
Lucas Gortazar
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Lucas Gortazar
La sombra del 'burnout', o lo que es lo mismo, el estrés que se cronifica en el trabajo, se cierne sobre los profesores. El cansancio ... y la desilusión en este sector, «el más importante de la educación», es «palpable», afirma Lucas Gortazar (Bilbao, 1986), experto en la materia y autor del informe 'El estado de la profesión docente en España' de ESADE, que se ha presentado recientemente generando mucha repercusión en la comunidad educativa. Esta sensación de hastío y desencanto no es ajena a Euskadi, donde los docentes de la red pública están en pie de guerra y han protagonizado manifestaciones con miles de personas en las tres capitales vascas en las últimas dos semanas.
– Los docentes se han echado a la calle en Euskadi. ¿Ha podido seguir la huelga?
– No puedo decir mucho sobre este conflicto sindical con la Administración, pero sí que quiero romper una lanza por los profesores, vascos y de otros territorios, porque está constatado que su trabajo es más complicado hoy que hace 8, 10 o 12 años. Cada vez se enfrentan a más desafíos y, a su vez, la sociedad les pide más y más. Tal vez, demasiado.
– ¿Cuáles son esas demandas?
– Resolver los problemas de los menores con los dispositivos electrónicos, la lucha contra el medioambiente, etc. Todo esto, a mi modo de ver, llega por una desconfianza general de la sociedad hacia la clase política, que hace que esa responsabilidad recaiga sobre los hombros de los docentes. Las administraciones no solo están diciendo a los profesores qué es lo que tienen que hacer, si no cómo tienen que hacerlo, y esto es algo que está limitando su autonomía.
– En el informe de Esade usted dice que «el profesor es el factor escolar más determinante del sistema educativo». ¿Por qué?
– Porque está demostrado que tener buenos profesores durante muchos años en la etapa escolar mejora sustancialmente las posibilidades a futuro del estudiante. Otra cosa que también sabemos, en base a la evidencia científica, es que la diferencia entre un profesor que contribuye al aprendizaje del niño y otro que no lo hace puede ser enorme. Son la piedra angular de la educación. No lo digo yo, lo dicen décadas de investigación.
– Y aún así, existe entre ellos la sensación de no estar arropados y suficientemente apoyados por la Administración. ¿Cómo es posible?
– Bueno, en primer lugar, yo lo que creo es que a nivel social es una profesión que hay que tomarla mucho más en serio de lo que se toma ahora. El sistema educativo necesita que se eleven las expectativas a nivel profesional para ser profesor, y eso implica, por ejemplo, unos sueldos más altos, entre otras mejoras. Los docentes, que nadie lo olvide, son quienes van a enseñar a nuestros hijos a vivir en sociedad, a autorregularse, a expresarse, a leer, a escribir, a sentar las bases de su comprensión matemática...
– (...)
– La pregunta es: ¿Queremos mejores profesores? ¿Sí? Vale. Entonces, va a haber que elevar la exigencia para acceder a esta profesión y su propio reconocimiento, las dos cosas. Esta es una reflexión necesaria para la sociedad.
– ¿Qué solución cree que podría ser la idónea?
– Creo que hay que restringir la oferta, ajustar la demanda y ser selectivos, además de subir los salarios. Respecto a los sueldos, pensar que es algo que no importa a la hora de atraer buenos candidatos y hacer que la profesión sea más atractiva no es correcto. Se sabe por diversas investigaciones que las personas necesitan incentivos: económicos y no económicos.
– Como contraste, la cifra de trabajadores que abandona su empleo para hacer el Máster para ser profesor se ha disparado en Gipuzkoa. ¿Tiene alguna explicación?
– Bueno, puede explicarse en la medida en que las condiciones laborales no son tan malas. Pero otra cosa es lo que los docentes en activo reclaman, que son condiciones para poder hacer mejor su trabajo en una situación de crecientes dificultades.
– ¿Cree que hay un exceso de oferta de plazas?
– En el caso de Euskadi no tengo los datos, pero a nivel estatal sí que puedo decir que hay un exceso de oferta de plazas.
– En Baleares se implantó una especie de MIR para profesores en el curso 20/21. ¿Qué opinión tiene de este tipo de iniciativas?
– Buena. A los datos me remito. Sabemos que allí, en Baleares, está funcionando relativamente bien. En Cataluña, con el programa Sensei, también han hecho algo parecido. Aquí, realmente, no sé cuál es la razón por la que la universidad no adopta una solución similar, pero... Si no se hace esto, para mí significa que no nos estamos tomando en serio la cuestión. A nivel de país, no lo estamos haciendo.
– ¿Podría ser un filtro para docentes parecido al de Baleares?
– Tal vez, pero tampoco tiene porque ser el mismo. Hay otros modelos de selección también. Pero claro, si hay un modelo que está funcionando bien, habrá que valorarlo. Creo que, a nivel técnico, no es tan complicado. De todos modos, si no peleamos por esto, ¿por qué vamos a pelear?
– En el informe hacen mucha incidencia en el clima de aprendizaje de las aulas, que ha empeorado, y especialmente en Euskadi. ¿De qué hablan, concretamente?
– El clima de aprendizaje se refiere al conjunto de indicadores relacionados con el entorno de trabajo. El ruido en un aula, las distracciones, las interrupciones, los silencios... Así lo determinan la OCDE y la International Education Association.
– En el País Vasco estos indicadores han caído...
– Sí, sobre todo en Secundaria. Pero esto no es un fenómeno que afecte solo a Euskadi, es más a nivel general. Este es un campo muy relevante, porque está constatado que hay una gran relación entre un buen clima de aula y un aprendizaje eficaz. A diferencia de en el caso vasco, a nivel estatal el empeoramiento, del que tampoco se libra Francia, se ha dado más en la etapa de Primaria.
– ¿Qué es lo que está pasando?
– Es muy complicado dar unas razones concretas para aclarar por que está empeorando el clima de aprendizaje. Hace falta mucha escuadra y cartabón para entender qué es lo que pasa.
– La cifra de alumnos extranjeros en las aulas vascas se ha disparado en los últimos 10 años. ¿Cómo afecta esta nueva realidad social al trabajo de los profesores?
– Yo creo que podríamos hablar de un doble efecto. Por un lado, es cierto que los migrantes que llegan a Euskadi provienen de familias con un nivel cultural y educativo más bajo. Esto es algo que hace que el trabajo con ellos suponga un reto mayor. Por lo tanto, es innegable que ha habido un aumento de la complejidad del alumnado en el País Vasco. Todo esto, además, auspiciado por la mayor desigualdad y pobreza infantil que se está dando en España. Pero, hay más.
– Continúe.
– ¿Qué madres tienen mayores tasas de fertilidad? Las extranjeras. Es un cúmulo de muchos factores que, además, desemboca en que los niños se enfrentan a cada vez más problemas.
– ¿A qué se refiere?
– A un problema de referentes, dificultades de concentración, la presencia de la tecnología como distracción... Y la salud mental, claro.
– ¿Están los docentes suficientemente preparados para afrontar este tipo de problemas?
– En el caso de la salud mental, soy consciente que en el País Vasco se han hecho esfuerzos a nivel escolar. Hay cada vez más herramientas, pero como en todo en la vida, tal vez tengan que hacer más.
– Desde Esade han detectado una ausencia estructural de programas de refuerzo individualizado en el colegio. ¿Cómo sale en esta foto el sistema educativo vasco?
– Depende de cómo se quiera ver la botella: medio llena o medio vacía. ¿Se están dando pasos hacia adelante? Sí. ¿Son suficientes? Probablemente, no. En las clases vascas hay cada vez más programas de refuerzo en Matemáticas y Lectura, pero pasado un tiempo habrá que hacer una buena evaluación para comprobar su eficacia. En las aulas preparadas para hacer deberes, por ejemplo, el País Vasco no sale mal parado.
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