¿Por qué la especie humana domina el planeta?
El árbol de la ciencia ·
La cocción de los alimentos aceleró el desarrollo del cerebro. Somos el único animal que cocina lo que comeSecciones
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La cocción de los alimentos aceleró el desarrollo del cerebro. Somos el único animal que cocina lo que comeEl cerebro humano sigue el dictado de la evolución darwiniana y, por lo tanto, no es especial. Entonces, ¿por qué somos la especie dominante en el planeta y no lo es otro primate? ¿Es porque el volumen de nuestro cerebro es mayor del que correspondería ... al tamaño corporal? La científica S Herculano-Houzel sostiene que el factor crítico no es ese, sino que el cuerpo de los primates homininos (chimpancé, bonobo, gorila y orangután), es demasiado grande para el tamaño de su cerebro. Llegó a esta conclusión tras contar las neuronas de diferentes especies, desde ratas hasta elefantes.
Vio que el cerebro humano consta de 86.000 millones (M) de neuronas, 16.000 M de ellas en la corteza cerebral, sede de las capacidades cognitivas más exclusivas y complejas. Algunas especies tienen más neuronas en total, pero ninguna tiene tantas en la corteza. Según este esquema, la proporción es perfecta en el humano: 86.000 M de neuronas, 1,3 kg de cerebro y 70 kg de peso. El cerebro del gorila pesa 0,4 kg y su cuerpo 180 kg. Un tercio de cerebro y el doble de peso.
¿Por qué? Herculano invoca al coste energético. Se necesita una cantidad suficiente de tejido nervioso para gobernar un cuerpo de un tamaño determinado. Y hay que nutrir ese tejido. El cerebro humano consume el 20% de la energía ingerida para funcionar con eficiencia. 500 kcal diarias. Los primates son herbívoros y conseguir la energía necesaria para el funcionamiento de un cuerpo tan grande es incompatible con poseer un cerebro grande. Buscando y comiendo hierbas y hojas durante 8 horas al día, un primate obtendría energía para 53.000 M de neuronas y un cuerpo de 25 kg, con el que no podría defenderse de los depredadores y sobrevivir en la selva. El primate renuncia a un cerebro grande por tener un cuerpo grande. En su caso es una ventaja evolutiva.
¿Por qué se dio esta evolución en el género Homo (H) y no en otros primates? Herculano, fiel a la idea del primatólogo R. Wranghan, cree que el dominio del fuego fue clave. Entre 2.5 y 1.8 M de años los H habilis y los primeros H erectus adquirieron la capacidad de caminar erguidos sobre dos piernas y de utilizar la mano con destreza. Aprovechaban el fuego natural provocado por rayos y comían carne de animales que morían en incendios, compitiendo con carroñeros, como hienas y buitres.
Despegaban la carne del hueso con lascas (fragmentos de sílex lisos y afilados), los primeros instrumentos que fabricó H habilis. Entre 1 y 1,6 M de años, los últimos H erectus y primeros heidelbergensis dominaban el fuego, fabricaban bifaces (fragmentos triangulares de sílex tallados por ambas caras y de gran dureza), más adecuados para cortar vegetales duros ricos en almidón y la carne de piezas que encontraban o cazaban con lanza, lo que supuso un cambio drástico: comidas breves, absorción fácil de nutrientes y obtención rápida de energía. Y el número de neuronas se disparó. ¡Por fin se podía mantener un cerebro con 86.000 M de neuronas! Además, la cocción ablanda la carne y se requiere menos fuerza mandibular para masticar, lo que cambió la configuración de la boca y amplió el espacio para que creciera la parte anterior del cerebro: el lóbulo frontal o lóbulo de la civilización que contiene 1.300 M de neuronas y participa en la toma de decisiones, la planificación, la abstracción, el procesamiento emocional, el lenguaje, la cooperación y la socialización.
Cocinar se convirtió en un rasgo universal que dio lugar a la comida compartida y al poderoso significado de la relación social. La cocina transformó el problema de poseer un cerebro con gran demanda energética en una oportunidad para emplear el tiempo en actividades más eficientes para conseguir alimento, como la agricultura y la ganadería). La evolución pasó a depender de la cultura y no solo de la biología. Parafraseando al escritor J. Eugenides, la vida convierte en mente el cerebro biológico, un cerebro grande, complejo y notable. Una curiosidad: si un gorila siguiera una dieta humana, no adquiriría sus facultades cognitivas a medio plazo. Simplemente engordaría.
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