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La chinche apestosa, una molesta turista de otoñoSucedió el año pasado, está ocurriendo también este otoño y parece que se repetirá el próximo. Y el siguiente, y el siguiente. Porque la 'Halyomorpha ... halys', popularmente conocida como la chinche apestosa marrón o chinche hedionda, ha llegado a Euskadi para quedarse. En realidad, no es que haya migrado ahora, sino que se encontraba ya por aquí en su hábitat natural -zonas verdes donde alimentarse de tallos, hojas y frutos y tambien reproducirse-, pero en esta época acostumbra a buscar un escondrijo donde poder hibernar, normalmente en entornos urbanos. Por eso en las últimas semanas resultan visibles en terrazas y ventanas. Y al menor descuido, se cuelan en nuestras casas. De ahí el punto de alerta social suscitado últimamente. Coincide, además, con la alarma desatada en París y otras ciudades francesas por una alta presencia de las conocidas como las chinches de la cama, problema que ha llegado incluso al Parlamento galo. Estas sí, pican y se alimentan de sangre por las noches, pero poco tienen que ver con la especie maloliente, que es la que mayormente podemos encontrarnos estos días.
La chinche apestosa es un insecto que resulta más molesto que peligroso, porque ni pica ni hace nada a las personas. Pero cuando se siente amenazado, segrega para defenderse una sustancia que desprende un hedor que resulta desagradable. «Cada día tengo unas quince en el balcón. Ahí no molestan, pero en cuanto abres la ventana, se cuela alguna en casa. A veces me han entrado con la ropa recogida del tenderete. Si veo una en casa, la suelo matar, pero no he notado ningún olor», asegura una vecina de Donostia. También se han visto en Hondarribia, Usurbil, Irun, Beasain, Errenteria... «Sobre todo estamos percibiendo más hacia la costa que en el interior», explica Fernando Díaz Gainza desde el Departamento de Equilibrio Territorial Verde de la Diputación de Gipuzkoa.
El técnico foral reconoce que estas útimas semanas ha recibido «más llamadas» por esta especie invasora, que tiene su origen en Asia y fue detectada por primera vez en la península Ibérica en 2016 en Cataluña, y dos años después en Gipuzkoa, en Hernani, Zarautz y Donostia. Tras un tiempo desapercibida, «hace dos años -añade- se volvió a ver en Gipuzkoa, el año pasado más, y este parece que algo más, a tenor por las llamadas que recibimos. Al verse más en las casas, parece que ha venido ahora, pero lo que hacen es buscar un hueco donde pasar el invierno», tranquiliza. No se retira a criar, sino a hibernar.
«En dos, tres o cuatro semanas dejarán de ser noticia», apuntan desde una empresa de fumigación y control de plagas del este guipuzcoano, donde niegan «la existencia de una plaga o que nos esté colonizando». Sin embargo, avisa que nos tendremos que acostumbrar a convivir con ella. «Es una consecuencia más del cambio climático. Otra cosa es la chinche de las camas» que asola Francia, que «es fruto de la globalización. Viajamos tanto, que nos la traemos en la ropa o en la mochila», asegura. Y como tal, también se ve en Gipuzkoa, tanto «en pensiones como en un hotel de cuatro estrellas», aunque «ni mucho menos» de modo masivo.
Igual que sucedió en 2016, varias fincas frutícolas se han visto afectadas por la chinche maloliente en Cataluña. Euskadi, en cambio, se ha librado por el momento. «Creemos que el alboroto formado por esta chinche es debido a las molestías que ocasiona a la población, más que por el riesgo agrícola que pueda suponer», avanza Fernando Díez Gainza. «Pero estamos atentos y si en algún momento ocasionara algún daño en algún cultivo, tomaríamos las medidas habituales en cualquer plaga o enfermedad».
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