«Aquí caigo bien y me muevo como pez en el agua»
Vascos de todo el mundo ·
Lucy Meléndez Vargas, Colombia | Con el pellizco de lotería que le tocó, Lucy compró un billete rumbo a España. En Bilbao le esperaba un puesto como cocineraSecciones
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Vascos de todo el mundo ·
Lucy Meléndez Vargas, Colombia | Con el pellizco de lotería que le tocó, Lucy compró un billete rumbo a España. En Bilbao le esperaba un puesto como cocineraUn día, sin pensárselo mucho, Lucy Meléndez se fue a vivir a 8.000 kilómetros de su casa. Cambiaba por cuestiones laborales su Colombia ... natal por Oviedo primero y por Bilbao después. Aunque su intención era irse para un tiempo hasta ver cómo iban las cosas, lleva ya veinte años al otro lado del charco. «En Colombia me dedicaba a la venta de joyas. Estaba divorciada, mis hijos eran ya mayores, estaban independizados y un sobrino me dijo. 'Tía, ¿te gustaría ir a España, te atreves?' Mi jefe necesita una cocinera. Allí el calor es insoportable, me apetecía un cambio vital, pero los recursos eran precarios. Pero resulta que me tocó un 'pequinesco' de lotería y con eso me compré el pasaje», relata esta mujer de firmes propósitos que esconde sus 72 años en un cuerpo pequeño y juvenil y una mirada de ojos castaños vivaracha.
Lucy es la primera protagonista de 'Vascos de todo el mundo', una serie de reportajes iniciada por EL DIARIO VASCO con objeto de mostrar el proceso de integración de personas inmigrantes en Euskadi. Cuenta que se casó pronto. Enseguida afloran los recuerdos. «A los 15 años me quedé huérfana. Yo tenía un novio y a los 16 nos casamos para buscarme una estabilidad. Duramos 20 años y tuvimos tres hijos maravillosos. Pero no funcionó más y cada uno rehizo su vida». Una vida que le trajo a Euskadi en 1999. «Durante siete años estuve empleada como cocinera de las chicas que trabajaban en los clubes de alterne de la calle General Concha de Bilbao. Vivía con ellas en un piso y poco a poco me convertí en su 'madrecita'. Yo las cuidaba como si fueran mis hijas». Les preparaba comidas a su gusto, «nunca me faltaron al respeto». «Les daba cariño porque son mujeres que sufren mucho. Vienen a trabajar en algo que no les gusta, lo hacen por necesidad. Algunas, muy jóvenes. Otras, mayorcitas con hijos. Se las critica mucho. Hay que ver que el dinero que ganan no es fácil».
Lucy Meléndez Vargas nació en Palermo, en el departamento colombiano de Huila, hace 72 años.
Está divorciada, tiene tres hijos y siete nietos Aquí no tiene familia. Vive en Trapagaran.
Se jubiló en diciembre de 2018 Ha trabajado de cocinera y cuidadora de mayores.
El 10% de la población de origen extranjero que hay en Euskadi (22 088 personas) proviene de Colombia, según datos de Ikuspegi.
Terminada esta experiencia trabajó en el cuidado de personas mayores, también como interna. «Lo que necesitan los mayores es que les den cariño, como a los niños. Sobre todo, cuando se vuelven dependientes. Yo sé hasta dónde se puede llegar con una persona mayor. Porque hay cuidadores que lo hacen solo por el sueldo. Hay que trabajar con amor para que las cosas den fruto».
Lucy Meléndez comenta, sincera, que aquí ha hecho «más conocidos que amigos», muchos de ellos a través de la misa latina que se celebra cada último domingo de mes en la parroquia de San Luis Beltrán de Bilbao a las cinco y media de la tarde. Ella es una de las fundadoras del colectivo Txoko Latino, punto de encuentro y comunicación para todo el colectivo residente en Euskadi. «Yo no puedo decir que me he sentido aquí discriminada. Al contrario, me han tratado muy bien y he podido ganarme la vida», subraya. Lo que aún le «incomoda», advierte Lucy, es «no poder intervenir en muchas conversaciones. No me meto a opinar porque hay gente que se molesta enseguida y me da cierto temor meter la pata. La gente de aquí es diferente a la de Colombia. Allí somos más cariñosos y damos más calor. Aquí son muy amables y hospitalarios, pero de carácter más bien secos». Lucy, residente en la localidad vizcaína de Trapagaran, se jubiló en diciembre de 2018 con 71 años y ahora está... enamorada. «Conocí a un chico en una sala de baile hace un año y estamos juntos. Nos llevamos bien. Soy feliz, he sido feliz, no puedo decir otra cosa. En Colombia tengo mi casa y mi familia, pero allí hay mucho calor y mucha inseguridad en las calles y tengo que depender de mi familia. Aquí me muevo como pez en el agua y le caigo bien a la gente. De allí me he marchado del todo».
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