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Octavio Igea
Lunes, 16 de mayo 2016, 14:06
Las turbo rotondas nacieron en Holanda hace casi dos décadas y en este periodo se han construido unas 300. Si la idea cala, las administraciones españolas pueden superar esa cifra en lo que dura un pestañeo porque las carreteras nacionales están salpicadas por unas 38.000 glorietas. Algunas se han convertido en auténticos iconos del derroche y la opulencia que guió el país durante los años de burbuja económica. Quedan así para el recuerdo el desarrollo urbano de Las Rozas (Madrid), la única localidad de más de 50.000 habitantes del Estado que no tiene semáforos, o el de Dos Hermanas (Sevilla), que instaló 17 rotondas en la carretera que circunvala la ciudad. Una por cada comunidad autónoma. En el centro de los anillos se plantó el árbol típico de cada región.
Aunque la crisis frenó los dispendios, sigue habiendo proyectos sorprendentes estos días. El último tiene en pie de guerra a los vecinos de la localidad madrileña de Leganés, donde el Ayuntamiento, gobernado por el PSOE, ha sacado a concurso la ejecución de una rotonda tradicional que costaría 12 millones de euros. Además del desorbitado precio -«podríamos hacer tres colegios», clama la oposición-, lo llamativo del asunto es que se pretende instalar en la entrada a un polígono infrautilizado, solo el 25% de sus instalaciones están ocupadas, aunque es la sede de una famosa marca de bebidas cuyos camiones pasan apuros en el actual giro de acceso. Portavoces municipales aseguran precisamente que la multimillonaria rotonda busca «impulsar» el desarrollo del área industrial.
¿Turbo qué? En Santander las llaman «glorietas 2.0», en Badajoz prefieren el concepto «intersecciones dirigidas» y Antonio Rey, el alcalde del concejo asturiano de Grado, la primera localidad que utilizó esta solución vial en toda España hace ya seis años, la llama directamente « ... la rosca». Es lo que tiene haberse acostumbrado ya a un modelo que el resto empieza a descubrir ahora. La construcción de turbo rotondas, una evolución de los tradicionales anillos de circulación, se está multiplicando en el país durante los últimos meses al constatarse que agilizan la circulación y reducen los accidentes. Son mas caras, pero frenar las 33.000 colisiones registradas en glorietas de todo el Estado en 2015 puede que merezca el esfuerzo. En Euskadi también se abren camino, aunque las capitales optan por ahora por una versión «barata».
Las nuevas rotondas ya funcionan en Madrid, Pamplona, Vigo, Tenerife... y buscan solucionar un mal endémico. Dos recientes estudios de la aseguradora Axa y de Formaster, la Asociación Profesional de Empresas Formadoras en Seguridad Vial, coinciden en alertar que el 80% de los conductores circula de forma indebida por las glorietas, lo que dispara el riesgo y los colapsos. Elegimos el carril inadecuado, usamos mal los intermitentes para desplazarnos, no cedemos el paso al coche que debemos o directamente hacemos un recto. Como si no existiera el óvalo.
No esperen una proeza de la ingeniería porque las turbo rotondas son simplemente una buena idea que el profesor holandés Lambertus Fortujin tuvo a finales de los 90 y que ahora empieza a exportarse. Explicado en pocas palabras, estas glorietas separan sus dos carriles mediante elementos arquitectónicos y líneas continuas y dejan el exterior para seguir de frente o desplazarse a la derecha y el interior para seguir girando hacia la izquierda o hacer un cambio de sentido. La gran peculiaridad es que obliga a los conductores a decidir dónde posicionarse desde la entrada al óvalo en función del camino que quieran seguir, luego ya, cuando empiecen a girar, no hay posibilidad de cambio.
Además de obligar a multiplicar la señalización vial en el entorno de la rotonda, el nuevo sistema provoca cierto caos en su estreno en las ciudades porque lo de circular ordenadamente por una glorieta no es habitual por estos lares. «Muchos conductores solo usan el carril de la derecha, aunque sea para dar un giro de 360 grados, en una vía de dos carriles se pierde literalmente uno», explica Zaida González, actual alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife y antigua concejala de Seguridad Ciudadana. Algunos expertos cifran en un 30% el aumento del uso del carril interior al instalarse una turbo rotonda.
«Hay que ir poco a poco»
«Yo si la quito ahora me matan, desde que la pusimos solo hemos tenido dos accidentes en seis años», recuerda el regidor pionero de Grado, a unos pocos kilómetros de Oviedo. ¿Y en Euskadi? Los ayuntamientos de Bilbao y San Sebastián están «estudiando» la posibilidad de construir turbo rotondas, «aunque aún no hay nada decidido». En la capital guipuzcoana ya le habrían buscado hasta ubicación: «regularía la entrada a algún polígono o un centro comercial», explican. En la vizcaína de momento tienen cuatro glorietas con un «modelo mixto», cuenta el concejal de Movilidad, Alfonso Gil. Es decir, que solo se utiliza pintura para delimitar carriles. «Son pasos que debemos ir asimilando poco a poco...». En Vitoria, con sus 125 óvalos, tantos como las otras dos capitales vascas juntas, también usan la brocha como primera decisión en un par de intersecciones. «Todo lo demás sale un poco caro», reconocen.
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