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Les vengo a contar una emoción personal, la visita al restaurado Beti Jai de Madrid, el frontón que fue calificado como la Capilla ... de Sixtina de la pelota. Pero antes va una justificación. ¿O autojustificación? La pongo entre paréntesis y luego seguimos.
(Miro alrededor y solo veo elecciones, gabarras y merecidos elogios al lehendakari Ardanza, así que echo mano de algunas anotaciones recientes vividas por ahí fuera. Sí, otro viaje, cercano esta vez. '¿Te has jubilado, que no paras?', me escribe un lector. No: sigo siendo obrero del periodismo, pero saco partido a mis libranzas. Como fuera de casa, en ningún sitio. Y ahora sí, vamos al frontón: perdonen la interrupción).
El Beti Jai, obra del arquitecto Joaquín Rucoba, autor también del Arriaga y del Ayuntamiento de Bilbao, fue inaugurado en 1894 en el corazón de Chamberí, funcionó como frontón solo hasta 1918, en los tiempos en que la pelota estaba de moda en el foro y atraía a miles de aficionados, y pronto se convirtió en leyenda. Su cancha acogió luego un taller de coches, los palcos fueron fábricas o viviendas tipo corrala... Estaba destinado al derribo y la especulación en uno de los barrios más ricos, pero el empuje de vecinos, arquitectos y asociaciones salvó el inmueble, tribunales mediante, y las instituciones se vieron obligadas a restaurarlo.
Desde hace unas semanas puede visitarse. Y resulta emocionante entrar en lo que parece un callejón, junto a la calle Marques de Riscal, y descubrir ese espacio enorme y catedralicio. De momento solo puede pisarse la cancha, y sentirse uno pelotari rodeado de historia. Pronto llegará un centro de interpretación donde estuvieron los vestuarios y más adelante se espera la rehabilitación de los palcos. Ahora nos hemos acostumbrado al Bizkaia y el Navarra Arena, que son modernos 'guggenheims' de los frontones, pero qué sabor dejan estos viejos edificios.
Sí, hacíamos parada en Madrid después de una inmersión en Jaén, el territorio que lleva años proclamándose 'paraíso interior'... y resulta que es verdad. Hemos disfrutado de los paseos por la sierra de Cazorla y de su mágico parador, en la punta de un monte, aislado de cualquier núcleo urbano. Peregrinamos a la casa natal de Joaquín Sabina en Úbeda (se visita ya como las otras piedras centenarias) y al aula donde enseñaba Antonio Machado en Baeza. Y en la capital admiramos tanto su original catedral como las tabernas. Se habla ahora mucho de los restaurantes estrellados de Jaén, que han puesto la urbe en el mapa de la gastronomía, pero qué buenas son las viejas tabernas, centenarias y acogedoras como Casa Gorrión.
Jaén también existe, como cada vez sabe más gente: solo hay que encontrar momento para asomarse. Y para quienes viajamos hasta allá desde este otro paraíso que es Gipuzkoa (ese territorio al este de la gabarra) Madrid es siempre una buena meta volante.
Gipuzkoa fue pionera en la renovación de la gastronomía vasca, Bizkaia vive una pujante nueva ola y Araba también se reivindica. Lo vivimos la otra noche en una cena en el Basque Culinary Center que fue toda una noche/verité, con autenticidad y sin oropeles. Los propios cocineros, productores y bodegueros alaveses confesaban que esa reunión tenía un punto de «refuerzo de autoestima», precisamente en el seno de la universidad culinaria. Es solo un prólogo, porque en junio Álava acogerá también el Encuentro de la Gastronomía Vasca, con más de 250 profesionales.
Cuando el personaje de Dani Rovira decía a Karra Elejalde en 'Ocho apellidos vascos' que era del sur, éste le respondía eso de «o sea, alavés». El 'sur' vasco vino a Donostia de la mano de Mantala, la iniciativa en defensa precisamente de la gastronomía real, del campo y las bodegas a las grandes mesas. Doce jóvenes chefs, de los restaurantes Kromatiko a Ballarín, prepararon sus platos 'hermanados' con los productores, y todo se regó con vinos alaveses, por supuesto, de bodegas como Guardianes del Reyno, Loli Casado y Tentenublo Wines. Brindamos por ellos quienes también hemos sido felices en Gasteiz o Rioja alavesa. Aupa nuestro sur: ahí hay tesoros.
mezquiaga@diariovasco.com
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