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David González
Domingo, 22 de octubre 2023, 07:34
El domingo 27 de febrero de 2022 le cambió la vida. Esa tarde, Moha (nombre ficticio) mataba el rato en un banco de Vitoria cuando ... se le acercó una desconocida. Charlaron «en árabe» unos 45 minutos, creyó sentir conexión y le plantó un beso. La mujer le correspondió con otro. Acabaron en un parque donde mantuvieron relaciones sexuales plenas. Ella le acompañó a coger un urbano y aceptó confiarle su número de móvil. Parecía el inicio de una bonita historia.
A los pocos días, Moha le telefoneó. Sin embargo, en vez de reencontrarse con esa joven terminó esposado por la Ertzaintza. Había sido imputado por «abuso sexual con penetración» tras la denuncia de la familia de esta chica, diagnosticada con un «trastorno esquizoafectivo» que le convierte en alguien «manipulable e influenciable». Se decretó su ingreso preventivo en la cárcel alavesa de Zaballa. Allí ha permanecido 564 días y otras tantas noches hasta la reciente absolución de la Audiencia Provincial de Álava. Nadie ha recurrido el fallo, que ha adquirido firmeza esta semana. Es un hombre libre de nuevo.
Demasiados condicionantes salpican la inusual historia de Moha. Con apenas dos años de residencia en Vitoria y cinco en España aún carece de papeles y chapurrea con dificultad el castellano. En febrero de 2022 residía de alquiler en el piso de un conocido. Su única boya. Es decir, el arraigo brillaba por su ausencia lo que, unido a la «especial vulnerabilidad» de la víctima y la «gravedad de la acusación», precipitó su envío al mayor presidio del País Vasco. Cabe recordar que los delitos sexuales copan el 54% de los asuntos revisados en la Audiencia Provincial de Álava. La práctica totalidad culmina en condena.
Aquella tarde de febrero, cuando la joven retornó al centro tutelado donde vive rompió a sollozar. Desveló a sus cuidadoras su «miedo» durante el encuentro íntimo y que el sospechoso «no me escuchó». Como aportó una vaga descripción del entonces desconocido, el caso parecía abocado al archivo. Hasta que este veinteañero le mensajeó y pudo ser localizado por la Policía autonómica.
En el juicio, desarrollado hace un mes y en el que se ausentó la víctima, su hermana y tutora legal contó que en su país natal, Marruecos, «también ha sufrido agresiones» y que acumula «diez juicios en Vitoria y dos en Bilbao» por hechos similares. Medios consultados computan «una quincena de denuncias» en la comunidad autónoma. Varias ya han desembocado en sentencias condenatorias.
Según esta familiar, se habrían aprovechado de que «siempre quiere tener pareja, para tener hijos. Le gustaría tener una familia normal. Suele confiar demasiado y en un banco le cuenta su vida a todo el mundo. No ve el peligro. Busca la ternura, los abrazos». A esto se añade que «no entiende preguntas complejas ni en español ni en árabe».
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