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En 2005, Carolyn Pioro, una joven canadiense que trabajaba como artista en el Circo del Sol, se lanzó al trapecio. Una mala recepción de su compañero hizo que se desnucara al caer en la red; su médula espinal quedó seccionada totalmente a la altura de la vértebra C4, así que solo puede mover la cabeza. «Al principio, tuve que gastar dinero en dispositivos con ayudas específicas para activar cosas; hablo de un móvil. Pero luego llegó el desarrollo de teléfonos inteligentes y tabletas. Esto me aisló, en buena parte, de la evolución de la cultura de la comunicación. Sabía que los demás podían y yo no. Era otra frustración que se sumaba a la lesión».
Sin embargo, durante su rehabilitación, el asesor de asistencia tecnológica le enseñó a usar el ordenador con nuevos elementos como un ratón óptico (se posiciona con el movimiento de los ojos) y un 'software' de reconocimiento de voz. Luego la invitó a ser 'conejillo de indias' de un sistema de su invención llamado Tecla. «Pude enviar mensajes de texto, revisar correos electrónicos mientras viajaba y usar lectores de libros y revistas. Como no puedo pasar las páginas, leer sin la ayuda de alguien era imposible. ¡Pero con un teléfono inteligente y este sistema ya no es así!». Ahora trabaja en la publicación y edición de revistas: «Me conecté con mis compañeros, mis amigos y el mundo del trabajo, lo cual era imposible al principio. Estoy feliz».
Este puede ser un resumen del asunto que la Fundación Adecco -que ayuda a la inclusión laboral de personas con todo tipo de dificultades- ha tratado en su '7º Informe sobre tecnología y discapacidad'. Los resultados son alentadores: el año pasado, el acceso al empleo de personas con algún tipo de problema físico, psíquico o sensorial aumentó en España hasta casi doblar las cantidades de hace seis años: en 2017 se alcanzaron los 110.068 contratos -mientras que en 2012 la cifra rondaba los 61.000-. Y el 64% de las personas discapacitadas asegura que ha logrado trabajar gracias a las nuevas tecnologías (en 2014 este porcentaje era del 52%). Siempre teniendo en cuenta que el panorama sigue siendo oscuro: el paro para ellas se sitúa en el 28,6%, mientras que para el resto ronda el 16%.
Solo un 35% de individuos con este tipo de problemas es activo laboralmente, frente al 75,4% de la población en general. Y este bajo resultado tiene que ver, según el director general de la Fundación Adecco, Francisco Mesonero, con «las barreras que padecen las personas con discapacidad por clichés sociales y culturales y sobreprotección de la familia; barreras mentales de las empresas; barreras físicas y de accesibilidad en la búsqueda de empleo; carencia de recursos para afrontar este proceso; falta de programas de educación, sobre todo en personas con carencias psíquicas... Promover la tecnología inclusiva es un estímulo para la participación en el empleo de quienes no trabajan».
Otro ejemplo como el de Carolyn Pioro, pero más cercano, es el de Elena Buitrago, empleada de la Fundación Adecco. Con 22 años, esta joven cántabra practicaba snowboard junto a su hermano de 15 en las pistas andinas de Santiago de Chile cuando, al mirar hacia atrás para vigilarle, sufrió el accidente que la dejó tetrapléjica. «Hice como la postura del escorpión, oí un 'crack' y fui consciente de que me había roto la espalda», cuenta sin sombra de drama. Solo puede mover la cabeza, los hombros y los brazos para hacer el movimiento de atraer, no de empujar; las manos están inmóviles.
Al año siguiente de aquello, 19 días después de dejar el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde transcurrió su rehabilitación, se fue con otro de sus hermanos al Festival de Música de los Monegros, lo que dice mucho de su capacidad de superación, tan importante aquí como la propia tecnología que le ha posibilitado tener un empleo y llegar a vivir en pareja como cualquiera. Pero suya es una frase que da que pensar sobre el poder de herramientas que los que no sufren discapacidad utilizan sin darse cuenta: «La tecnología está ganando la carrera a la medicina en la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad».
Elena necesita una muñequera adaptada para sostener un bolígrafo o el tenedor; «me lo puedo llevar a la boca, pero no agarrarlo», apunta. Le ayudan además, tanto en su trabajo como en su vida diaria, pequeñas adaptaciones de dispositivos conocidos: «Como una tablet no tiene capacidad ni sistema para muchos programas de edición, lo complemento con un ordenador de sobremesa y con el programa VNC Viewer, que me duplica la pantalla del ordenador en el iPad, con lo que puedo usarlo de ratón y como teclado táctil. Es decir, controlo el ordenador y sus programas desde el teclado de la tablet. Al no mover las manos, el sistema que mejor me funciona es el táctil. Todo esto me ha abierto muchísimas puertas, como estudiar una carrera universitaria y presentar mi candidatura a empleos».
«La tecnología nos equipara a todos y reduce una brecha que parecía insoslayable», opina el director de Adecco. Ahí está también Yuri Cordero; quedó hemipléjico del lado izquierdo tras un accidente en moto cuando tenía 16 años, creándole una discapacidad física y sensorial del 75%. Hoy, a sus 32, es auxiliar administrativo en la Fundación Inclusive en Pinto (Madrid): «Me ayudan mucho las redes sociales y el WhatsApp, además de algunas adaptaciones del ordenador. La tecnología nos abre muchas puertas».
Y aportando a este desarrollo tecnológico está Joan Pahisa, joven catalán de 32 años a quien el metro de altura que mide por la displasia espóndilo-epifisaria congénita que padece (66% de discapacidad) no le ha frenado a la hora de conseguir logros: lleva seis meses en Japón aprendiendo el idioma -habla catalán, castellano, inglés, francés y portugués-, es deportista de alto nivel en tenis de mesa, orador en charlas de motivación, escritor...
Joan estudió Ingeniería Informática y el objeto de su doctorado ha sido el desarrollo de una aplicación (Jocomunico, en castellano y catalán, y gratis) basada en pictogramas para personas con el habla muy afectada. «Por ejemplo, convierte los dibujos de escuela, ir y querer al habla normal; es decir, se oye la frase 'Quiero ir a la escuela'». Por el dolor de las articulaciones y porque caminar es un trabajo extra para él, se desplaza en una silla manual donde ha adaptado un motor ligero, un 'smart drive', porque las eléctricas pesan mucho. Y usa el Google Drive para encontrar dónde aparcar cerca su coche adaptado.
La exartista del Circo del Sol Carolyn Pioro escribe así sobre el porvenir: «¿Qué esperanza hay para mí y para los aproximadamente 86.000 canadienses que viven con una lesión en la médula espinal? Se están haciendo avances médicos, pero aún queda mucho por hacer. Mentiría si dijera que no me desanima el hecho de que mi papá nunca me conducirá por el pasillo (en la boda); que nunca podré abrazar a mis sobrinos ni mediré mi mano contra la de mi madre como solíamos hacer. ¿Cambiaría mi alma humana por piezas de cíborg? En (lo que tarda) un latido mecánico... Sí».
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