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La repetición de curso debe ser algo excepcional, independientemente del número de suspensos que tenga el alumno, y en caso de dificultades contrastadas para seguir el ritmo de la clase los centros deberán apostar antes por activar programas de refuerzo para evitar que el ... estudiante se quede atrás. Es la filosofía que rodea la última ley educativa estatal, la Lomloe (Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación), que ha sido asumida en sus líneas maestras por Euskadi. La norma entró en vigor en enero de 2021 y está en fase de desarrollo, concreción y aplicación de sus programas y métodos de evaluación, aunque algunos de sus principios ya se visibilizaron el curso pasado.
Entre ellos el del tratamiento de los alumnos que no hayan demostrado haber adquirido los conocimientos y competencias mínimas exigidas. Las difíciles circunstancias que han marcado los dos últimos cursos escolares desde que llegara el coronavirus en febrero de 2020 han hecho que los profesores, de forma individual y en las reuniones de los claustros, hayan sido más flexibles en la exigencia de resultados al alumnado.
La consecuencia es que el curso pasado el número de repetidores cayó a su mínimo histórico, tanto en Euskadi como en el conjunto de España. No solo se redujo, sino que se puede hablar de desplome. Tomando como referencia los datos de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO, entre 12 y 16 años), donde más repeticiones se producen y cuyos resultados son extensibles a Primaria y Bachillerato, la tasa de repetición cayó en solo un año a más de la mitad en el Estado (del 8,5% del curso 2019/2020 al 4,2%) y, también de forma pronunciada aunque no tan intensa en el País Vasco, donde pasó del 5,6% al 3,6%. Como referencia, hace diez años repetían algún curso de la ESO el 7,2% de los alumnos vascos y el 12,4% de los españoles, más del doble que ahora.
Y es que la tendencia a la baja en el número de alumnos repetidores es una constante de los últimos años, que la mayor flexibilización en las evaluaciones durante la pandemia no ha hecho sino acelerar.
Contexto: la Lomloe entró en vigor en enero de 2021 y está en desarrollo, pero algunos de sus principios ya imperan
Efecto pandemia: el Covid ha sido el detonante perfecto para introducir de súbito la nueva estrategia
Tendencia: la caída de repetidores es sostenida en los últimos años; hace diez no pasaban curso el doble de alumnos
De hecho, el Covid ha sido el detonante perfecto para introducir de forma súbita los nuevos criterios que establece la Lomloe y que marcarán la forma de actuar de los centros durante los próximos años.
La también llamada Ley Celaá, en virtud de la ministra que impulsó la nueva regulación, la vasca Isabel Celaá (PSOE), y los decretos que la desarrollan, establecen que en Primaria y ESO los alumnos podrán pasar de curso cuando el equipo de profesores considere que es mejor para su futuro académico, sin que el número de suspensos sea un condicionante objetivo. La filosofía es que la repetición de curso debe ser algo «excepcional» y a lo sumo una sola vez por etapa.
En Bachillerato (entre los 16 y los 18 años) sí se mantiene por ahora el corte de nota y los alumnos podrán pasar de primero a segundo con un máximo de dos suspensos. Como novedad, podrán obtener el título y acceder a la EBAU (antigua Selectividad) aun habiendo suspendido una asignatura si el estudiante no ha faltado a clase, se ha presentado a los exámenes y la nota media del curso le da cinco.
En este contexto contrario a la repetición salvo casos excepcionales, el año pasado la tasa de alumnos que no pasaron de curso fue mayor en las primeras etapas de la ESO que en las finales. Así, en Euskadi repitieron el 4,6% de los alumnos de Primero, el 4,4% de los de Segundo, el 3% de los de Tercero, y el 2,3% de los de Cuarto, el último curso obligatorio, que sirve para obtener el graduado en ESO y que da acceso a la siguiente etapa de la enseñanza, ya no obligatoria. Esto es, el Bachillerato o el resto de itinerarios de grado medio.
Esta tasa descendente a medida que los alumnos son más mayores se repite en el conjunto del sistema educativo estatal, donde repitieron curso el 5% de los estudiantes de Primero de ESO, el 4,5% de los de Segundo, el 3,8% de los de Tercero, y el 3,3% de los de Cuarto.
Euskadi, como el resto de autonomías, estrenará el curso 22/23 currículo en ESO y Bachillerato con importantes novedades, después de que el Gobierno central haya aprobado recientemente los decretos que regulan ambas etapas educativas. Además de lo referente a las repeticiones, en Secundaria se seguirá un sistema de evaluación como en Primaria, sin notas numéricas, sino de evaluación continua, algo que en Euskadi ya se viene haciendo desde hace unos años en algunos colegios. El Bachillerato pasará a tener cinco modalidades, frenta a las cuatro actuales: Ciencias y Tecnología; Humanidades y Ciencias Sociales; Artes Plásticas, Imagen y Diseño; Artes de Música y Artes Escénicas y, la novedad, Bachillerato General.
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