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Iñigo Fernández de Lucio
Domingo, 10 de noviembre 2024, 01:00
Han pasado casi 16 años desde el 4 de diciembre de 2008. Fue la última vez en la que se presentaron al menos dos ... candidaturas para dirigir la Universidad del País Vasco. Cuatro años antes concurrieron siete planchas. La UPV/EHU bullía en aquella época. ETA había puesto a la universidad en su punto de mira y la polarización y la violencia políticas calaron hasta los huesos en la institución académica. La batalla ideológica por hacerse con el Rectorado, una pieza de caza mayor por su influencia y exposición pública, era feroz.
Desde entonces, entre 2012 y 2024, se sucedieron tres mandatos con un solo candidato cada vez. Este periodo coincide con el fin del terrorismo, la resaca de la crisis económica –cuyos efectos fueron tangibles en las universidades, con recortes de financiación y de medios humanos– y la pandemia.
«Tantos años sin competencia tienen que ver con un cambio de ciclo profundo. Cuando las sociedades viven momentos de normalidad democrática, están menos activadas», opina Imanol Zubero, doctor en Sociología y profesor en la universidad. «Eso no es necesariamente malo, pero nos convierte a la mayoría en consumidores pasivos de lo que hacen otros». «Lo ideal es que siempre haya candidaturas en disputa, porque permite clarificar ideas y proyectos», considera Ander Gurrutxaga, catedrático de Sociología.
Y en esas estamos. El viernes arrancó la campaña de las elecciones del próximo 26 de noviembre. La actual rectora, Eva Ferreira, catedrática de Economía Aplicada, se enfrentará a Joxerramon Bengoetxea, catedrático de Filosofía del Derecho, exviceconsejero de Trabajo y Seguridad Social y exletrado del Tribunal de Justicia de la UE. Más allá de las distintas reivindicaciones, el hecho de que haya de nuevo dos planchas tiene mucho que ver con el cambio de ciclo que se barrunta en el panorama político vasco. Y eso «se extiende a la universidad», expone Zubero.
Desde esta perspectiva, muchos relacionan la candidatura de Bengoetxea, afiliado a Eusko Alkartasuna aunque alejado de la política, con el auge de EH Bildu. La reorientación estratégica de la izquierda abertzale le ha llevado a disputar cotas de poder cada vez más relevantes. Y eso incluye una UPV «infinitamente más cívica y pacífica que hace 20 años, pero donde se da una competencia ideológica», apunta Zubero. Gurrutxaga advierte: «Una universidad muy ideologizada se paraliza y empobrece porque desvirtúa su trabajo, que es enseñar e investigar».
Es difícil conocer cómo están las quinielas. Ferreira parte, en teoría, con la ventaja de ser el rostro conocido. Bengoetxea aspira a aglutinar el voto del descontento por la falta de adhesión hacia la universidad o la precariedad de los nuevos doctorandos. Cuestiones que, sin ser exclusivas de la UPV, pueden decantar la balanza. La pelea es a brazo partido. Bengoetxea ya ha acusado a Ferreira de eludir un debate en la televisión pública.
Gane quien gane, ¿qué universidad se va a encontrar? Pues una «centrada en lo académico: en la docencia, en la investigación...», repasa Zubero. Un ente «complejo» por su tamaño (tiene más de 7.000 trabajadores y casi 50.000 estudiantes) y su relación con el tejido productivo, añade Gurrutxaga, con todo un entramado de poderes y contrapoderes (decanatos, direcciones de departamento, sindicatos...). En cualquier caso, el impacto del nuevo mandatario no será inmediato, ni mucho menos. Los grupos de investigación funcionan ajenos al equipo rectoral, el marco regulatorio se decide en Bruselas, la financiación depende, sobre todo, de la Administración...
Aumentar los fondos siempre es una prioridad. Y eso influye en la calidad de la investigación. Ana Zubiaga es catedrática de Genética. En las décadas que lleva en la UPV, asegura, el salto en la actividad investigadora y en la producción científica ha sido «considerable, tanto en número como en calidad». Los datos lo corroboran. Entre 2013 y 2023, las publicaciones indexadas en los portales y revistas de referencia se han incrementado en más de un 50%, hasta superar las 4.600 anuales.
El prestigioso ranking de Shanghái, por su parte, sitúa a la UPV entre las 400 mejores de las 20.000 universidades del mundo. Al mismo nivel que las autónomas de Madrid y Barcelona, la Complutense de Madrid, la Pompeu Fabra o la Universidad de Granada y sólo superada por las de Barcelona y Valencia. En algunas disciplinas (Química, Ingeniería Química, Ingeniería Metalúrgica, Matemáticas, Nanociencias y Nanotecnología), estamos en el 'top-200'. Esta clasificación es motivo de orgullo. En este salto cualitativo ha sido crucial Ikerbasque, la agencia vasca para la investigación creada por el Gobierno Vasco en 2007. «Ha permitido traer investigadores de mucha talla y nuevos proyectos, fortalecer el sistema de I+D+i...», reconoce Zubiaga. En definitiva, «favorece el nivel de excelencia al que debemos aspirar».
«Ikerbasque nació con el objetivo de reclutar, retener y repatriar talento», resume su director y también catedrático de Química de la UPV, Fernando Cossío. Es la clave de bóveda, explica, del ecosistema investigador vasco, que conecta la universidad con las distintas agencias, fundaciones, centros... Todo ese entramado «periuniversitario» permite que la UPV sea «el principal agente en investigación científica básica de Euskadi», concluye.
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