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La ciudad rusa de Viazma acogió el pasado fin de semana una singular ceremonia: el solemne entierro de 120 soldados franceses y rusos ... fallecidos hace más de dos siglos durante una de las batallas que jalonaron la desastrosa retirada de Rusia de las tropas de Napoleón. Los restos de los militares, muchos de ellos granaderos del ejército imperial francés, habían sido hallados hace diez años durante una excavación para acometer unas obras de saneamiento. Confundidos inicialmente con difuntos de la Segunda Guerra Mundial, un análisis forense determinó que pertenecían a una época anterior. Los distintivos de metal de los uniformes del ejército imperial ayudaron a los investigadores a confirmar que se trataba de los restos de los combatientes franceses y rusos que se enfrentaron en la batalla de Viazma el 3 de noviembre de 1812.
La ciudad rusa, que está unos 200 kilómetros al oeste de Moscú, se vistió el sábado con sus mejores galas para acoger la ceremonia. A las autoridades militares y religiosas locales se sumaron más de un centenar de franceses aficionados a la recreación de episodios históricos tocados con uniformes napoleónicos. En un silencio intensificado por el intenso frío y una copiosa nevada, los ocho féretros en los que habían sido introducidos los restos de los fallecidos recibieron honores militares cubiertos con las banderas de Francia y Rusia antes de ser enterrados.
En la inhumación estuvieron también presentes descendientes de dos de los protagonistas de la invasión napoleónica de Rusia: Yulia Khitrovo, tataranieta de Mikhail Kutuzov, general de los ejércitos zaristas, y Joachim Murat, descendiente del mariscal de mismo nombre cuñado de Napoleón que guió en el verano de 1812 a las tropas imperiales en su camino a Moscú. «La muerte nos iguala a todos, no hay vencedores ni vencidos porque todos están en la misma tumba», declaró a AFP la descendiente del general zarista, considerado un héroe en su país.
La de Viazma fue una de las muchas batallas que acompañaron la calamitosa retirada del ejército francés de Rusia. El repliegue de la denominada 'Grande Armée', el mayor ejército jamás formado hasta entonces, fue un calvario que marcó el inicio del declive de Napoleón. Hostigadas por los rusos, diezmadas por enfermedades como el tifus y paralizadas por los rigores del clima ruso –el General Invierno–, las hasta entonces invencibles tropas francesas perdieron el 80% de sus efectivos en su camino de vuelta a París.
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