«Tenéis que dejar el móvil en esta caja, por favor»
Nueva normativa. ·
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Nueva normativa. ·
En el Centro de Innovación Social de Hernani se prohíbe ya el uso de estos dispositivos electrónicos, como en otros muchos colegios vascos«Egun on. Si no os importa, dejad los móviles en esta caja, por favor». Con esta frase de sus profesores arrancan todos los días las clases los alumnos del Centro de Innovación Social de Hernani, un centro público de Formación Profesional que, desde finales ... de noviembre, no permite a sus estudiantes utilizar sus smartphones -teléfono inteligente- dentro de sus instalaciones. «Solo podrán usarlo si el profesor lo considera oportuno y siempre con un fin académico», matiza Ainitze Blanco, la directora. «Hace tiempo que habíamos constatado que los dispositivos electrónicos distraían a nuestros alumnos en clase», afirma. El problema, señala Blanco, «es que teníamos dudas a nivel legal sobre cómo podíamos restringir de algún modo su uso en el ámbito del centro», donde estudian más de 300 jóvenes.
El punto de inflexión se dio a principios del año pasado. La encomienda del Gobierno Vasco a los centros educativos para que perfilaran antes del 31 de diciembre de 2024 una normativa interna en el Reglamento de Organización y Funcionamiento de uso de los dispositivos electrónicos en el ámbito escolar allanó el camino a muchos equipos directivos que buscaban, de un modo u otro, restringir su utilización. Esta petición del departamento de Educación, con todo, trajo mucha controversia en la comunidad educativa, ya que Euskadi sigue siendo la única autonomía de España que no ha legislado sobre este tema y que deja la decisión -de prohibir o no- en manos de los propios colegios.
Sea como fuere, los técnicos de Inspección Educativa asesoraron legalmente a Ainitze Blanco y al resto de integrantes de su equipo directivo y recibieron la luz verde: podían prohibir el uso del teléfono en el centro. Después de hablar con el claustro en varias reuniones decidieron que el modo más práctico y sencillo de ejecutar esta idea «sería el de depositar al inicio de cada clase los móviles o relojes inteligentes en una caja». La medida entró en vigor en este centro a mediados de noviembre y, de momento, «el balance es positivo», se felicita Blanco, aunque ya han tenido que requisar «algunos smartphones», admite.
En el caso de que el estudiante incumpla la petición del CIFP Hernani, «se considerará como una falta muy grave» y el teléfono pasará a las dependencias de dirección hasta el final de la jornada. Además, le expulsarán de clase «el tiempo que el profe considere oportuno». Si el chico es menor, «sus padres o su tutor deberán ir a recogerlo. Si es mayor, lo puede coger él mismo». La medida no es una cuestión baladí, porque si un mismo alumno es pillado en tres ocasiones utilizando el teléfono móvil inteligente, «el comité de convivencia se reuniría para discutir una medida correctora, estudiando siempre la casuística de cada caso».
Ainitze Blanco
Directora
Antes de hacer efectiva la nueva normativa, hicieron reuniones con los estudiantes para explicarles la decisión «y mandamos cartas a los padres y tutores de los menores, para aclararles cómo íbamos a proceder». Los estudiantes mayores de 18 años tuvieron que firmar un documento acreditando que entendían y aceptaban la medida, igual que los progenitores de los más jóvenes.
Ainitze Blanco comenzó a dar clases a principios de este siglo, «cuando muy poca gente tenía teléfonos móviles», recuerda esta docente donostiarra. «Esto es algo que traspasa las fronteras de la educación. La tecnología está en las casas, en las calles... En todas partes», reflexiona, argumentando que «es muy fácil que a cualquiera se le vaya la vista al teléfono cada dos por tres si lo tiene a mano».
Son muchos ya los centros educativos de Euskadi que han decidido, motu proprio, restringir totalmente el uso de los dispositivos electrónicos dentro de las instalaciones educativas. Uno de ellos es Orixe, ikastola de la red pública que se encuentra en la Parte Vieja donostiarra. Sus alumnos (Infantil y Primaria) tampoco pueden usar ya los smartphones.
La relación de los menores con los teléfonos inteligentes y su presencia en los centros educativos vascos ha hecho que corran ríos de tinta en los últimos años. El Gobierno Vasco está enrocado en su postura de no legislar sobre este asunto. Desde Lakua consideran que los equipos directivos de los colegios de Euskadi «están perfectamente capacitados para tomar esta decisión sobre prohibir o no el uso de estos dispositivos en las aulas», tal y como apuntó la actual consejera, Begoña Pedrosa, en una entrevista a este medio en el arranque de este curso 24/25. El conflicto en cuestión ha sido trasladado en innumerables ocasiones a las comisiones parlamentarias de Educación y a las propias sesiones del Parlamento Vasco, donde los partidos de la oposición han pedido cuentas a Pedrosa para que explique cuál es la razón de no prohibir los teléfonos en el ámbito educativo.
Ainitze Blanco
Directora
Con todo, la oposición más férrea en este tema la han encontrado entre las propias familias vascas, de donde surgió el movimiento Altxa Burua en 2021 «para frenar la entrega del primer móvil a los menores y concienciar de sus peligros entre los más jóvenes». Este movimiento, que aglutina a más de 1.000 familias de Gipuzkoa, ya pidió el año pasado de manera formal a los departamentos de Salud y Educación del Gobierno Vasco que «creen un marco jurídico que haga los centros escolares espacios libres de teléfonos móviles, tal y como propone la Unesco».
Además, reclamaron que «se promuevan campañas para concienciar a la ciudadanía sobre los efectos perniciosos en la salud del menor que provoca el tener un teléfono inteligente y acceso a plataformas digitales como videojuegos con diseños adictivos, redes sociales o pornografía».
Para Altxa Burua esta situación se ha convertido en «un problema de salud pública». Con el fin de darle más fuerza a esta reivindicación, promovieron una recogida de firmas en la que consiguieron miles de rúbricas.
Con todo, la digitalización de las aulas trasciende del problema que pueda haber con el uso de los dispositivos electrónicos particulares de cada estudiante. «Ponemos ordenadores a todos los chavales que estudian aquí», apunta Ainitze Blanco. Suecia, el espejo en el que se miran muchos países por sus innovadoras políticas educativas, decidió dar marcha atrás en la digitalización y volver a lo de toda la vida: boli y papel. Los resultados académicos habían empeorado y el gobierno nórdico lo achacó a la cada vez más presente tecnología. El cambio adoptado a mediados de 2023, que implicaba una desdigitalización progresiva, está empezando a dar sus primeros resultados.
Estudio de la UPV/EHU
Dos de cada tres niños de 11 y 12 años tienen un teléfono inteligente y utilizan los smartphones sobre todo para hablar con familiares y amigos. Estas son dos de las principales conclusiones que se extraen de un estudio realizado por el grupo de investigación Weablearner de la Universidad del País Vasco -UPV/EHU-, que ha analizado el ecosistema digital de los niños vascos de 6º de Primaria. En el análisis, que ha estado dirigido por el investigador Eneko Tejada, han participado 356 niños del sistema educativo vasco.
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«Regalar un teléfono inteligente se ha convertido en un rito de acceso a una nueva etapa. Supone de algún modo el salto a la adolescencia, ya que se les da la llave para utilizar las redes sociales», apunta Tejada al respecto. Con todo, el investigador de la UPV/EHU matiza que «los niños no se sienten muy atraídos por redes sociales cuya función no sea exclusivamente comunicativa». También utilizan esas plataformas, «pero no tanto». Las utilizan sobre todo para ver vídeos, fundamentalmente en Youtube, pero entran muy poco en Instagram y en Tik Tok. «Las redes sociales no son aún uno de sus principales centros de interés y, a diferencia de alumnos mayores, no se exponen demasiado», sostiene.
En lo que al uso se refiere, el estudio revela la existencia de diferencias en función del género. Las chicas se dedican sobre todo a ver vídeos en sus dispositivos móviles, mientras que los chicos juegan a videojuegos.
En este sentido, los autores del estudio aseguran que, a pesar de haber detectado algunos factores de riesgo, es mejor actuar con precaución. «Hay que desarrollar planes estratégicos para promover un uso seguro y responsable de Internet, de las redes sociales y de los videojuegos. Y hay que dar pautas a las familias para ayudarles a decidir cuándo ofrecer un smartphone a sus hijos», concluyen.
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