«Soy gitano y es un orgullo tener un título académico»
Galardonado ·
José Luis Hernández, que ha cursado con éxito un Grado Superior, es premiado por la comunidad romaní por sus logros académicosGalardonado ·
José Luis Hernández, que ha cursado con éxito un Grado Superior, es premiado por la comunidad romaní por sus logros académicos«El pueblo gitano debe dejar de mirar hacia atrás. El futuro está en nuestras manos». La reflexión es de José Luis Hernández, un joven irundarra de 25 años y orgulloso miembro de la comunidad romaní que ayer recibió el premio Kale Dor Kayiko por haber superado con éxito un Grado Superior, en un acto que tuvo lugar en la facultad de Magisterio del campus donostiarra de la UPV/EHU. Al evento llegó acompañado por sus padres y hermanos, quienes acabaron el día «felices y emocionados».
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A sus 25 años, este irundarra está con ganas de comerse el mundo. Acaba de aprobar con éxito un Grado Superior en Desarrollo de Aplicaciones Web en el Centro de Formación Profesional Plaiaundi, en su localidad, y ahora aguarda «las ofertas que pueda haber en el mercado, porque este es un sector en el que hay mucha demanda y yo me siento preparado». La elección de este camino académico no ha sido fruto de la casualidad, explica el joven, quien detalla que «me he preocupado en entrar en muchos portales especializados para saber qué sectores tienen más salidas laborales, previsión de futuro...». Es decir, se ha buscado la vida y, además, su apuesta tiene mucho fundamento.
Criado en el barrio de Anaka y en el seno de una familia «en la que siempre me han inculcado que tenía que estudiar para tener una buena vida», José Luis admite también que «no siempre he sacado notables y sobresalientes, como en estos dos últimos años en el Grado Superior». El suyo fue el caso de miles y miles de jóvenes que van a clase «sin ganas de nada, sin motivación. Hubo momentos en los que pensaba que estudiar no valía para nada... En la ESO tuve una época complicada y acabé repitiendo curso». Se le dibuja una sonrisa en la cara cuando reflexiona sobre su situación, «porque he pasado de esconderle las notas a mi madre a entregarle ahora notables y sobresalientes».
A pesar de haber atravesado por dificultades en su etapa escolar, este miembro de la comunidad gitana no le echa la culpa «a nadie. Echo la vista atrás y lo que veo es un chaval que, por un motivo u otro, no tenía la actitud necesaria y buscaba resultados por la vía más rápida. Hay veces que no es tu momento, y punto». Porque inquietud y curiosidad tenía, si no es imposible de explicar porque «en clase hablaban de Napoleón y a mí me daba igual, pero luego llegaba a casa y me comía los libros que contaban historias de Magallanes», cuenta con gracia.
¿Es él uno de los exponentes de la nueva generación de gitanos? «No lo sé», responde con humildad y algo de timidez, «pero es cierto que tal vez yo me he salido un poco del carril. No es lo normal que un gitano se saque estudios superiores, porque a veces parece que nos tenemos que hacer hombres muy rápido, casarnos muy rápido, tener hijos pronto...», recapacita. «Yo pensaba así también», matiza, «pero también es verdad que mucha gente a mi alrededor ha ido a la universidad, están trabajando, siguen estudiando... Mi entorno y mi carácter, que ha sido siempre muy curioso, me han hecho ver que mi camino era el de la formación académica».
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«Yo soy gitano y muy orgulloso, además. Tenemos una gran historia a nuestras espaldas y eso es algo que me hace sentir bien, a pesar de que pueda pensar que deberíamos adaptar algunas costumbres a los nuevos tiempos, con el fin de que podamos convivir todos mejor», afirma.
El estigma hacia la población gitana sigue presente en la sociedad, y así lo corroboran los últimos datos del Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi. José Luis se refiere al caso de su madre, quien «sufrió esa marginación y ese desprecio por parte de la sociedad cuando estudiaba. Insultos, malos modos... Era algo desagradable, pero yo lo que veo ahora es que el conjunto de la sociedad está haciendo un trabajo notorio en pos de la integración. Mi sensación es que tenemos oportunidades que antes no teníamos». Su madre, de hecho, fue otra de las protagonistas del acto «porque a sus cuarenta y tantos años va a sacarse la ESO», relata con orgullo José Luis.
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Lo quiera o no, este joven irundarra es parte del nuevo amanecer del pueblo gitano. «Soy de los que cree que tendríamos que dejar atrás los resentimientos y centrarnos en el ahora y en el mañana», apunta con rotundidad, y lanza un mensaje a los niños de la comunidad gitana: «Haced caso a los mayores que os quieren y que os miran con buenos ojos, porque ellos tienen muchas experiencias y vivencias. Nosotros somos capaces de todo, tenemos que confiar más en nosotros mismos». Palabra de gitano.
El acto organizado ayer por Kale Dor Kayiko reunió a familias gitanas y a representantes de instituciones vascas en un evento en el que fueron premiados 20 estudiantes gitanos. Todos ellos fueron agasajados por la comunidad romaní por haber superado etapas como Secundaria o ciclos formativos -Grado Medio o Grado Superior-. El objetivo general de esta jornada, apuntaban ayer sus organizadores, «es manifestar el orgullo que supone para nuestro pueblo que estos jóvenes hayan aprovechado las oportunidades que los mayores, en gran parte de los casos, no tuvieron». El premio Kale Dor Kayiko «anima a los gitanos a seguir estudiando».
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