Bustinduy pide quitar la calle al marqués de la Ensenada por ser un genocida de gitanos

Pablo Bustinduy hizo la reclamación durante el acto de homenaje que se celebró en su ministerio al más de medio millón de europeos de esta etnia que fueron perseguidos, confinados y asesinados sistemáticamente por los nazis junto a los judíos, durante la II Guerra Mundial, en los campos de exterminio del Holocausto, en lo que se conoce como el Samudaripen.

El ministro recordó a Martínez-Almeida que los ayuntamientos de Cádiz y Lleida, donde el marqués también tenía sendas calles, ya dieron el paso simbólico que los colectivos que representan a la comunidad gitana española reclaman desde hace muchos años. «Este marqués fue responsable de diseñar e implementar 'La Gran Redada', un plan infame para exterminar a la población gitana» española en el siglo XVIII, indicó Pablo Bustinduy, quien entiende que «es incomprensible que una calle honre al responsable de lo que hoy se puede considerar como un delito de crímenes contra la humanidad». «Hay que tomar partido», espoleó al alcalde capitalino, y aclaró que él apoya las demandas del colectivo gitano sin ninguna duda.

El responsable de Derechos Sociales comentó que, además, esta denominación del callejero madrileño tiene otra agravante, pues la vía Marqués de la Ensenada es la que da entrada pública a la sede del Tribunal Supremo y a la el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). «Una institución tan importante (en referencia al Supremo) no puede estar asociada a una figura así en una sociedad democrática», indicó Bustinduy.

La denominada 'La Gran Redada' es como se conoce al plan que puso en marcha el 31 de julio de 1749 este marqués, por entonces ministro de Fernando VI. La idea fundamental era encarcelar al mayor número de gitanos posible, recluyendo en prisiones separadas a hombres y mujeres, para evitar que tuviesen descendencia y así lograr su extinción total como etnia.

Buena parte de los historiadores están de acuerdo en que el proyecto fue un claro intento de genocidio. De hecho, sus órdenes llevaron a la persecución y al encarcelamiento de más de 9.000 gitanos, provocando la muerte de muchos de ellos debido a las terribles condiciones de las prisiones y a los trabajos que se veían obligados a hacer de manera forzada.

No logró su objetivo principal, pero su actuación, según el consenso de los expertos, hizo un gran daño a la sociedad español. Profundizó la brecha, la desconfianza, los prejuicios y los enfrentamientos entre payos y gitanos y frenó el proceso de integración entre ambas comunidades que había dado hasta entonces grandes pasos. Males que, en menor medida, aún perviven en España.