es más complejo, el proceso puede alargarse.
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En cualquier caso, para darlos por válidos, deben obtenerse los mismos resultados por duplicado y por procesos distintos. "Hay que comprobar que existen compatibilidades aunque haya elementos que no coincidan y viceversa. Dos personas que sean de pueblos cercanos pueden presentar similitudes. Para ello recurrimos a un estándar internacional y a un control estadístico", explica la investigadora.
A pesar de todo, y aunque suene irónico, no serán ellos quienes determinen que dos personas son familia. "Nosotros no decimos que alguien es 'hijo de'. Eso lo dictamina un juez. Nosotros determinamos la probabilidad que existe de que dos personas estén emparentadas", aclara Martínez de Pancorbo. Ellos, continúa, están ahí para atenuar el dolor, en la medida de lo posible", en un tema "elemental". "Nuestra sociedad está estructurada en torno al parentesco, tanto a nivel legal como a nivel biológico. Ser o no parientes es esencial en muchísimas ocasiones y en la mayoría, con connotaciones a largo plazo. Nuestros resultados transmiten tranquilidad".
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