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El palacio de Chantilly, una de las encarnaciones más depuradas del concepto del lujo, se asoma a la ruina. La imponente mansión, que es ... con Versalles y Fointanebleau uno de los grandes tesoros del patrimonio del país vecino, ha hecho un llamamiento a los amantes de las bellas artes en busca de donaciones que le permitan cuadrar su maltrecha tesorería. La salida hace un año de la fundación que gestionaba el palacio de Karim Aga Khan, uno de sus principales benefactores, y la caída en picado de los ingresos por visitas y alquiler de espacios debido a la pandemia amenazan la supervivencia de uno de los símbolos de la 'grandeur' francesa.
Muy pocos lugares reúnen como Chantilly tantos ingredientes asociados al lujo: una colección de obras de arte que rivaliza con la del Louvre, un edificio que encarna el paradigma de la arquitectura palaciega, unos jardines trazados por el mismo arquitecto que concibió los de Versalles, una biblioteca con incunables y manuscritos de valor incalculable... La propiedad, al norte de París, alberga también unos establos imponentes que cobijan a los purasangres que compiten en el hipódromo situado a pie del palacio y presume incluso de un museo del caballo. Semejante combinación había hecho de Chantilly uno de los enclaves preferidos de las grandes fortunas para celebrar bodas y fiestas con las que agasajar y deslumbrar a sus invitados, una de sus principales fuentes de recursos.
En el esquema que había permitido hasta ahora sufragar el mantenimiento del palacio desempeñaba un papel capital Karim Aga Khan, que además de ser uno de los hombres más acaudalados del planeta está relacionado con la flor y la nata de la aristocracia y el mundo financiero. Más allá de los 70 millones de euros que había aportado desde 2005, el líder espiritual de los musulmanes ismaelitas recurrió a su privilegiada agenda de contactos para que el palacio recuperase su condición de centro de la vida social francesa. Fue así como Chantilly se convirtió en pasarela privilegiada para los potentados de medio mundo. Incluso futbolistas como Ronaldo Nazario, el ex del Real Madrid, llegaron a celebrar allí sus bodas.
Al Aga Khan, sin embargo, le empezaron a pesar los años -es ya octogenario- y en enero de 2020 decidió desvincularse de la fundación. Fue el preludio del revés que la pandemia ha asestado al palacio, que ha lanzado una voz de alarma para poder costear con sus donaciones unos gastos que van desde los sueldos de los 130 empleados que trabajan en la propiedad hasta una factura de la calefacción que dejaría temblando al administrador más templado.
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