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Euskadi se sitúa a la cola de España en eficiencia energética de sus hogares y edificios. El enorme esfuerzo que se está realizando en los últimos dos años en renovación de fachadas gracias a las subvenciones que conceden la Unión Europea y el Gobierno Vasco ... apenas ha permitido enjugar una mínima parte del déficit que tiene el parque inmobiliario vasco en esta materia.
De los más de 800.000 edificios y viviendas que hay en la comunidad autónoma, apenas un 7% (56.700) pueden calificarse de altamente eficientes, lo que correspondería a los certificados A, B o C de eficiencia, según los datos que maneja el Gobierno Vasco. El resto se reparten a partes más o menos iguales entre los que tendrían una eficiencia energética media (D o E, unos 378.000, el 47%) y los de baja eficiencia (F o G, unos 368.000, el 46%).
Fuentes del Ente Vasco de la Energía (EVE), la sociedad pública encargada de proponer y desarrollar las estrategias energéticas del País Vasco, explican que este bajo nivel de eficiencia se debe principalmente a la elevada antigüedad media del parque inmobiliario vasco, con una mayoría de edificios levantados hace ya muchas décadas bajo criterios constructivos muy distintos a los actuales, en los que la eficiencia energética no era un elemento tenido en consideración.
Así, recuerdan que la edad media de los inmuebles supera en el País Vasco los 40 años, y citan los ejemplos de las tres capitales, con una antigüedad promedio de 55 años en Bilbao, 53 en San Sebastián, y 38 en el caso de Vitoria.
El cálculo que hace el Gobierno Vasco obedece al conocimiento que tiene del parque inmobiliario (año de construcción y características básicas), ya que no todos los edificios disponen de certificado energético. De hecho, de los más de 800.000 inmuebles calificables, el 31 de diciembre de 2023 solo disponían de la etiqueta medioambiental 313.362, el 39%.
Disponer de certificado energético no es obligatorio, aunque sí en caso de querer vender o alquilar la vivienda, ya que ese documento debe facilitarse al comprador o inquilino en el momento de firmar el contrato. También cuentan con este título los edificios que son objeto de una inspección técnica (ITE).
El informe lo debe hacer un arquitecto autorizado que analizará la vivienda y remitirá su análisis al departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco, quien debe autorizar o denegar el informe y conceder el certificado en un plazo máximo de tres meses.
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La emisión de certificados se duplicó el año pasado respecto a la media de los ejercicios precedentes, debido principalmente al impulso de las renovaciones de fachadas auspiciadas por las subvenciones públicas. Así, si lo habitual es que cada año soliciten esta categorización en torno a 50.000 comunidades o propietarios, en 2023 la cifra se elevó a 103.973, más del doble que los 49.670 de 2022, los 48.041 de 2021, y casi también duplicando los 54.086 de 2020.
Del total de certificados energéticos existentes a finales de 2022 (no están disponibles los datos de todas las comunidades en 2023), en Euskadi los de alta eficiencia (A, B, C) representaban apenas el 2,8% del total. Los de eficiencia intermedia (D, E) eran la mayoría (64,6%, casi dos de cada tres), y el 32,5% restante correspondían a viviendas de baja eficiencia.
Estos datos sitúan a Euskadi como la comunidad con el porcentaje más bajo de viviendas de tipo A, B o C, y la cuarta que más F y G tiene registradas.
En el primer caso, el ranking lo lidera Extremadura, con un 14,9% de certificados de primer nivel, seguida de Navarra (11,8%) y la Comunidad Valenciana (9,8%). En el tramo negativo, peor que Euskadi solo están Canarias (60,2% de certificados F o G), Baleares (40%) y Asturias (36%). En este epígrafe, la comunidad que menos 'suspensos' presenta es La Rioja, con solo un 16,6% de certificados F o G, seguida de Extremadura (17%) y Murcia (17,5%).
Aunque es necesario analizar cada piso, casa o inmueble de manera individual para conocer qué grado de eficiencia tiene, hay una serie de características tasadas que de saque sitúan a una vivienda en una escala u otra. Estas son el año de construcción, el tipo de ventanas instaladas para valorar su aislamiento, si tiene o no calefacción y con qué se alimenta, y el sistema de calentamiento del agua.
A grandes rasgos, el hogar más eficiente es aquel construido a partir de 2006, con ventanas de vidrio doble o triple con rotura del puente térmico y alimentación a través de algún sistema de energía renovable (placas solares, biomasa, aerotermia...), bien para la electricidad, bien para el agua caliente o la calefacción.
En función de cuántas de estas condiciones cumpla, se situaría en el nivel A, B o C.
En un término medio (D, E), están las viviendas construidas entre 1979 y 2006, con ventanas de vidrio doble, y sistemas de agua caliente y calefacción alimentados por calderas de gas natural.
Por último, los edificios más ineficientes son los construidos antes de 1979, con ventanas de vidrio simple sin rotura de puente térmico, calefacción mediante radiadores eléctricos o butano, y agua calentada también con calentadores eléctricos o de butano.
La importancia del año de construcción para catalogar la eficiencia energética de una vivienda viene derivada de la normativa vigente en cada momento. En 1979 empezó a aplicarse en España la Norma Básica de la Edificación (NBE), que incorporó algunas medidas de obligado cumplimiento en materia de aislamiento, mejorando la calidad constructiva y climática de los edificios.
En 2006 estos requisitos dieron un salto de gigante con la aprobación del Código Técnico de la Edificación (CTE), que es el conjunto de normativas que regulan la construcción de edificios y que transpuso a España algunas de las directivas europeas en materia medioambiental, como la de eficiencia energética en edificios o la más general de eficiencia energética de la Unión Europea. Es el código de edificación en vigor en este momento, y en él se establecen los requisitos básicos de seguridad y habitabilidad de las construcciones.
Aunque a la vista de los datos el ritmo de rehabilitación de fachadas para mejorar la eficiencia energética de los edificios es insuficiente para poner a Euskadi al día, lo cierto es que las ayudas del Gobierno Vasco y de la UE para esta cuestión han provocado un 'boom' reformador. Así lo demuestra el número de licencias de obra mayor para rehabilitación concedidas por los ayuntamientos en el último año.
Solo en Gipuzkoa el año pasado se concedieron 953 licencias de obra mayor para rehabilitación, un 13% más que las 843 de 2022; un 42% más que las 670 de 2021; y hasta un 80% más que las 529 de 2020, que a pesar de ser el año del confinamiento mantuvo la línea de los ejercicios anteriores, cuando nunca se habían llegado a los 600 permisos. Para hacerse una idea del tirón que está experimentando la rehabilitación de edificios, basta con mirar los datos de hace una década. En 2013 se concedieron en Gipuzkoa 290 licencias para esta cuestión.
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