Catherine L'Ecuyer estará hoy en el congreso de Familias Numerosas. C. L.
Catherine L'Ecuyer | Doctora en Educación y Psicología

«La educación siempre tiene un componente de prohibición»

La experta, que imparte una charla hoy en Donostia, asegura que, «hoy por hoy, no hay evidencias que erijan el dispositivo digital como herramienta pedagógica»

Sábado, 2 de noviembre 2024, 01:00

Catherine L'Ecuyer, investigadora y doctora en Educación y Psicología, es madre de cuatro hijos y autora de libros como 'Educar en la realidad' o 'Educar en el asombro'. Con motivo del XIV Congreso Nacional de Familias Numerosas que se celebra este fin de semana ... en el Kursaal, y que está organizado por Hirukide, la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas en Euskadi, que celebra su 25 aniversario, L'Ecuyer impartirá este mediodía una charla sobre cómo 'Educar en un mundo con más pantallas que ventanas'. «Falta cultura de la precaución en nuestra sociedad», advierte.

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– ¿Cómo hay que 'Educar en un mundo con más pantallas que ventanas'?

– El mensaje que lanzo es que la mejor preparación para el mundo online es el mundo offline, el mundo real. Paradójicamente, la mente que mejor se desenvuelve en internet es la que ha aprendido en modo analógico.

– En 2015 dijo que la digitalización en las aulas era un error del que nos arrepentiríamos. ¿Ya es tarde para arrepentirnos?

– Vamos un poco tarde, sí. Es curiosa la falta de cultura de la precaución y de prudencia que hay en nuestra sociedad. Hablando claro, nos hemos dejado seducir por el plan de marketing de una de las industrias más poderosas de todos los tiempos. La industria del tabaco es un enano al lado de la tecnológica. Cuando algo no está lo suficientemente probado, hay que ser cauteloso antes de ponerlo en manos de los niños, y sobre todo, antes de venderlo como herramienta pedagógica.

– El uso de tecnología en el entorno educativo es algo reciente, ¿cuáles son los efectos a medio-largo plazo de que niños en pleno crecimiento se expongan tanto tiempo a una pantalla?

– Hay mucha evidencia que relaciona la multitarea tecnológica con una merma de la atención y una pérdida del sentido de relevancia. Y no entremos en el impacto en la salud mental de las redes sociales a las que tienen acceso los menores al tener un dispositivo propio.

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– Euskadi es la única comunidad que deja en manos de los colegios el uso del móvil. ¿Qué puede suponer esto para el alumnado?

– El móvil puede ser inofensivo si hablamos de un dispositivo solo para llamar o sin internet. Pero el smartphone es un dispositivo diseñado para la distracción. Las plataformas que encontramos en los smartphones no venden contenidos, sino la atención de sus usuarios. Ese modelo de negocio convierte el usuario en el producto y distrae del aprendizaje.

– ¿Cuál sería el equilibrio adecuado entre el uso de las tecnologías y los métodos de enseñanza tradicionales?

– Hay que basar la educación en las evidencias, no en las ocurrencias. Hoy por hoy, no hay conjunto de evidencias que erija el dispositivo digital como herramienta pedagógica. Las evidencias demuestran que los mejores sistemas educativos son los que combinan la instrucción directa, una clase en la que un profesor explica con pasión su materia, con el aprendizaje por descubrimiento guiado, la puesta en práctica de lo aprendido, con una guía de trabajo. El uso de la tecnología entra normalmente en una tercera categoría, la del 'aprendizaje por descubrimiento puro'. Las evidencias no respaldan ese tipo de enseñanza, especialmente en una mente no preparada. El profesor es clave, pues la educación es un asunto humano, no tecnológico.

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– Más de una vez ha dicho que 'la tecnología no es neutra', y la compara con la neutralidad de un cuchillo...

– La neutralidad de la tecnología es uno de los múltiples 'tecnomitos' que nos vende la industria tecnológica. El cuchillo, por ejemplo, es neutro cuando está en el cajón: puede servir para hacer una tortilla de patatas o para cometer un homicidio. Pero en las manos de alguien, ya no es neutro, porque hay una intencionalidad. La tecnología no es neutra cuando está en manos de alguien que no está preparado para usar un dispositivo diseñado para la adicción. Es como decir que podemos enseñar la orientación espacial de un niño de 12 años dejándole perderse en un centro comercial.

– ¿Las aplicaciones que se basan en vídeos de corta duración afectan a la capacidad de atención de los jóvenes?

– Es un círculo vicioso. Si antes el umbral de sentir era bajito y los contenidos y las actividades del tiempo libre eran lentos y tranquilos, ahora los contenidos son cada vez más cortos y estridentes para captar la atención del usuario. El umbral de sentir de nuestros chavales nunca ha estado tan alto. Sienten cada vez menos y son cada vez más insensibles. Es un círculo vicioso que hace que estemos buscando cada vez más estímulos para aliviar la insensibilidad.

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– Entonces, ¿hay que prohibir a los niños los teléfonos o hay que inculcarles un buen uso de ellos?

– Es un falso dilema. La educación siempre tiene un componente de prohibición. La prohibición, bien planteada, puede ser educativa. Para ello, es clave dar alternativas y razones. La educación para el 'buen uso' no tiene sentido en una mente inmadura. Y menos si el dispositivo está diseñado para la adicción.

– Suele enfatizar sobre la importancia de despertar el asombro y la curiosidad en los niños. ¿Qué estrategias recomienda a las familias para ello?

– Sacarles de su cueva digital y llevarlos al monte. Los niños han de volver a los bosques, han de volver a aprender a caerse y levantarse. Estamos criando niños de cristal en el mundo offline, les sobreprotegemos. Pero luego les estamos desprotegiendo totalmente en el mundo online.

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