La ciencia es un camino constante hacia el conocimiento, que avanza con cada respuesta a las grandes incógnitas del universo, pero también con cada pregunta que se plantea. Así lo demostraron ayer los 242 estudiantes -de entre 15 y 17 años- que asistieron a la ... decimocuarta edición del encuentro organizado por el Donostia International Physics Center (DIPC), y quienes en más de una ocasión sorprendieron con su curiosidad y ganas de aprender a tres grandes referentes de la ciencia: Jean-Pierre Sauvage, premio Nobel de Química; Mairi Sakellariadou, presidenta de la Sociedad Europea de Física; y Pilar Hernández, vicepresidenta del Comité de Política Científica del CERN. La jornada, diseñada para «fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas entre la juventud vasca», fue toda una oportunidad de aprendizaje para los jóvenes. Y para los expertos, también.
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«Ninguna pregunta es pequeña», advirtieron los tres científicos a los jóvenes y docentes que asistieron a la puesta en común, llevada a cabo en el Museo de la Ciencia Eureka! de Donostia. Sauvage, Sakellariadou y Hernández fueron los encargados de contestar a las preguntas planteadas por los estudiantes de 41 centros de enseñanza de todo el País Vasco. Cada colegio e instituto había preparado tres preguntas previamente, de las cuales alrededor de una veintena fueron respondidas durante el encuentro. De estas, una fue seleccionada como la mejor y premiada por Telefónica, colaborador del evento. La afortunada fue Libe Bercedo Barriola, del centro Aldapeta Ikastetxea, que lanzó la siguiente pregunta a los ponentes.
«Dada la creciente interconexión entre la teoría de las cuerdas y la gravitación cuántica emergente, ¿en qué medida pueden nuestras herramientas científicas y la capacidad interpretativa humana limitar nuestra comprensión de estos fenómenos?». Ahí queda eso. Telefónica consideró la de esta joven «una pregunta que aborda un tema significativo y de hondo calado para la ciencia: los límites, tanto instrumentales como intelectuales, que acompañan a la observación en la investigación científica».
Tanto Hernández como Sakellariadoun consideraron que, a pesar de las limitaciones, para hacer ciencia «no hay que perder nunca la fe. Hay que seguir buscando respuestas con curiosidad, esperanza y convicción de que encontraremos respuesta a todo aquello que nos planteemos». Eso sí, «no está garantizado que consigamos entender todas las respuestas que encontremos, ni todas las preguntas que nos hagamos», añadió Hernández.
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Una de las cuestiones que más dio para hablar fue la planteada por el alumnado del colegio irundarra Erain: «¿Qué opinan de la forma de enseñanza de la ciencia en los colegios, basado más en memorizar contenidos que en entenderlos?». Hernández resopló. «Es muy triste, tristísimo. La ciencia es divertida, es un puzzle para el que tenemos que tener imaginación para enfocar los problemas desde distintos ángulos», explicó. A su lado, Sakellariadou añadió que «las matemáticas son una herramienta y, desafortunadamente para algunos, hace falta memorizar algunas cosas. El problema está en la cantidad de materia que se exige memorizar».
Algo que demostró preocupar a los posibles futuros científicos es el fracaso. Varias de las preguntas planteadas giraron entorno a cómo hacer frente a las adversidades y a los errores, a lo que el premio Nobel, Sauvage, no dudó ni un momento en animar a los estudiantes, diciéndoles que «cuando te equivocas, que todos lo hacemos, lo vuelves a intentar. Una y otra y otra vez, hasta que funcione. Llegará un día en el que funcione». Y es que si algo quedó claro en el encuentro es que nadie nace sabiendo. Así, los expertos compartieron cómo la ciencia se convirtió en su vocación. «Hasta los 17 años no fui demasiado bueno en el colegio», admitió Sauvage, provocando que algunos alumnos se quedaran con la boca abierta, sorprendidos. «Sabía que quería hacer ciencia y que iba a sacar lo mejor de mí para hacerlo, y así fue». Por su parte, Hernández agradeció a quienes fueron sus profesores, porque «decidí que quería hacer física en el momento en el que me la enseñaron bien. Cuando aprendí sobre las leyes de Newton, dije: '¡Qué maravilla es esta!'.
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No pudo faltar, tampoco, una reflexión acerca de la situación de la mujer en la ciencia. Eran muchas las estudiantes que aguardaban las palabras de Hernández y Sakellariadou desde las butacas, esperando encontrar en ellas la inspiración y la fuerza para adentrarse en un campo que, «evidentemente, tiene un problema. Yo nunca tuve mujeres referentes. Cuando estudié la carrera, había muchísimas menos mujeres que hombres conmigo en clase», lamentó la vicepresidenta del Comité de Política Científica. Sakellariadou aseguró que para hacer frente a este estigma «la educación es primordial. También para cambiar el mensaje y el ejemplo tan equivocado que a día de hoy lanza la sociedad», finalizó.
La vicepresidenta del Comité de Política Científica del CERN, Pilar Hernández, se mostró «muy sorprendida» ante las preguntas planteadas por los 242 estudiantes vascos que asistieron al encuentro organizado por el Donostia International Physics Center (DIPC). «Es impresionante el entusiasmo que han mostrado y es fundamental que se incentive a los estudiantes de Secundaria y Bachillerato a preguntarse por la ciencia». Así, Hernández aseguró que «la ciencia avanza por jóvenes como vosotras y vosotros con curiosidad por entender el mundo y que se hacen las preguntas clave».
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