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luis alfonso gámez
Viernes, 25 de junio 2021, 07:10
Algunos paleoantropólogos sospechan desde hace años que nuestros orígenes son más complejos de lo que creemos. Al escenario según el cual nuestra especie surgió en África y de allí salió a la conquista del mundo, contraponen desde hace tiempo otro en el cual el llamado ... Corredor Levantino –la franja de tierra delimitada por el Mediterráneo y los desiertos de Israel, Jordania y Siria– sería nuestra cuna y la de otras especies humanas euroasiáticas. Seguiríamos siendo africanos en última instancia –allí está el origen de los homínidos y de los primitivos 'Homo'–, pero puede que no naciéramos como especie en ese continente. Dos hallazgos anunciados hoy apuntan en esa dirección.
Un grupo de investigadores liderado por Israel Heshkovitz, de la Universidad de Tel Aviv, presenta en 'Science' un fragmento de parietal y una mandíbula de un individuo con rasgos neandertales y de humano arcaico ('Homo erectus'). El hombre de Nesher Ramla, llamado así por el yacimiento israelí al aire libre del que proceden los fósiles, vivió hace unos 130.000 años y se habría hibridado con nuestra especie. Sus rasgos son, según los autores, más primitivos que los de sus contemporáneos neandertales de Eurasia y que los de los humanos modernos que ya entonces vivían en el Corredor Levantino, y su industria lítica es tan avanzada como la de nuestros antepasados.
Los investigadores creen que se trata del último superviviente de una población de 'Homo' que vivió en el Pleistoceno Medio, hace entre 780.000 y 130.000 años. El hombre de Nesher Ramla, que habitó la región desde hace al menos 400.000 años, sería antepasado tanto de los neandertales en Europa como de los 'Homo' arcaicos de Asia. «Antes de estos hallazgos, la mayoría de los investigadores creía que los neandertales eran una 'historia europea', en la que pequeños grupos de neandertales se vieron obligados a emigrar hacia el sur para escapar de los glaciares en expansión y algunos llegaron hasta Israel hace unos 70.000 años», indica Heshkovitz, quien sostiene que este descubrimiento implica que «los famosos neandertales de Europa occidental son sólo los restos de una población mucho mayor que vivía aquí en el Levante, y no al revés».
«Ya hace muchos años que nosotros sugerimos que el origen de las especies humanas europeas y de muchas de las asiáticas no está en África, sino en Asia, muy probablemente en el Corredor Levantino, que es un cruce de caminos», coincide el paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro, codirector de la excavaciones de Atapuerca y que ha participado en el estudio junto con sus colegas Juan Luis Arsuaga, María Martinón Torres, Laura Martín Francés y Emiliano Bruner. Tras una primera salida de África de 'Homo erectus', el Corredor Levantino habría sido el lugar donde, de la interacción entre diferentes grupos, habría surgido lo que Bermúdez de Castro llama la Humanidad emergente, la formada por denisovanos, neandertales, humanos modernos (nosotros) y posiblemente otros desconocidos todavía. El cruce de caminos fue un lugar de encuentro, de innovación tecnológica y genética.
«El Corredor Levantino es una zona de flujo y reflujo, donde sabemos que hay una alternancia de sapiens y neandertales desde hace al menos 140.000 años, y se produjeron flujos de genes», indica Arsuaga. Esa hibridación no se registró solo una vez, y la aportación de genes se dio en ambos sentidos. «No solo los neandertales nos pasaron genes a los sapiens, sino que nosotros también se los pasamos a ellos. El cromosoma Y y el ADN mitocondrial completos, sin ir más lejos», explica el paleoantropólogo vasco y codirector del proyecto Atapuerca. «Estos fósiles son como un momento 'eureka' para nuestro grupo de investigación y nuestras teorías», asegura Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana (Cenieh).
En el otro extremo de Asia vivió en la misma época, hace unos 146.000 años, otro antepasado nuestro al que investigadores chinos bautizan en la revista 'The Innovation' como 'Homo longi' u hombre dragón. Lo presentan como una nueva especie a partir de un cráneo hallado en la década de 1930 en la ciudad de Harbin en los sedimentos de un río, sin un contexto arqueológico que permita a los expertos llegar a más conclusiones que las anatómicas.
«Es un representante de un conjunto de fósiles, que se encuentran en China, India y África, que todavía no son 'sapiens', pero apuntan en esa dirección. Son antepasados nuestros que no tenían nombre científico hasta ahora», indica Arsuaga, para quien estos 'presapiens' hacen que «ya no esté tan claro que el origen de 'Homo sapiens' sea africano». A partir de todos los restos conocidos de estos ancestros nuestros, Arsuaga los describe como con «una mandíbula todavía sin mentón, un toro supraorbitario grueso (arco sobre los ojos), un cerebro grande pero una bóveda craneal todavía plana, una frente vertical y un tronco ancho».
Bérmudez de Castro cree que el hecho de que el cráneo de Harbin carezca de contexto –de un registro arqueológico en el que situarlo– dificultará la aceptación de la nueva especie por la comunidad científica. «Yo pondría este cráneo junto a los de denisovanos, neandertales y humanos modernos como parte de la Humanidad emergente, pero hay que hacer más estudios».
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