«Como yo, tiene que haber muchos soldadores con cáncer»

Como muchos de su generación, Julián G., vecino de Hernani, empezó a trabajar de chaval como soldador en la industria siderúrgica. Entonces apenas tenía 16 años. Cuando ya se había jubilado y empezaba a saborear la tranquilidad de una nueva vida lejos de la dureza del taller, un reconocimiento médico reveló una mancha en su pulmón izquierdo. Tenía cáncer.

«Yo ya andaba con la mosca detrás de la oreja. Le comenté el caso a Jesús Uzkudun -histórico activista de la lucha del amianto- y me dijo que había que demostrar que era enfermedad profesional». El de Julián, que ahora tiene 71 años, era el primer caso de cáncer de pulmón que llegaba a oídos de CC OO por soldar acero inoxidable.

«Me hicieron reconocimientos y lo dieron por hecho, me concedieron la invalidez permanente absoluta». Osalan certificó que se debía a su exposición al cromo VI y al níquel y la Seguridad Social «no puso pegas». Ya estaba jubilado, pero esta condición le supone un considerable incremento de la pensión. En su caso, no recibirá el recargo de prestaciones -que deben abonar las empresas por no poner las medidas de prevención adecuadas- ya que los talleres no están en activo. Aun así, CC OO está sopesando la posibilidad de reclamar una indemnización por daños y perjuicios a la depuradora de Loiola, para la que prestaban sus servicios las firmas que empleaban a este vecino de Hernani.

Trabajó en cinco talleres y en una empresa de mantenimiento de canteras, «siempre soldando». La única medida de protección que le proporcionaron fueron «unos guantes»; nada que paliase el asfixiante ambiente del interior de las calderas. «Estaba todo cerrado, solo ponían un aspirador en la puerta y cuando estabas jodido te sacaban». Casi peor eran las condiciones en la canteras, cuando reparaba los molinos. «En las cribas igual se acumulaban 220 centímetros de polvo», rememora el ahora jubilado.

Mientras sigue pendiente de su pulmón derecho, Julián continúa peleando por sus derechos. Ahora, para conseguir que le reconozcan la categoría de oficial de 1ª de cara a percibir la pensión que considera «justa». De momento, su caso es el primero pero augura que «como yo, tiene que haber muchos compañeros más con cáncer».