Buenos modales. Las comidas navideñas ponen a prueba nuestro conocimiento del protocolo en la mesa.

La educación se sienta a la mesa

Unas sencillas normas de urbanidad y el sentido común nos permitirán salir airosos de cualquier situación comprometida en cenas y banquetes

julián méndez

Jueves, 31 de diciembre 2015, 12:08

Tranquilos. Que no cunda el pánico. Va a ser la primera cena de Nochevieja con los padres de tu chico. Comida de empresa con el consejero delegado, nada menos. Vienen a almorzar los consuegros. O te has citado, por fin, para comer con esa compañera que te trae de cabeza. Sí, la pija educada con las monjas, pero que tiene más peligro que un desfile de Kim Jong-un. Quieres quedar como un señor (voy a darlo todo, ) y has elegido un sitio muy formal, con estrella Michelin.

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Ahora, cuando has descubierto por las noticias que Albert Rivera no supo dejar quietas las manos durante el debate y que Pablo Iglesias armó las suyas con un Bic, tienes pesadillas en las que destrozas las copas por no saber qué hacer con las tuyas cuando, por fin, tengas enfrente a esa persona con la que por nada del mundo querrías quedar mal... Has buscado en internet, pero los tutoriales sobre buenos modales ante los manteles parecen haber sido escritos por un maorí recién llegado a Auckland. ¿Cuál es mi pan? ¿Qué tenedor empleo de esa batería que han dispuesto ante mí como si fuera un pulpo? ¿Puedo untar pan en la salsa? ¿Y comerme los espárragos cogiéndolos con los dedos?

¡Alto! No más tribulaciones. La solución está aquí. Beatriz Rodríguez, una abogada y bloguera gastronómica educada en Oviedo, ofrece en su libro Tobegourmet. Estilo en tu mesa: ideas y recetas (Ediciones Nobel), con prólogo de Elena Arzak, respuestas a todas esas preguntas. En su clásico Nuevo libro de etiqueta Lillian Eichler dejó escrito que «la etiqueta se ocupa de las reglas que nos facilitan y nos simplifican la vida de relación: son sanas y sensatas reglas de conducta que ahorran tiempo, evitan malas inteligencias y hacen el contacto social más suave y agradable. Observando las reglas de la cortesía progresaremos, viviremos felices y haremos amigos por doquier». Manos a la obra.

El lugar en la mesa

Salvo que esté señalado, hemos de esperar a que nos asignen un asiento. Es una de las tareas del anfitrión ocuparse de ese asunto (debe atender a la edad de las personas y al papel que jugará cada comensal en la velada).

Protocolo

La servilleta estará a la derecha o sobre el plato. La colocaremos sobre el regazo, sin realizar aspavientos. Deberemos esperar a que el anfitrión se lleve a la boca el primer bocado antes de empezar nosotros. Esto, en cada plato.

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Cubiertos

«Aprende a comer con cubiertos antes de saltarte las normas»

  • Carlos Fuente, Experto en protocolo

  • «No hay una normativa estricta; las costumbres cambian. Desde el refinamiento francés, que fue la cumbre, la relajación ha ido llegando al protocolo», sostiene Carlos Fuente, director del Instituto Universitario de Protocolo de la Universidad Camilo José Cela y nuestro guía para adentrarnos en este complejo mundo del comportamiento en público.

  • A estas alturas de la película le suponemos informado de que la seguridad en uno mismo es el sustento de cualquier actitud. Así que serenidad y confianza ante todo. Segunda regla, el anfitrión siempre marca las normas y a él corresponde convertir una comida formal en un momento distendido. «Se trata de disfrutar», dice Fuente. Tercera el propio restaurante debe poner cuanto esté en su mano para evitar complicaciones; es decir, en una cena de gala nadie pone costillas, gambas sin pelar o caracoles sin su tenedor de dos pinchos y su pinza redonda. Y cuatro, sea consciente de dónde se encuentra; si en palacio le sacan un carré de cordero no hace falta estudiarse el tutorial del embajador del Reino Unido para saber cómo comportarse

  • - ¿Cuál es el secreto para estar en sociedad?

  • - La clave está en no comportarse de una manera ofensiva para las personas que te acompañan. Es cierto que ahora hay una mayor permisividad para usar las manos. Pero es que hoy todo se puede comer con cubiertos.

  • - ¿Los espárragos también?

  • - También. Otra cosa es que ni en el Ritz tengan ya las pinzas adecuadas para cogerlos. Mi consejo en una comida formal es usar con ellos cuchillo y tenedor. Un cuchillo bien afilado, claro, que corte bien.

  • - ¿Y con las gambas?

  • - Lo mismo. De todos modos, el anfitrión debe cuidar el formalismo de presentar los platos de modo que no haya dudas. No es lo mismo una comida de gala que una de negocios donde se puede estar más distendido. Se trata de disfrutar. Y si come las gambas o los carabineros con las manos...

  • - ¿Sí?

  • - El servicio de sala del local debe ofrecerle una alternativa inmediata para limpiarse los dedos. No puede ser que te pases todo el encuentro con ese pringue en los dedos. Hablo de paños húmedos, no de una de esas servilletas cuyo olor no te quitas en toda la comida.

  • - ¿Cómo cogemos el jamón?

  • - Se pincha la loncha con el tenedor y se pone en el plato. Se corta si es demasiado grande o se hace un rollito para llevarlo a la boca. Ojo, las buenas formas no deben ir nunca por delante de la salud Mejor cortar un trozo grande en otros más pequeños que atragantarse.

  • - Sabemos que las botellas vacías no deben ponerse con el culo boca arriba en la cubitera. También, que no debe agitarse nunca una botella y evitar que el corcho de una botella de champán emprenda el vuelo. Pero ¿se chocan las copas al brindar?

  • - Eso me preguntan siempre mis alumnos. Yo les pongo los vídeos de las cenas de gala de los Reyes en el Palacio Real. A la hora de los brindis el chinchín suena en todo el salón. Otra cosa es el segundo o tercer brindis; ahí basta con un gesto, con levantar la copa hacia la persona que nos acompaña.

  • - ¿Se puede brindar con agua?

  • - Claro. Es pura superstición. Cada uno brinda con lo que tenga en la copa agua, vino, limonada, champán...

A la derecha del plato y con el filo hacia adentro, estarán los cuchillos. A la izquierda, cucharas y tenedores; todo dispuesto según el orden en que debamos usarlos (así que una preocupación menos). «La consigna es clara: de más lejos a más cerca», apunta Beatriz Rodríguez.

Cuando no empleemos los cubiertos, deberemos dejarlos cada uno a un lado del plato, dentro del mismo y no sobre el mantel.

Copas

A nuestra derecha y en diagonal partiendo de los tenedores. La más cercana es para el vino blanco; la siguiente, para el tinto, y la de mayor tamaño es la del agua. Fuera del trío y alejada puede aparecer la copa de champán, inconfundible porque (aunque ahora se tienda a tomarlo en copas de vino) es aflautada.

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El pan

Sobre un plato. El nuestro es el de la izquierda. Así que si se lanza al de su derecha dejará sin pan al vecino. Le suele acompañar un cuchillo, empleado solo para untar, mantequilla, por ejemplo. «El pan se trocea a medida que se precisa, siempre con las manos y sobre su platito, para que sea ahí donde caigan sus migas», apunta la autora. El pan se puede utilizar para empujar un trozo de comida, pero no «para mojar en salsas y mucho menos pinchado con un tenedor». Qué horror.

Beber

Se debe usar la servilleta antes y después de beber vino o para limpiarnos la boca. Si nos levantamos («cosa que haremos sin dar ninguna explicación») la dejaremos a la derecha, sin doblar.

Conversación

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Hablamos de encuentros formales, de negocios, comidas de traajo... Rodríguez recomienda «ser discretos» en la conversación y alternar los comentarios con quienes estén a nuestra derecha y a nuestra izquierda. Vamos, que se trata de repartir juego. También se deben «evitar temas espinosos como la religión, la política y los asuntos médicos». Ya sabe, hay algunas conversaciones que rozan más que unos zapatos de hormigón.

Actitud

Recuerde que esta comida es un asunto formal, así que, si un plato no le gusta, nada de fulminar al anfitrión o al cocinero con una mirada flamígera. Lo mejor es callar y dejar el plato, como un personaje de mundo. Si esto nos pasa con el vino, mojaremos los labios en un par de ocasiones y nada más. ¿Escupirlo? Solo en las películas de bucaneros.

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Más cubiertos

¿Qué hacemos con ellos? Antes de que nos los retiren, debemos colocarlos sobre el plato (siempre en el mismo lado), en paralelo y señalando las cuatro y veinte (no haga caso a esos supuestos códigos que aseguran que si pasa el cuchillo entre las puntas del tenedor está mostrando que no le gustó la comida). Ponerlos encima es, en el mundo del protocolo, la señal que indica que hemos acabado. Ojo, los cubiertos nunca se dejan sobre el mantel o la servilleta, como si fueran náufragos pringosos abandonados a su suerte.

Al detalle

La obra nos ayuda también a montar una mesa de Navidad, a vestirla con encanto, a preparar un buffet o a crear, con todo lujo de detalles, una mesa infantil (consigna número 1: no hacer dos docenas de emparedados de nocilla, queso y chorizo... Siempre sobran porque los críos se arrojan como tigres sobre las chucherías). Nos guste más o menos, en esos festejos, las golosinas siempre se llevan la palma. Un día es un día.

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La autora señala también los lugares que, a su entender, son los mejores para hacer compras gastronómicas en Nueva York, París, Londres, Madrid y Barcelona. Asímismo selecciona las, a su juicio, mejores pastelerías del país (su debilidad, queda dicho, son las yemas Gil, en Almazán, Soria) y el chocolate. En la lista asoman Arrese, la donostiarra Otaegui, Mariposa de Oro en Logroño y El Obrador de Pamplona. Seguro que no ha oído hablar todavía de la vitoriana Goya. La obra se completa con medio centenar de recetas aptas para cualquier cocinillas. Pero, tranquilo, ahí, ya jugará en casa.

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